Por el virus, el Carrillo de Yerba Buena tiene destino de hospital de campaña

Yerba Buena encara un proyecto para transformar a su medio raquítico centro asistencial Ramón Carrillo (en comparación con la envergadura de la pandemia) en un hospital de campaña con el que pueda darle combate al coronavirus. Según las estimaciones oficiales, desde ahora y hasta fines de agosto podrían reunir los recursos para que los médicos cuenten con sus equipos de prevención y unos 30 pacientes puedan ser recibidos en una sala de mediana complejidad; hoy, el único centro de salud de gestión local no cuenta con internación.

“Tenemos el deber moral, como gobernantes, de intentar armar una terapia intermedia”, dice el intendente Mariano Campero. La ciudad, de unos 120.000 habitantes, tampoco posee sanatorios privados.

- ¿Cuál es el estado actual del Carrillo con respecto al personal, infraestructura; insumos, etcétera?

- Si se considera que se trata de un servicio de atención primario de la salud, diría que está bastante bien. Tanto desde el punto de vista edilicio como médico, el Carrillo funciona de manera óptima. Pero con la aparición de esta pandemia, nos sentimos obligados a dar un paso más: es necesario transformarlo en un hospital de campaña. Entiendo que la administración de la salud le compete al gobierno provincial, pero queremos mejorar.

- ¿Cuáles son sus pretensiones?

- El paciente covid-19 debería pasar por cuatro etapas de atención. La primera consiste en una consulta telefónica. Para eso hemos habilitado un número de vigilancia epidemiológica municipal (4533636), que ha comenzado a funcionar esta semana con líneas rotativas de 8 a 20. En la segunda fase, los médicos deben hacer un seguimiento telefónico de los casos reportados: ya tenemos un equipo destinado a ese fin. En una tercera instancia, contamos con tubos de oxígeno para quienes tengan dificultades respiratorias. Actualmente, el Carrillo posee 15 camas. Deberíamos incorporar 15 camas y que todas tengan tubos.

- ¿Tiene respiradores artificiales? ¿Cuántos?

- No. En eso consiste la cuarta etapa. Si bien en las conversaciones con el gobernador, Juan Manzur, acordamos que nosotros llegaríamos hasta la tercera etapa, soñamos con equipar al Carrillo con respiradores artificiales: mínimamente quisiéramos tres. Estamos en conversaciones con terapistas porque, de hacerlo, podríamos montar una sala de terapia intermedia con especialidad en enfermedades pulmonares.

- Es decir que el Carrillo pasaría a tener internación; un servicio que hoy no existe.

- Sí. Y una vez que acabe la epidemia, la inversión quedaría. Esta crisis ha demostrado la importancia de la sanidad pública.

- Entonces y en concreto, ¿Qué se necesita para montar ese hospital de campaña?

- Más tubos de oxígeno. Más camas; esto ya estaría resuelto gracias a la Sociedad Rural que nos entregaría esas 15 camillas y sus juegos de sábanas. Más baños. Digitalizar los aparatos de radiografías. Y tres respiradores artificiales.

- Supongamos que obtengan esos insumos, ¿el espacio físico disponible le garantiza que los pacientes no estén hacinados? ¿Hay suficientes médicos? ¿Cuenta con seguridad para esos profesionales?

- Todo lo referido a la bioseguridad, lo tenemos y está garantizado. Por supuesto que los objetivos estarán puestos en la medida de los recursos. El dinero que llegue a este municipio en concepto de Aportes del Tesoro Nacional será destinado a la transformación del Carrillo.

- ¿Cuánto dinero calcula que necesita?

- Mucho más de $ 10 millones. Hasta ahora, llevamos gastados $ 4 millones en termómetros, elementos de bioseguridad, tensiómetros, medicamentos, barbijos, camisolines, botines, alcohol en gel y algunas otras cosas.