Pantallazos políticos

A uno lo delató desinhibido y puso fin a su carrera partidaria e institucional y unió a dos para potenciar una posible sociedad política de cara al futuro. Un grupo la usó para instalarse como opción electoral y otros pretenden convertirla en el medio que reemplace a las movilizaciones callejeras masivas. Ocurrió en los últimos días, todos sucesos con distinta fuerza, y pantallas de por medio. Es que en estos tiempos de obligada virtualidad por el coronavirus, la computadora se convirtió en una herramienta clave para hacer política; fue la protagonista excluyente, hizo y deshizo, expuso y destruyó al diputado salteño Ameri. Con el castigo impuesto al fogoso parlamentario la dirigencia aspira a recobrar algo de la credibilidad perdida, aunque deberá esforzarse para lograr que el concepto de “hacer política” no implique pecados o una mala palabra. Seguro pasarán años, porque los hombres la han degradado como instrumento para mejorar la calidad de vida, han facilitado con sus inconductas la pérdida de la confianza ciudadana.

Si bien Ameri se ganó los primeros planos nacionales, por estos lares también hubo novedades: se revelaron gestos encaminados hacia los comicios del año próximo. Hicieron poco ruido, pero se los percibió. Movidas provocadas porque sus protagonistas tienen necesidades, intereses y ambiciones particulares o de grupo. Vaya por caso el diálogo virtual mantenido el viernes entre Germán Alfaro y Horacio Rodríguez Larreta, el primero hecho público entre ellos. Sugestivo desde lo institucional, pero no inocente desde lo político, porque conlleva mensajes a destinatarios específicos, especialmente dentro del hoy denominado Juntos por el Cambio -se menciona que podrían cambiar el nombre para 2021- y en el marco del proceso interno para determinar nuevos liderazgos. El “presidenciable” de la CABA necesita socios con base y dominio territorial en el país para seguir abriéndose paso en la oposición, mientras que el tucumano busca nuevos amigos, aunque consolidados políticamente y jugando en la primera línea del escenario nacional. No con el sentido de “amigo” que le daba Alberto Fernández a Rodríguez Larreta en cada prolongación de la cuarentena, sino con la expectativa de conseguir un aliado político de peso.

El plus que le ofrece el intendente norteño al porteño es la banca de la diputada nacional Beatriz Ávila, quien abandonó Cambiemos en 2019 y se incorporó al interbloque Unidad Federal para el Desarrollo, que lidera el mendocino José Luis Ramón. Aquella renuncia disgustó a sus ex aliados macristas, en especial a los radicales tucumanos. Sin embargo, el principal espacio opositor nacional comenzó a tenerla en cuenta después de las posiciones críticas y de rechazo de la esposa de Alfaro a la reforma judicial -la consideró inoportuna- y al cuestionamiento que hizo a la quita de recursos a la CABA en favor de Buenos Aires hablando de discriminación. Justo después se produce la charla entre el intendente y el Jefe de Gobierno, un diálogo que puede inquietar y descolocar a algunos referentes de Juntos por el Cambio en la provincia. Si bien es prematuro hablar de larretistas versus macristas para instalar una grieta en la oposición, sí se puede señalar que mantener ese encuentro virtual fue de conveniencia política mutua para ambos dirigentes; uno pensando en el escenario nacional y el otro mirando el panorama provincial que se viene.

Rodríguez Larreta está lanzado a la presidencia en 2023, por lo que necesita ampliar su influencia territorial en el país; conversar con Alfaro va en la línea de instalarse en el interior y de consolidarse en ciudades a partir de relacionarse con dirigentes que gobiernan territorios donde la clase media es fundamental. Es difícil vaticinar en qué puede derivar políticamente la conversación, pero esa juntada inesperada pudo haber sorpendido a la oposición tucumana. Sí cabe sugerir que Rodríguez Larreta no querrá provocar confrontaciones entre dirigentes de un espacio al que necesitará consolidado y fuerte, no sólo para dentro de tres años, sino también para el que viene. Y así como charló con el capitalino posiblemente haga lo propio con referentes opositores locales para mostrar que -como peronista que debe haber leído el manual- el conductor, o quien quiera serlo, no puede aliarse con uno de los bandos que pugnan por liderar la oposición; siempre tiene que estar por encima de las internas.

Sería exitoso si consigue que ambos sectores -PJS y la UCR y el PRO- armen una lista única de candidatos a diputados y a senadores el año próximo; lo que por ahora pinta imposible. Alfaro ya impulsó como senadora a su esposa -el año que viene vence su mandato como diputada- mientras que los radicales José Cano y Silvia Elías de Pérez, cuyos mandatos también finalizan en 2021, vienen realizando un trabajo en sociedad. Hay muchos intereses cruzados en la oposición tucumana, que se presenta demasiado fragmentada para darle una pelea exitosa al peronismo que gobierna Tucumán.

