Los bares tomaron las calles

Los bares tomaron las calles

A mediados de septiembre, en un manotazo para evitar el ahogo, la Municipalidad cedió parte del espacio público a los bares para que puedan instalar mesas. Fue una movida que a muchos les permitió no fundirse. Pero ahora, la Municipalidad está decidida a que sea permanente.

Pocas veces, en la vida siempre tironeada de una ciudad, sucede esto: que todas las personas que conversan sobre un tema, están de acuerdo en la misma cosa.

La historia fue así: a mediados de septiembre, un grupo de dueños de bares y restaurantes se reunió con funcionarios de la Municipalidad para buscar soluciones al ahogo que estaban viviendo esos negocios por la cuarentena y el aislamiento social. Es que aún cuando se habilitó la posibilidad de poner mesas en las veredas, a la mayoría de los bares todavía no les cerraban los números.

De esa reunión, surgió la idea de que los bares pudieran ocupar parte del espacio público.

¿Para siempre?

El comienzo de la primavera fue también un renacimiento de los polos gastronómicos de la ciudad. Los que habían estado aislados o lejos de los amontonamientos se sorprendieron al encontrarse con mesas instaladas en las veredas de la plaza Urquiza, otros cafeteando sobre los nuevos circuitos peatonales de la city bancaria o tomando una cerveza en la acera del Colegio Nacional, en la Santa Fe y Maipú. La ciudad cambió -quizás para siempre- en una semana.

En un recorrido nocturno que realizó el equipo multimedia de LA GACETA quedó en claro que a quien se le pregunte está encantado con la idea de que estos nuevos espacios “tomados” por los bares se conserven:

“Me parece genial, me hace acordar a muchas partes del mundo que conozco que hicieron esto hace mucho tiempo. si la pandemia ha servido para que la gente se pueda sentar en un lugar público... ojalá que sea algo que quede”, afirma Nicolás Correa Posse, creativo.

Los bares tomaron las calles

“Me parece algo hermoso que se ocupe la vía pública de esta forma. Pasaba por la plaza Urquiza y veía lo bueno que es poder estar sentado comiendo o tomando algo debajo de los árboles de la plaza. No estás adentro del bar, a los tucumanos nos gusta eso, estar afuera, nos conocemos todos, nos saludamos con los que pasan. Cambia muchísimo el paisaje urbano. Estaría bueno que quede, pero habría que regularlo. Hay ordenanzas viejas que no permiten ocupar el espacio público, al menos no legalmente, entonces sería importante regularlo”, dice Juan Martín Krapovickas, que trabaja en un estudio de arquitectura.

“Le da mucha vida, podemos poner plantas y no influye negativamente en nada. No hubo gente que se queje, pero es algo lindo que está pasando en la ciudad y que surgió en la cuarentena. Los vecinos están contentos, se ve más movimiento en las calles. Sí, claro que me encantaría que quedara así, creo que a todas las cervecerías nos gustaría lo mismo”, dice Nicolás Arroyo, encargado de un bar.

No hay vuelta atrás

Para algunos bares, poder sacar las sillas y las mesas a las calles fue la diferencia entre la vida y la muerte. No es exageración. “Para muchos esa medida significó seguir abiertos, porque de otro modo cerraban. No había manera de que siguieran, y con esto pudieron tomar algo de aire, tener al menos una perspectiva”, asevera Constanza Bauque, presidenta de la Cámara de Actividades Gastronómicas de Tucumán (CGA). En su caso particular -como el de varios otros- tuvo que cerrar uno de sus negocios en San Juan y Junín, en pleno microcentro, donde no había solución posible.

“Fue sorprendente el trabajo de la Municipalidad, que salió a ver uno por uno los casos, a tratar de buscar soluciones junto a los dueños de los bares. Realmente algo nunca visto, porque en momentos ‘normales’ la Municipalidad es siempre la que más presiona. Fue un trabajo verdaderamente conjunto y tuvo grandes resultados”, dice Bauque.

Para la Municipalidad no hay vuelta atrás. Han visto que el cambio es bueno por donde se lo mire, porque mejora el paisaje urbano, revitaliza las zonas, se aprovecha el espacio y se quita carga a algunas veredas de zonas gastronómicas por las que cuesta circular. Además, contribuye con el distanciamiento social porque están al aire libre.

“La idea ahora es profundizarlo, regularlo, sentar las pautas en todos los sentidos, incluido el técnico, y que se haga de manera conjunta con los dueños de los negocios. El pedido del intendente es que establezcamos y regulemos esos polos gastronómicos que ya están funcionando”, señaló Eduardo Prebisch, subsecretario de Gobierno, uno de los hombres que salió a recorrer las zonas para ver dónde podía acomodar más mesas cada uno de los bares.

“A nosotros nos surgió la idea ante el pedido desesperado de los propietarios. Realmente era una situación muy delicada, que ameritaba una solución rápida, como todas las que se tomaron en pandemia. Esta funcionó y queremos conservarla, porque no hay dudas de que le hace bien a la ciudad”, destacó.

Comentarios