Cómo remarla en el último tirón del año

Cómo remarla en el último tirón del año

El estrés de los próximos dos meses se agrava por la crisis sociopolítica y económica. Consejos de expertos para convivir con la incertidumbre.

DOLOR DE CABEZA. En medio de la pandemia, ya se empieza a pensar en los balances de un año irregular y en los difíciles compromisos para pasar las fiestas en familia. DOLOR DE CABEZA. En medio de la pandemia, ya se empieza a pensar en los balances de un año irregular y en los difíciles compromisos para pasar las fiestas en familia.

¡Ya casi estamos en noviembre! La frase se repite en cada casa ahora que nos empezaron a notificar las fechas de exámenes, los pedidos de balances y los proyectos para el próximo año. E inevitablemente estamos pensando en las fiestas de Navidad y Año Nuevo. En el descanso. Pero en este 2020 todo es incertidumbre. Lejos de ser una etapa tranquila, el último tirón del año puede convertirse en una pesadilla.

Los psicólogos lo advierten: esta vez será más difícil remarla en los dos últimos meses. El ya clásico estrés de fin de año se agrava por la pandemia, por la incertidumbre y también por crisis sociopolítica y económica.

 Cómo remarla en el último tirón del año

“Los fines de año suelen ser tiempos en los que los individuos generamos cargas importantes de estrés, básicamente causados por factores sociales y culturales que impactan en la subjetividad; entre los más importantes son los famosos balances. Se asocia la sensación de no haber cumplido las metas autoimpuestas para el año y la disyuntiva de dónde y cómo atravesar las celebraciones. En contexto de cuarentena y pandemia, estas tomas de decisión se verán impregnadas por la incertidumbre que nos rodea, sumada a la preocupación constante respecto a la salud, la vida y la muerte, que se ha presentado de manera más contundente en todos los momentos vitales, los estratos sociales y niveles de salud”, explica el psicólogo Adrián Eduardo Chirre.

Hay dudas que se han vuelto casi universales por estos días, según el profesional. “Estamos preguntándonos cómo serán nuestras fiestas alejados de la familia extensa, las vacaciones sin viajar, la perspectiva de salud, el proceso personal para enfrentar la enfermedad y la posible muerte de nuestros mayores, el miedo a no poder resolver las cuestiones laborales y las necesidades económicas”, puntualiza.

Todos estos cuestionamientos, sumados a las situaciones sociales de violencia e inseguridad, sin lugar a dudas van a generar niveles altos de estrés en la población que son necesarios vigilar y tener en cuenta para prevenir consecuencias en nuestra salud mental, advierte el secretario de Extensión de la Facultad de Psicología de la UNT. Desde este espacio han creado el Hospital Escuela y han implementado diferentes servicios, programas y voluntariados gratuitos para acompañar a la población en esta situación tan especial que nos atraviesa a todos. “Las consultas aumentan día a día”, reconoce. 

Consejos

Ante la incertidumbre y la angustia que pueden aparecer en estos últimos meses del año, el psicólogo Adrián Chirre recomienda cuatro conductas que pueden facilitar la vida cotidiana:

- Organizarnos. Tratar de cerrar los temas pendientes, siempre teniendo en cuenta que, en este contexto, las metas han cambiado y todo lo que hayamos podido lograr suma. En este proceso, es importante incluir a las personas cercanas y colaboradores, y correr los cierres para las metas personales y los plazos impuestos socialmente; crear “nuestros propios tiempos” para lograrlas.

- Si bien esta pandemia ha desdibujado los espacios personales y se han mezclado los familiares con los laborales, es fundamental tratar de generar espacios propios, de descanso y de disfrute.

- Debemos estar atentos también a la sobreexigencia, ya que es una de las causas más importantes del estrés; para combatirla es importante poder pedir ayuda, colaboración, priorizar los objetivos, aprender a decir no y proponernos alternativas de resolución.

