"El shock de las epidemias dura un par de años"

"El shock de las epidemias dura un par de años"

Patricia Palma, historiadora chilena, destaca las tres reacciones que se producen en una sociedad cuando se propagan masivamente las enfermedades.

El shock de las epidemias dura un par de años

1) Negación y escepticismo, a pesar de los evidentes avances de la enfermedad. 2) Rechazo al control sanitario que establecen las autoridades. 3) Búsqueda de culpables, por lo general grupos sociales vulnerables. Son los tres patrones que la historiadora chilena Patricia Palma detecta cuando de epidemias y pandemias se habla. Hechos y conductas que fueron repitiéndose y constituyen un denominador común más allá del paso de los siglos.

Palma (Universidad de Tarapacá, Arica) estudió un caso emblemático registrado en Perú, con motivo de la peste bubónica de 1903. La comunidad de inmigrantes chinos fue el chivo expiatorio que se encontró para endilgarle la responsabilidad por el mal. Curiosidades de la historia: otra vez el nombre de China unido a un episodio de trascendencia, esta vez con forma de coronavirus. Y otra vez como anillo al dedo en la búsqueda de alguien a quien culpar.

- ¿Cuáles son las principales enseñanzas que el estudio histórico extrae de una epidemia o de una pandemia?

- Por ser eventos que se repetirán es posible aprender algunas lecciones. Si bien no necesariamente se pueden prevenir todas las epidemias, sí se pueden mitigar los efectos a partir de una mejor inversión en salud pública. Otra de las lecciones importantes es que no existe una fórmula única para controlar una epidemia. Ante la llegada de cada ola de enfermedad, las personas y los gobiernos se comportaron de manera muy diferente. Por ejemplo, durante la peste bubónica de 1903 algunas ciudades establecieron cuarentena completa de barcos rápidamente, mientras que en otras la tendencia fue a negar la existencia de la enfermedad, como sucedió en Buenos Aires.

- ¿Qué nos dice de una sociedad su comportamiento durante un período de esta naturaleza?

- Hay ciertos patrones sociales que se repiten durante cada brote epidémico. El primero es la negación. Siempre han existido sectores escépticos: hasta hace un siglo, mucha gente no creía que seres microscópicos pudieran ser los causantes de la muerte; lo consideraban una excusa para que los gobiernos ejercieran mayor control. Con relación a ello surge el segundo punto: aumenta el control sanitario por parte de los gobiernos. Surge una suerte de policía sanitaria que ingresa al espacio privado inspeccionando los modos de vivir, en algunos casos quemando los enseres, o trasladando a las personas a hospitales o casas de aislamiento contra su voluntad. Como podemos imaginar, la población respondió ocultando casos, o simplemente no haciendo caso a las recomendaciones. Otro comportamiento que se repite es la culpabilización de un grupo como transmisor de la enfermedad. En algunos casos serán los pobres, en otros, los inmigrantes. Es más “simple” establecer culpas individuales que asumir responsabilidades colectivas sobre las condiciones en que miles de personas viven (desnutrición, hacinamiento, falta de servicios básicos) y que facilitan la propagación de enfermedades.

- ¿Cuáles son los actores sociales que emergen con más nitidez en esta clase de circunstancias?

- Sin duda, el gremio médico aparece como una voz importante durante los momentos de epidemia. Desde fines del siglo XIX se aprecia que durante los brotes epidémicos los llamados “médicos higienistas”, especializados en los campos de epidemiología y salubridad, comenzarán a tener un rol cada vez más visible en las políticas públicas. También surgirán con fuerza medios de comunicaciones independientes, que expondrán sus dudas respecto a cómo se conducen las medidas destinadas a reducir los efectos de la epidemia. Por ejemplo, durante la epidemia de 1903 de peste bubónica en la ciudad de Iquique (Chile) surgirán periódicos como “La Mosca” o “La Bubónica”, ambos de carácter satírico, que plantearán que el gobierno y la elite más que miedo a la bubónica, temían a la “huelgónica”, el miedo a la huelga de los trabajadores del salitre.

- En el caso de la epidemia peruana en la que se culpó a los chinos, ¿cómo se articuló ese proceso?

- Con motivo de la fiebre amarilla de 1868 y, especialmente, la peste bubónica de 1903 que afectó a Lima y el vecino puerto de El Callao, los inmigrantes chinos serán responsabilizados por la llegada y propagación de enfermedades. Perú recibió miles de inmigrantes chinos desde 1847 hasta 1930, cuando la inmigración fue prohibida. Durante periodos de epidemias es cuando surgieron voces sobre la necesidad de ponerlos en vigilancia. Durante la epidemia de 1868 de fiebre amarilla, varios inmigrantes chinos que venían en barcos como colonos fueron obligados a hacer cuarentena por parte del Capitán de Puerto de El Callao, pese a no presentar síntomas. Sin embargo, fue durante la epidemia de peste bubónica de 1903 en que el discurso xenófobo tomó mayor fuerza, por considerarlos “enemigos” de la higiene. Desde meses antes de la llegada de la epidemia, las autoridades de salud y municipales comenzaron una tarea de limpieza de los barrios habitados principalmente por chinos, por considerar que por su poca predisposición a la higiene ello provocaría la propagación de la epidemia. Estas medidas se repitieron en diversas partes del país. La prensa y revistas misceláneas, especialmente aquellas que desde hace unos años se oponían a la inmigración china, tuvieron un rol clave en estigmatizar a los inmigrantes chinos, retratándolos como personas viciosas, adictas al opio, inmorales y sucios.

- ¿Cómo están viviendo estos momentos en el norte de Chile?

- El caso de Chile es particular en la región. El gobierno no ha decretado cuarentena a nivel nacional, sino que se ha implementado una estrategia en la cual se establecen restricciones en municipios dependiendo de la tasa de contagio. Esto ha sido cuestionado por varios sectores, que han solicitado medidas más drásticas para frenar la curva.

En la ciudad de Arica, en la cual resido, se vive la epidemia de forma particular por ser una ciudad fronteriza. Las decisiones de los países vecinos tienen un impacto directo en el desarrollo local, pues muchos productos que se consumen provienen de Perú y Bolivia, y una parte importante de la fuerza laboral son residentes peruano. El cierre de la frontera ha afectado a muchos residentes locales, que acuden de manera regular a Tacna por tratamientos médicos, por ser más económicos que en Chile.

- ¿Qué clase de mundo podría emerger de esta pandemia?

- Me parece que los principales cambios que dejará la epidemia radican en la inversión en materia de salud pública y de nuevas tecnologías locales con el fin de romper con la dependencia de países desarrollados. La epidemia ha dejado en evidencia la precariedad de los sistemas de salud. En América Latina la gran mayoría de los países invierte menos del 6% del Producto Interno Bruto en salud, que es lo mínimo recomendado por la OMS. En términos generales, la epidemia también sacó a relucir las fuertes desigualdades sociales y especialmente la precaria situación de la clase media, con escasa capacidad de ahorro. Los próximos años verán cambios, algunos severos, pero la historia de las epidemias también nos ha enseñado que estos shocks duran un par de años, y que muchas de las condiciones que propiciaron las epidemias se mantendrán en el tiempo.

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