Reporte Rural: en tiempos de bronca, a enfriar la cabeza

Reporte Rural: en tiempos de bronca, a enfriar la cabeza

Las tensiones campo-Gobierno no son nuevas; pero venían apaciguadas. Resulta necesario que se apele a un dialogo genuino; que la dirigencia política genere ideas sustentables en el tiempo. Los dirigentes ruralistas deben insistir con hallar el modo de que el Gobierno entienda que sus medidas no afectan sólo al sector productivo, sino a toda la sociedad.

En los ámbitos sociales y económicos de diversas partes del mundo resulta habitual que se registren conflictos entre personas. En nuestro país, en particular, pocas veces deja de suceder. Se presentan conflictos entre gremios, entre empresas, entre familias y entre personas. Y estos provocan diferentes tipos de problemas, que perjudican la vida armoniosa que todo el mundo busca tener, y muy pocas veces se logra.

Los grandes conflictos, como las guerras, son algo lamentable; y aunque siempre y a toda costa se debe tratar de evitar, desgraciadamente aún continúan ocurriendo.

Sin dudas, los conflictos están presentes desde que el hombre habita la tierra. Y a pesar de esto, siempre existe la posibilidad de evitarlos. O, al menos, de alcanzar alguna solución, generalmente por medio del dialogo, práctica que, si es genuina, normalmente da resultados.

El conflicto entre el Gobierno nacional y el campo viene desde hace tiempo. Comenzó durante la primera administración de Cristina Fernández de Kirchner, con la famosa resolución N° 125. Luego, con el cambio de Gobierno las aguas se apaciguaron un poco.

Actualmente y después de varias campañas y administraciones, la tensión campo-Gobierno está creciendo otra vez.

Esto sucede porque el cierre de los registros de exportaciones de granos, que resolvieron el miércoles, funcionaría como la antesala de un posible aumento de las retenciones a la exportación de soja, que llegarían a un 33%. Esto ya lo venía anticipando parte del sector productivo desde hacía tiempo.

Cúmulo de problemas

Esto se suma a las condiciones económicas actuales de alta presión tributaria, de inflación y de altos costos, que junto a las inclemencias climáticas que se dieron durante esta campaña -sobre todo, en el NOA- van acentuando el mal humor general del sector del campo y un aumento en la desconfianza hacia este Gobierno.

Hoy, con las nuevas resoluciones que sacó adelante el Gobierno se palpa en todo el territorio nacional -y, por ende, en el provincial- los efectos de este proceso conflictivo que está generando en el productor una especie de hartazgo, de bronca y de preocupación.

Nuevamente se generan fricciones, y no se llega a un acuerdo para que puedan satisfacer las necesidades productivas nacionales y, sobre todo, las regionales.

El Estado debe darle la importancia que merece el productor agropecuario, como parte muy pequeña de un poderoso motor de la economía argentina, que produce bienes y servicios para el mercado interno y excedentes agropecuarios o productos no tradicionales en el consumo argentino para los mercados internacionales.

Bolsillos complicados

En la provincia acaba de terminar una siembra de granos muy problemática, debido a las condiciones climáticas que se dieron desde principios de diciembre a la fecha, que alternó la sequía al principio de la siembra con excesivas lluvias al final. En la actualidad se presentan lotes muy irregulares en sus condiciones de crecimiento y desarrollo.

Estos problemas que originan las condiciones climáticas adversas no son nuevos. Vienen afectando los cultivos desde hace varias campañas, generando años regulares y malos, por lo que muchos productores apenas tienen algunos pesos en el bolsillo para el pago de insumos, de labores y para el uso diario de la familia; y cada vez menos para invertir adecuadamente.

Muchas veces las situaciones de conflicto generan sentimientos de bronca y de impotencia. Pero resulta necesario enfriar la cabeza y pensar en cómo salir airoso de situaciones que sólo generan desgaste y hartazgo.

Desde el Estado nacional y provincial deben salir ideas que generen políticas claras y sustentables en el tiempo. Y siempre consensuadas con el sector, para que evitar tensiones y para despertar esperanzas futuras de producciones que generen estabilidad.

Hoy los estados de ánimos vuelven a ser malos en muchos sectores productivos. Y la cabeza de los que manejan las políticas para el sector empezaron de nuevo a estar en un tire y afloje, del cual quieren salir vencedores, cueste lo que cueste. No ponen la vista a la distancia y no actúan para el futuro del país.

En el caso del NOA, los dirigentes agropecuarios que representan a los productores de esta importante región deben seguir buscando la manera de que las autoridades nacionales entiendan los graves problemas económicos y financieros en los cuales están inmersos, que seguramente acarrearán problemas sociales. Los funcionarios deben tener en cuenta que estas medidas no sólo afectan a la producción agropecuaria.

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