- Es preciso y urgente poner el foco exclusivamente en los aspectos positivos que hayamos podido concretar durante este año; necesitamos resignificar lo negativo y evaluar qué es lo que se aprendió en todo ese proceso, ya que los problemas, las pérdidas y las situaciones complejas que se vivieron en este año especial, pueden adquirir un nuevo significado que sin duda nos transformará y nos hará más resilientes. En estos más de 200 días cuidándonos unos a otros, hemos aprendido que nada se logra si no nos mantenemos ligados a nuestros vínculos de sostén socio emocional.

Ser más flexibles

Fue un año muy particular en el que todos teníamos planes: un contrato laboral; el primer año en la Facultad; el último año escolar; una beca de investigación; un viaje; una boda; un recital... Y de repente vino el huracán covid-19 dejando a su paso frustración e incertidumbre.

“Cuando comenzó la cuarentena pensábamos que duraría 15 días. Hoy, a dos meses de terminar el año, mirando este escenario podríamos decir que perdimos el control de muchas cosas, las respuestas que antes servían ya no lo hacen y hay que desarrollar nuevas estrategias para adaptarnos a la nueva situación (al parecer da para largo)”, alerta la psicóloga Ana Carrascosa.

La terapeuta nos recuerda el refrán de nuestras abuelas: “si la vida te da limón, haz limonada”. “Esto nos invita a pensar qué puedo sacar de positivo de este coronavirus que llegó y que de momento se queda; puede servirnos para ajustar expectativas, ser más realistas y no confundir control con planificación, poder pensar en varias opciones ante las circunstancias que se nos vayan presentando en lugar de enojarnos porque las cosas no van como queremos”, propone.

“Hay que aprender a elegir qué batallas puedo luchar y cuáles simplemente no están en mi mano; aprender a ser más flexibles”, apunta. Según Carrascosa, por más incierto e inquietante que sea el presente y el futuro, siempre hay pequeñas cosas que sí dependen de nosotros.  ¿Qué podemos hacer para aprender a vivir con la incertidumbre? La especialista nos da recomendaciones:

- Aceptar la incertidumbre. No podemos saber qué nos deparará el futuro, así que en lugar de pelearnos con ella, la propuesta es aprender a vivir con ella.

- Dejar de vivir en base a las metas. Eso no quiere decir que no te puedas plantear tener unos objetivos determinados, pero sí dejar de valorarte positivamente sólo por los objetivos alcanzados.

- Viví el presente. Poder conectar con lo que estas sintiendo y regular en base a ello. Por ejemplo, si estás sintiendo presión por las distintas situaciones que estás transitando, preguntarte: ¿qué puedo hacer concretamente para aflojar? Podría ayudar meditar, hacer ejercicio, llamar a un amigo y reírse de alguna anécdota. Son algunos recursos que están a la mano y pueden modificar el estado anímico rápidamente, permitiendo observar con más claridad lo que necesites resolver.  

- Relajate y dejate llevar un poco más: Tener el pensamiento constantemente en lo que vendrá, lejos de ayudar en algo, lo que provoca es ansiedad. No se puede planificar todo porque sería frustrante, ya que no siempre saldrán las cosas como hemos pensado. Poder confiar en que tenemos las herramientas necesarias para salir delante de cualquier situación que se nos presente, es la clave para no entrar en crisis y en estados de los cuales será más costoso salir.

Punto de vista

Hoy más que nunca somos más semejantes que diferentes

Por Isabel Romano, psicóloga especializada en Comunicación Humana y Sistemas Humanos

Desde el momento que el presidente Alberto Fernández dictó la prórroga del decreto del aislamiento social y preventivo, se disparó a la vez la incertidumbre en las personas y con ello un monto de angustia que se está volviendo pandémica: La impotencia, la imprevisibilidad, la incertidumbre y el cansancio es lo que nos invade y nos asemeja a la vez.

Hay algo del orden de lo social que nos iguala: todos en simultáneo estamos angustiados por primera vez. Podría asegurar que los argentinos somos expertos en afrontar distintos tipos de crisis: políticas, económicas, sociales; pero no hemos convivido con ninguna generación previa que nos haya podido transmitir los efectos de un aislamiento social. Por consiguiente, nuestra mente se enfrenta a la falta de referencias, dificultando la construcción de expectativas y por ende la incertidumbre es en este momento el escenario sobre el que desarrollamos nuestra vida cotidiana.

