Descontrol en El Mollar: vendió la casa familiar porque se cansó de los problemas

Los disturbios generados por los jóvenes, los ruidos molestos y los servicios precarios expulsaron del valle a Oscar Rodríguez.

OPERATIVOS POLICIALES. Los agentes controlan que no se produzcan problemas entre los jóvenes.   OPERATIVOS POLICIALES. Los agentes controlan que no se produzcan problemas entre los jóvenes.
19 Enero 2020

Oscar Rodríguez durmió por primera vez en su casa de El Mollar en diciembre de 1982. Con un enorme esfuerzo, el docente universitario había adquirido el terreno y después había edificado la vivienda. Ni a él, ni a su esposa, ni a sus tres hijos (dos mujeres y un varón) les importó que las primeras vacaciones fueran muy rudimentarias. Por ejemplo: el presupuesto familiar no había alcanzado para colocar el piso; tampoco era sencillo conseguir una garrafa de gas para hacer funcionar la cocina y para que el calefón calentara el agua. Haber concretado el sueño de poseer un lugar para descansar era mucho más fuerte.

Pero el sueño quedó trunco: 25 años después terminó vendiendo la casa que con tanto esfuerzo había levantado. Antes de entregarle la llave al comprador le pidió una cosa: que la disfrutara, porque él había dejado parte de su vida en ella.

“Varias razones me llevaron a tomar esta decisión. Para empezar, no encontré una persona que quisiera cuidarla cuando quedaba deshabitada. Los crecientes descontroles de los jóvenes ya me habían obligado a no instalarme en enero, o al menos, no en la segunda quincena. Y después, la inseguridad. En 20 años sufrí un solo robo, pero fue devastador: se llevaron los juegos de sábanas, las colchas, los cubiertos, los platos, una máquina de cortar el césped, un televisor, electrodomésticos y una radio. Todo. Al parecer, se tomaron varios días para llevarse las cosas”, recordó.

La casa que era de los Rodríguez no es grande: dos dormitorios, un living comedor, baño, cocina y lavadero. Bastaba para albergar a la familia y a los amigos que los hijos recibían verano a verano. El interior está machimbrado con madera de pino, que les daba calor de hogar en las noches frescas de verano y durante las nevadas del invierno. Tiene además una larga galería que les permitía observar la magnificencia del valle. Pero, además, la modesta casa de veraneo contaba con un valor agregado. Oscar había fabricado varios de los muebles con el material que había sobrado de la construcción.

Su esposa, también docente de las escuelas medias universitarias, había tejido colchas y había bordado varios manteles, que terminaron en la casa de los delincuentes que se quedaron con el esfuerzo de muchos años.

Recuerdos entrañables

“Eran vacaciones diferentes. Todos disfrutábamos mucho del descanso. Los primeros tiempos fueron más difíciles, pero igualmente hermosos”, contó Rodríguez. Normalmente la familia se instalaba en la casa antes de fin de año. Los preparativos eran una odisea, y en diciembre se hacían dos o tres viajes para llevar todo lo necesario para el veraneo. “No era fácil conseguir toda la mercadería -añadió Rodríguez-; había que ir preparado”. Llegado el momento, dos integrantes de la familia viajaban en ómnibus con varios bultos y los tres restantes, en el auto familiar cargado con mercadería. Recibían el Año Nuevo con una temperatura de 20° y, fundamentalmente, sin ruidos. “A duras penas llegábamos despiertos a las 12”, recordó con nostalgia.

A fines de enero, el jefe de familia regresaba a la ciudad para comenzar a trabajar y subía nuevamente los viernes por la tarde. Cerraban la casa a mediados de febrero. Volvían en Semana Santa, en vacaciones de julio y, eventualmente, en algún fin de semana largo.

Los problemas

Rodríguez comentó que los inconvenientes comenzaron a mediados de los 90, cuando se instalaron varios centros nocturnos. En bares en los que ni siquiera había agua corriente se vendía alcohol de manera indiscriminada. Además, agregó, los ambulantes coparon la villa.

“En un primer momento los problemas se suscitaban los fines de semana, pero se fueron generalizando y El Mollar pasó de ser un centro de descanso a ser un centro de problemas que no tenían solución”, señaló durante la entrevista con LA GACETA.

Los inconvenientes en el suministro de energía eléctrica, la falta de recolección y de tratamiento de la basura, y la escasez de agua empeoraron la situación. A pesar de todo, seguían disfrutando del lugar. Los padres pasaban largas sobremesas con otros matrimonios de veraneantes; las hijas disfrutaban las tardes en la casa “Chichi” Oldano (una especie de colonia de vacaciones para las alumnas de la escuela Sarmiento) y su hijo, aprendiendo los secretos de la pesca en La Angostura.

“En vez de solucionarse, los problemas se fueron agravando. Buscamos otras alternativas. Nos quedábamos hasta la primera quincena, que era más tranquila, y después volvíamos en febrero. También es cierto que los chicos fueron creciendo y por diferentes razones El Mollar ya no los atraía tanto”, analizó Rodríguez. “Teníamos la esperanza de que nuestros nietos pudieran disfrutar la casa, pero sólo cuatro de ellos llegaron a conocerla. Estoy seguro de que los tres más pequeños también la hubieran aprovechado en cualquier época del año menos en enero”, concluyó.

Los Rodríguez, como otros matrimonios amigos, se rindieron; los cambios prometidos nunca llegaron y la situación empeoró. “Desgraciadamente terminamos vendiendo la casa. Fue una decisión dolorosa, pero ahora que me entero de que todo sigue igual, o peor, no me arrepiento”, contó el docente jubilado.

Controles

Habilitaron un número de Whatsapp para que los vecinos denuncien incidentes

A causa de la gran cantidad de problemas que se producen en El Mollar, la Policía habilitó un número para que los vecinos se comuniquen y denuncien los incidentes. Se puede llamar o enviar mensajes de Whatsapp al 381-5371005. También está habilitado el fijo de la comisaría: (03867) 491301. El objetivo es que los vecinos les avisen a los policías si son testigos de algún tipo de descontrol para que ellos puedan tomar medidas lo antes posible. Además, se informó que se incrementarán los operativos durante los fines de semana.

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