Más de 50 días de aislamiento: la experiencia de los profesionales que dejaron de trabajar

Más de 50 días de aislamiento: la experiencia de los profesionales que dejaron de trabajar

Más de 50 días de aislamiento: la experiencia de los profesionales que dejaron de trabajar

Algunos podrán respirar a partir del lunes, otros aún no. Cómo atraviesan esta cuarentena.

Camila Carceller
Por Camila Carceller 09 Mayo 2020

Desde que comenzó la cuarentena, como todos, profesionales de distintos rubros debieron dejar de trabajar de un día a otro. Algunos tenían oficinas propias o estudios que les costó mucho mantener con el parate de la actividad.

Adnan Javier Drubi tiene 28 años y junto a su mamá, tienen un estudio de arquitectos. “Hace años que trabajo como proyectistas en el estudio y, cuando me recibí, abrí con un amigo una pequeña empresa constructora. Mi profesión es mi único ingreso económico”, contó.

Antes de los últimos anuncios oficiales, Drubi consideró la posibilidad de retomar la actividad cumpliendo los protocolos necesarios, ya que el cese afectó mucho al sector: “vivo de los ahorros que generé mientras trabajé, pero los obreros tienen una situación muy complicada”.

Para matar el tiempo y aprovechando sus orígenes árabes, el arquitecto empezó a cocinar y compartir sus recetas en las redes sociales: “no me genera ingresos, pero me divierte y me apasiona”.

Daniel Rodríguez es odontólogo y hace aproximadamente 11 años que tiene su propio consultorio. En ese espacio trabaja solo, pero además lo hace en relación de dependencia en la UNT, donde es encargado del área odontológica de servicio.

“Es una situación muy complicada. Personalmente estoy sin trabajar desde el 19 de marzo. Lamentablemente es una profesión muy arriesgada y expuesta. Muchos de mis colegas se vieron enormemente perjudicados y ni hablar de los que reciben obras sociales, en donde el reconocimiento de los aranceles dignos aún no es posible”, expresó.

Rodríguez explicó además que su trabajo se ve agravado por el costo adicional que significa adquirir los elementos de protección indicados y que, en caso de que la situación se extienda mucho más, se verá obligado a incrementar el precio e algunas prestaciones: “son elementos para cuidarnos y cuidar al paciente. Además necesitaremos modificar nuestros consultorios para evitar infecciones cruzadas”.

Alfredo Salas es viajante de artículos para el hogar hace unos seis años. Este trabajo, que viene de tradición familiar, es su única fuente de ingresos. “Los locales comerciales cerraron y casi no salieron pedidos. Lo poco que salió fueron entregas preexistentes al aislamiento”, contó.

El comerciante de 26 años está pasando la cuarentena con su familia. En su tiempo de experiencia como trabajador del rubro, no recuerda haber atravesado o siquiera imaginado una situación similar.

“De una u otra forma hay que rebuscársela. Seguir vendiendo lo que se pueda y pensar en otras opciones para estar mejor económicamente. Creo que de lo malo se puede sacar algo bueno, lo importante es tener paciencia y perseverancia para conseguirlo”, cerró.

Diego Fernando Ponce es abañil y hace seis años que tiene su propio negocio en el rubro: “hacemos todo tipo de reparaciones y ampliaciones, pero actualmente los trabajos que teníamos previstos se suspendieron y no la estamos pasando nada bien. Si no trabajamos, no cobramos y hace más de un mes que no estamos pudiendo trabajar”.

“Se hace difícil poder vivir. Este oficio tiene altibajos, pero nunca nos faltó trabajo”, comentó.

 Mili Zermoglio es licenciada en psicología y dueña del jardín ‘Piccolinos’. Es un maternal que comenzó como un proyecto junto a un voluntariado que enseñaba a niños de bajos recursos. Actualmente cuatro maestras trabajan allí. “Cerramos las puertas desde el primer día y comenzamos a trabajar, junto a las seños, de forma virtual gracias a una app del jardín”, contó.

La directora de la institución además mencionó que no reciben ninguna ayuda estatal, por lo que están solventando gastos y sueldos con el aporte de los padres y ahorros personales.

Patricia El Kadi es veterinaria hace 15 años y tiene su local en Yerba Buena. En la veterinaria trabajan tres personas y dos pasantes que, actualmente no están yendo. “Permitimos el ingreso de una sola persona con su mascota, no estamos haciendo la parte de peluquería y estuvimos atendiendo solo urgencias”, contó.

La cardióloga de animales, comentó que esta situación afectó mucho al negocio y que estima una pérdida del 70%. “Veníamos de una crisis de año y medio complicada y, cuando estábamos empezando a repuntar, llegó la pandemia”, cerró.  

Es odontóloga, tiene cuatro hijos y un consultorio que mantener. Patricia Montini trabaja en el rubro hace más de 29 años y, por la cuarentena, es la primera vez que debió dejar de atender. “Pude sobrellevar esta situación por mis ingresos como docente en la UNT. Hubo un ajuste en los gastos y la situación será así los meses venideros”, dijo.

Montini además considera que el mayor problema llegará con el regreso al consultorio, ya que deberán adquirir muchos elementos de protección adicionales para prevenir los contagios: “son caros u no son contemplados en la práctica diaria. Estamos luchando para que las obras sociales entiendan que estos insumos son imprescindibles para salvaguardar la salud, pero el futuro es incierto”.

Leopoldo D’Urso está por recibirse de arquitecto, tiene 33 años y es dueño de ‘Prisma’, un local de arquitectura y diseño. Abrió su negocio a fines de 2016 y actualmente no tiene empleados: “es mi única fuente de ingresos ya que me dedico exclusivamente al diseño y manufactura de equipamientos”.

El estudiante tuvo que dejar pausada una obra de un momento a otro, cuando se dictó el aislamiento. “Es un momento muy difícil, tuve que hacerme como sea y comencé a realizar trabajos pequeños. Me agarró sin ahorros y con la plata justa”, comentó y añadió que tuvo que solicitar el Ingreso Familiar de Emergencia para poder solventarse.

Mantener el refugio

Noelia Tacacho es dueña de ‘Lola Polola’ una pensión canina que alberga a más de 200 animales. El lugar, que también tiene veterinaria, se dedica a rescatar y recuperar perros de la calle y darles una mejor calidad de vida para su adopción. Actualmente más de cinco familias dependen de la pensión.

“Esto me genera mucha preocupación, pero estamos tratando de tomar todos los recaudos posibles ya que afortunadamente estamos trabajando porque el rubro veterinaria es una de las actividades que primero fueron exceptuadas”, comentó.

 La comerciante aseguró que los gastos fijos se están solventando con mucho esfuerzo ya que tuvieron aumentos en los costos.

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