A lo que se suma que hay por lo menos dos condiciones del bienestar que no se estarían dando: la seguridad y la sensación de control. No tenemos idea de cuándo va a terminar, cómo va a terminar, cuándo aparecerá una vacuna o un tratamiento eficaz, cómo vamos a paliar la tremenda crisis económica, estamos a dos meses de terminar el año y en mucha gente hay una vivencia de no haber arrancado todavía, porque los proyectos no se pudieron llevar a cabo.

Además, nos invade el temor a contagiarnos y a perder seres queridos, la falta de contacto con familiares y amigos, la interrupción de tareas cotidianas, de actividades de esparcimiento y deportivas, de vida al aire libre, los problemas económicos que afectan a muchos sectores de la población, y la preocupación que crece y nos afecta.

Cabe dejar claro que la angustia es un factor esperable y previsible en un contexto de adversidad, es una manifestación lógica de lo que está sucediendo, porque se trata de una respuesta normal en un contexto que es anormal, como la pandemia. Estas circunstancias que estamos transitando, implican una crisis de sentido donde a mucha gente se le ha desdibujado el horizonte, el futuro, hacia dónde iba y proyectaba, y no hablo solo de lo desbastador que fue para los sectores económicos más afectados. La cuarentena es una medida epidemiológicamente correcta, pero sus efectos psíquicos, sociales, económicos son imposibles de predecir.

Los seres humanos somos ante todo seres sociales, necesitamos del otro, del contacto, de la aprobación, del cariño, de un beso, de un abrazo. No tener ningún tipo de relacionamiento nos hace muy mal, nos deprime, nos genera angustia, nos genera tristeza, nos genera tener falta de ganas, nos afecta el sistema inmunológico. Hay gente que vive sola y está privada de todo eso.

Es fundamental entender que no existen recomendaciones generales, cada medida es individual, no quiere decir que lo que le sirva a uno le sirve al otro, por eso es primordial encontrar sus propios recursos para sobrellevar la situación. Sin embargo habría algunas recomendaciones generales que podrían tener que ver con el autoconocimiento: explorar cuáles son nuestras emociones asociadas a la situación: ¿Sentimos miedo, irritabilidad, angustia, tristeza? ¿Desde cuándo? ¿Con qué intensidad? ¿Cuáles son las situaciones desencadenantes? Puede ser útil recurrir a una evaluación profesional para descartar síntomas que respondan a una enfermedad. También, recurrir a un tratamiento psicoterapéutico como espacio de reflexión para afrontar mejor los problemas.

Es importante entender cuál es el problema a nivel personal y diferenciarlo para cada área, para evitar meter todo en una misma bolsa: cuál es mi problema a nivel laboral, a nivel personal y a nivel familiar.

Identificar y valorar nuestras fortalezas conectarnos con las aptitudes y habilidades, de hecho mucha gente descubrió cualidades que no conocía de si misma estando en aislamiento.

Controlar la exposición a la información: Es necesario estar informado, en la medida que regulemos nuestra exposición y elijamos el tipo de contenidos al que queremos acceder. Hoy nos vemos invadidos desde distintas plataformas con mensajes repetitivos todo el día, dificultando nuestra capacidad de abstracción y procesamiento de esa información, y en general nos llevan a tener visión catastrófica de la situación.

Buscar apoyo emocional en otros. Es importante evitar el aislamiento social y reunirnos (virtualmente) con personas de confianza para hablar sobre lo que nos preocupa. Es más fácil atravesar la angustia si uno se siente acompañado en este proceso. Por suerte, contamos con recursos tecnológicos que facilitan las conexiones.

También existen diversas formas de combatir el estrés y la angustia que están al alcance de la mano, tales como ejercicios respiratorios para la ansiedad, prácticas de relajación, actividad aeróbica, estimular la creatividad y la expresión artística y ejercer una mirada crítica sobre las propias reacciones. Y, sobre todas las cosas, mantener la conexión con seres queridos y relaciones significativas. Si con todo esto no alcanza, será necesario hacer una consulta con un especialista.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios