En Tafí del Valle esperan las vacaciones de invierno para poder recuperarse de la agonía

En Tafí del Valle esperan las vacaciones de invierno para poder recuperarse de la agonía

La pandemia se ensañó con los comerciantes, muchos de los cuáles debieron cerrar y otros, cambiar de rubro ante la imposibilidad de que lleguen turistas. No saben cuándo volverán a trabajar.

Tafí del Valle se ha transformado casi en un pueblo fantasma. Caminar por sus calles, donde siempre hubo alegría, bullicio y movimiento es hoy una experiencia desoladora. Da tristeza que el principal punto turístico de la provincia más allá de la capital haya recibido un golpe tan duro de parte del coronavirus. Y eso que en la zona no hubo ningún infectado, pero la pandemia se ensañó con el comercio, los gastronómicos y los hoteles. Algunos se reconvirtieron. Otro, literalmente, dejaron de existir. Salir de esta crisis va a llevar mucho tiempo.

Cecilia Pilo es la encargada de “La picada y mucho más”, un comercio de venta de regionales y artesanías. Como la del resto, su situación es preocupante. Al no haber turistas, las ventas cayeron al mínimo. “Trabajamos con la gente que vive aquí. Tuvimos que adosar un sector de artículos de limpieza, pero la venta es mínima, y además tenemos que seguir pagando impuestos, sueldos, alquiler. Nada baja, y las ventas son casi nulas”, explica.

“LA PICADA”. Cecilia Pilo debió buscar otros rubros. “LA PICADA”. Cecilia Pilo debió buscar otros rubros.

Desde el 20 de marzo, cuando el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena obligatoria, Tafí del Valle estuvo aislada. Conocido fue el problema que se suscitó cuando la indigenista Margarita Mamaní decidió arrogarse poder de Policía y, con el visto bueno de sectores políticos como el mismo intendente Francisco Caliva, cortó la ruta 307 y prohibió el paso para cualquiera que quisiera entrar al valle con el pretexto de proteger a su pueblo de la amenaza de la pandemia. Hizo falta la intervención judicial, luego de más de 40 días de bloqueo, para poder despejar la ruta. Hoy, para llegar a Tafí del Valle hay que atravesar tres controles, en uno de los cuáles incluso se toma la temperatura de los viajantes ubicado en la zona de Las Mesadas. El corte agravó aún más la situación de quienes tienen comercios en la zona ya que ni los propietarios de viviendas podían llegar.


Sólo queda esperar

Diego Villarroel es cocinero y encargado de Alma Bar, y asegura que la están pasando muy mal. “Hacemos delivery, pero eso no alcanza. Agradecemos a los vecinos que nos llaman para que llevemos comida, pero aquí el fuerte es el turismo. Mucho tiempo más así no podemos estar”, advierte. El joven tiene la misma queja que los otros comerciantes. “Tenemos que seguir pagando todas las obligaciones, pero el dinero que ingresa es mínimo. Y no podés decir ‘este mes no pago la luz’ porque se acumula y después se va a hacer todo más cuesta arriba”, reflexiona.

También sobre la avenida Perón, Lago Puelo ya tiene su nombre ganado en el rubro vestimenta. Pero las ventas son escasas. “Por suerte la gente de la villa aún viene y algo compra. Pero el movimiento en general es nulo desde hace semanas. Vos estás esperando que entre gente al local, estamos acostumbrados a mucho movimiento turístico. Ahora salís y no hay nada. Es triste”, indica María Sotelo, la encargada. Lago Puelo es una franquicia, y como tal se regula con decisiones nacionales. “Seguimos trabajando, pero es obvio que no se va a vender como otros años. La situación en ciertos momentos es desesperante”, agrega.

Nadie sabe cuándo va a volver la normalidad. Cuándo las calles se llenarán otras vez de gente, los restaurantes se llenarán de comensales y los hoteles y cabañas desbordarán de pasajeros. Todos tienen una fecha en la mira: el 9 de julio cuando, al menos históricamente, en Tucumán comienzan las vacaciones de julio. El problema es que hasta que el COE habilite el turismo interno, nadie puede asegurar que retornará la normalidad.

“EL RANCHO DE FÉLIX”. Serrizuela decidió cerrar. “EL RANCHO DE FÉLIX”. Serrizuela decidió cerrar.

