Los efectos de una abrupta caída
 WALL STREET VACÍA. El corazón financiero de Estados Unidos está en pausa. El “efecto coronavirus” ha causado estragos en su paso por el Hemisferio Norte del planeta. WALL STREET VACÍA. El corazón financiero de Estados Unidos está en pausa. El “efecto coronavirus” ha causado estragos en su paso por el Hemisferio Norte del planeta.

A los ministros de Economía que ayer participaron de la videoconferencia con funcionarios nacionales se les puso la piel de gallina cuando uno de ellos lanzó algunas proyecciones casi apocalípticas sobre el rumbo económico. En medio del silencio general (en parte por la tecnología, pero más por el difícil momento financiero de las provincias), uno de los técnicos más encumbrados de la Casa Rosada lanzó su diagnóstico: estamos frente a la caída económica más abrupta, a nivel global, desde la Segunda Guerra Mundial y, tal vez, rozando a lo que ha sido la Gran Depresión de la década de 1930 en EEUU. El “efecto coronavirus” ha causado estragos en su paso por el Hemisferio Norte del planeta. Y ahora se avecinan sus irradiaciones hacia el resto del mundo. En el caso particular de la Argentina, algunos miembros del gabinete nacional sostienen que, este año, el Producto Bruto Interno (PBI) puede llegar a caer un 5% en el mejor de los escenarios. El peor es más estrepitoso: un descenso de hasta un 16% en la actividad económica.

Tras esa evaluación, el silencio fue más evidente. Sin embargo, la pregunta se caía de maduro. Si esos son los escenarios base entonces, ¿cuál puede llegar a ser la proyección de la recaudación de impuestos coparticipables? Nadie puede contestar aún esa pregunta. La fotografía más reciente plantea que las transferencias correspondientes a marzo se han expandido en torno de un 30%. Eso es en términos nominales, sin tomar en cuenta la evolución inflacionaria que tuvo el país durante el último año calendario.

Los recursos transferidos a todas las jurisdicciones alcanzaron los $ 136.848 millones. Al considerar los efectos de la inflación, esto significa una caída del 11,3% de la coparticipación en términos reales (Tucumán, no obstante, está entre las menos perdedoras con una baja del 10,6%), indica un reporte del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Para evaluar el posible primer impacto del covid-19 en la recaudación, puede apreciarse que para que en marzo la coparticipación hubiese mostrado la misma dinámica real que febrero (caída real del 4%), debiese haber crecido un 41,1% nominal. Y lo hizo solamente en un 30,4%, aclara.

¿Por dónde pasa la solución? La mayoría de los gobernadores le hizo saber al presidente, Alberto Fernández, que, sin asistencia federal, no será posible pagar los salarios a los empleados públicos. Una simple mirada por las transferencias de orden nacional a Tucumán dan cuenta de la magnitud del problema. Durante el mes que pasó, a la provincia le correspondieron cerca de $ 6.000 millones de la coparticipación. Sin embargo, a esa suma hay que descontarle una afectación no menor a $ 800 millones por los préstamos de corto plazo tomados para abonar salarios. A eso hay que sumarle los $ 2.300 millones que obtuvo la Dirección General de Rentas por cobro de impuestos provinciales. Si hacemos una analogía con el presupuesto familiar, ese dinero le sirve a la gestión del gobernador Juan Manzur para cubrir los gastos de alimentos (salarios y de funcionamiento), pero no puede pagar la tarjeta de crédito ni destinar dinero para otras erogaciones si algún integrante de la familia se enferma (entiéndase como área esencial del Estado). En épocas de pandemia del coronavirus, ese es el peor de los escenarios financieros porque hubo que redistribuir partidas para gastos en salud, con el fin de dotar a los hospitales de los insumos necesarios para prepararse frente la situación que se avecina.

Hay algunos gestos de austeridad que pueden ser simbólicos frente a un Estado que necesita más de $ 156.000 millones al año para funcionar (casi $ 100.000 millones en salarios). Uno de ellos es la retención de gran parte de los sueldos a los funcionarios jerárquicos. Los gobernadores quieren que la Nación imprima más billetes para financiar gastos salariales en sus distritos. La respuesta está pendiente. La amenaza es apelar a las cuasimonedas, algo que la Casa Rosada quiere evitar. La cirugía mayor es más grave: hay distritos que sugieren poner un tope salarial transitorio a aquellas franjas de estatales que cobran, por ejemplo, por encima de los $ 60.000 mensuales. Cuando el río suena...

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