En esta línea, de manera virtual por el contexto de pandemia, un nuevo grupo político presentó el jueves en sociedad a su partido por streaming: CREO. ¿Otra fuerza para pescar en el amplio espacio opositor y dividirla aún más o que nace con la intención de sumarse a un frente para fortalecer una amplia alternativa opositora? Sebastián Murga, uno de sus mentores y presidente de la Sociedad Rural, dijo que para la agrupación es fundamental el concepto de coalición para sumar en política. El objetivo es participar en los comicios nacionales del año entrante, para lo cual mañana harían los trámites ante el juzgado electoral federal para obtener el reconocimiento como partido de distrito. Necesitan contar con 4.000 afiliados de mínima. Esa condición les permite presentar candidatos a diputados y a senadores, y luego ser aceptados como partido provincial a través de una solicitud ante la Junta Electoral Provincial. Es lo que hizo Alfaro con su Partido por la Justicia Social (PJS), razón por la que puede presentar lista propia de postulantes en 2021.

En CREO confían en convertirse en una alternativa política en base a un discurso que los puede entrampar o jugarles una mala pasada en el futuro. Es que bajo el hashtag #HastaAcáLlegaron, sostiene que la clase política no ha dado respuestas para sacar a la provincia adelante. La pregunta surge inmediata: ¿con quién van a aliarse entonces? Con el oficialismo seguro que no. Las miradas deberían enfocarse hacia Juntos por el Cambio. Sin embargo, entre los radicales se evidenció cierto resquemor por la aparición de esta organización que aspira a competir en el mismo espacio opositor. ¿Aliado o adversario? Esa respuesta la tiene la dirigencia de CREO, que sí está resuelta, como dijo Murga, no sólo a luchar para ocupar una banca el año que viene sino para ser gobierno en 2023. El productor agropecuario lanzó como definición que “no se construye criticando a los otros dirigentes, ni aumentando la grieta”. Una manera de abrir puertas de a poco; con el acto virtual y por las redes sociales en la noche del lanzamiento sus números de seguidores fueron: Instagram, 459; Vimeo, 356 y Facebook, 270.

Los observadores recuerdan que el titular de la SR simpatizaba con Macri y que por esa vía se vinculó con dirigentes radicales que acompañaban la gestión del ex presidente. Por afinidad estaba más cerca de Cambiemos. ¿Estará en Juntos por el Cambio o como sea que se llame la coalición el año que viene? Dependerá de cómo se encaminen las negociaciones, y entre quiénes. Porque, como es natural, los que vienen peleando desde hace años en política, militando, participando en contiendas electorales y desgastándose, no van a aceptar de buenas a primeras a un socio que recién nace -y con un discurso contra la dirigencia política- para concederle espacios en la lista de candidatos a diputados. A la cola, como sintetizó un veterano radical respecto de este nuevo grupo partidario. O sea, si quieren ingresar a la sociedad, deberán someterse a las reglas del juego democrático; por ejemplo, competir en primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), tal como sucedió el año pasado con Mariano Campero, que peleó sin suerte en la interna de Juntos por el Cambio. Es una alternativa, o una advertencia, eso deben interpretarlo los propios actores para determinar cómo pueden o tienen que encarrilarse las relaciones a futuro. Por de pronto, por perfil, CREO representa al sector del campo, un espacio que viene jugando un activo rol político en los últimos años y, por lo tanto, un factor de poder a considerar en una mesa de negociación.

En el Gobierno provincial también se escudriñó la aparición de estos nuevos participantes en el tablero opositor, y sonrieron ante la fragmentación de la oposición, cada vez con más alternativas para ofrecerle al electorado. En la división, el PJ viene reinando. Mientras el peronismo se mantenga unido y la oposición tan atomizada, el resultado de cualquier elección provincial está cantado. Siempre le hacemos el juego al PJ, se lamenta un correligionario de la Capital. En el oficialismo, con el pragmatismo que caracteriza la mirada peronista, se dice que la dirigencia de CREO va a terminar “arreglando” con Juntos con el Cambio. Y como para coincidir con la apreciación del primo radical, desde el PJ se esboza una aspiración que ampliaría las sonrisas: ojalá vayan solos. Pero no parece posible.

Justamente, el peronismo también quiere explotar el “modo virtual” en el que vive la sociedad para demostrar que sigue existiendo como una fuerza política capaz de organizar movilizaciones masivas para respaldar al Gobierno nacional. Es posible que para eso el 17 de octubre organice varios actos en las diferencias provincias con la participación de 10 a 15 dirigentes políticos -aislados entre sí, mostrando que se respeta el distanciamiento social- para salir en una cadena nacional por videoconferencia. En Tucumán, la única definición partidaria respecto del Día de la Lealtad es que se hará lo que dispongan a nivel nacional. Nada de actos masivos y callejeros.

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