Si hay un punto tradicional en Tafí del Valle ese es el Rancho de Félix. Con más de 60 años en el negocio gastronómico, es base obligada para los turistas. Hoy, sus puertas están clausuradas y las ventanas cubiertas por gruesas cortinas. “Decidimos cerrar por primera vez en nuestra historia. No había pasado nunca”, rememora el propietario, Enrique Serrizuela. “Cuando vimos lo que estaba pasando tomamos esta decisión. A nosotros no nos sirve hacer deliverys. No es nuestro negocio. Estamos acostumbrados a recibir contingentes de turistas, uno detrás de otro. No podemos trabajar de otra forma”, explica. Ellos aprovecharon para hacer algunas refacciones “y para descansar”. “Nunca nos habíamos tomado vacaciones. No sabíamos lo que era sentarnos a comer tranquilos, a disfrutar de Tafí. Así que decidimos hacer eso. Hoy me siento impecable de salud. Creo que dentro de todo este parate hizo bien, aunque extrañamos mucho el trajín diario”, añade. Serrizuela admite también que la cuestión económica influye en el ánimo de los comerciantes. “Hay que seguir pagando los impuestos, los sueldos, todo como si estuviéramos trabajando con normalidad. Hay gente que la está pasando muy mal”, advierte.

Uno de los que la está pasando mal, como dice Serrizuela, es Dante Orellana, dueño de Rodrimi, una serie de locales de artesanías y jugueterías ubicado en la primera cuadra de la avenida Perón. “Estamos más cerca del arpa que de la guitarra”, dice este santiagueño afincado desde hace años en el Valle de Tafí. “Vendemos artículos de limpieza y de almacén. En principio creía que íbamos a tener que cerrar, pero hay muchas obligaciones, y nos inclinamos por cambiar de rubro. No es lo mismo, pero se hace lo que se puede. Estamos encerrados y hay que seguir viviendo”, aclara. “Nunca pensé que algo así iba a pasar. Soy un enamorado de Tafí del Valle. Es mi casa. Estamos acostumbrados al movimiento. Ahora, mire, no hay nadie en la calle. Y cuando todo era normal la gente se pechaba para caminar”, recuerda.

Así, el espectáculo en la zona cambió radicalmente. Las artesanías dieron lugar a los botes de aceite, o góndolas de alimentos, o bidones de cloro o de lavandina. “De algo hay que vivir hasta poder volver a lo de antes”, asegura Orellana.

Hay dos rubros que la están pasando realmente mal en Tafí del Valle. Uno de ellos, como ya se dijo, es el gastronómico. El martes, el intendente Caliva y los delegados comunales de la zona se reunieron en Casa de Gobierno con la ministra Carolina Vargas Aignasse y le pidieron por la reapertura de los bares, tal como sucedió en el resto de la provincia. “Le planteamos la posibilidad de que puedan abrir de 9 a 18 horas, ya que por cuestiones climáticas después de ese horario hay menos movimiento”, afirmó Caliva. Se entiende que por una cuestión climática, trabajar en la zona desde las 17 es contraproducente por el frío.


En serio peligro

El otro rubro que está en serio peligro es el hotelero. Con más de 2.000 camas, Tafí es el segundo centro de alojamiento en Tucumán luego de la Capital. “Desde que comenzó la cuarentena ninguno de los hoteles o cabaña pudo trabajar. Aquí no podemos hacer otro tipo de comercio como los locales del centro. Vivimos de los pasajeros, y no pueden venir”, explicó Alan Fuhr Jordan, encargado de El Mirador de Tafí. Ergo, ninguno de los hoteles de la zona está abierto. No hay ni encargados a la vista. Todos mantienen las puertas cerradas y los vidrios tapados. Las cabañas están bajo llave. Desde hace ya casi 80 días nadie duerme en esas camas. “Es un golpe duro. No estamos acostumbrados a esto, pero hay que pensar que no pasa sólo en Tafí del Valle, sino en todo el mundo. No somos sólo nosotros los afectados”, explicó Fuhr Jordan. Hace unos días, cuando el resto de las actividades comenzaron a normalizarse, ellos pudieron recomenzar tareas de ampliación que estaban postergadas. “Estamos haciendo nuevas habitaciones, gimnasio, spa y una pileta de natación. Queremos estar listos para cuando podamos abrir las puertas”, especificó.

Con unas 5.000 personas que viven en Tafí, el principal ingreso para casi todos es el del turismo. De una u otra manera, se ven perjudicados por la falta obligada de visitantes. Sus calles, hoy, son desconocidas para el viajero habitual. Les falta vida. Todos miran con expectativa al mes de julio. Saben que puede ser el inicio de una nueva era. La mayoría da por perdido económicamente este 2020. Pero tiene fe y esperanza de que aún algo bueno puede pasar. Quieren que Tafí vuelva a ser el de antes. Y que dentro de poco tiempo la pandemia y sus conocidas consecuencias sean sólo un mal recuerdo.

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