Otros nombres, el mismo desafío

Otros nombres, el mismo desafío

ARRANCÓ. En este nuevo ciclo, Russo buscará ganar otra vez la Copa Libertadores. télam ARRANCÓ. En este nuevo ciclo, Russo buscará ganar otra vez la Copa Libertadores. télam

Miguel Ángel Russo inició su trabajo como la novedad de 2020, pero la esperanza en Boca sigue llevando el nombre de Juan Román Riquelme. El domingo 26, ante el Independiente de Lucas Pusineri -otro debutante-, seguramente La Bombonera seguirá coreando a Román. Se tratará del primer partido oficial de un Boca cuya misión inaugural será recuperar la punta y lograr el título de la Superliga -aunque todos sabemos que eso, de concretarse, sería apenas el inicio, porque Boca sigue cantando aquello de que “la Copa Libertadores es mi obsesión”-. Una obsesión que se agranda a medida que pasan los años y la última conquista, en 2007 -precisamente con Russo como DT-, se aleja cada vez más.

Russo tiene ahora 63 años, la misma edad -recordó días atrás el colega Raúl Pérez- que tenía Carlos Bianchi cuando en 2013 volvió por última vez a Boca. El dato, claro, reabre el debate sobre la edad ideal de los técnicos, porque aparecen nuevas generaciones -Israel Damonte, de Huracán, es la mayor sorpresa-, y los más grandes plantean el tema de la brecha generacional con sus jugadores. El mayor capital de un DT más “veterano” como Russo es la “experiencia”. Ringo Bonavena decía que “la experiencia es un peine que te dan cuando ya te quedaste pelado”. Ironía al margen, Russo apeló justamente a su “experiencia” para saber que “cuanto menos cambiemos más nos va a beneficiar”. Es decir, se viene un minitorneo de apenas siete fechas. Y no es bueno experimentar con un título tan rápido en juego.

¿Pero parará unos metros más adelante Russo a su Boca, respecto del equipo de Gustavo Alfaro? ¿Terminará eso acaso desprotegiendo a ese triángulo intocable de gran seguridad que ofrecían el arquero Esteban Andrada y los zagueros Lisandro López y Carlos Izquierdoz? ¿Recuperará Iván Marcone la potencia física y la precisión que perdió sobre el final del ciclo de Alfaro, y que lo hizo pasar de pilar indiscutido a casi prescindible? Por ahora, dólar mediante, el refuerzo central de Boca sigue llevando el nombre del goleador peruano Paolo Guerrero. ¿Cómo no saludaría Russo su fichaje si el técnico aprecia justamente la experiencia y el oficio, y la necesidad de que el jugador conozca claramente su rol? “No me gustan los jugadores con lugares indefinidos”, fue otra respuesta interesante de Russo en su presentación. Se refería a “Bebelo” Reynoso. Si llega Guerrero, Russo deberá definir quién abastecerá principalmente al peruano. Si Reynoso, si Alexis MacAllister o si el propio Carlos Tevez, que seguramente se quedará y, con 36 años, cumpliría acaso su deseo de retirarse en Boca.

Ninguno de ellos, está claro, podrá ser el Riquelme crack que permitió a Russo ganar la Libertadores de 2007.

Alrededor de Román

Salvando todas las distancias, lo de Russo con Riquelme en aquel Boca campeón fue como lo de Carlos Bilardo con Diego Maradona en México 86: armar un equipo alrededor del astro. Pero a Román, que físicamente daba ventajas -Russo lo había cuidado, y no lo había hecho jugar en altura: La Paz, Toluca y Cusco-, tuvo a su lado, como bien nos recuerda Raúl Pérez, a un cinco fino y preciso como Ever Banega, que se fue rápido a Europa y que hoy, en puesto más ofensivo, sigue siendo jugador clave en Sevilla. Pablo Ledesma y Neri Cardozo corrían todo, con lo cual compensaban la menor movilidad no sólo de Banega, sino, ante todo, de Riquelme, que además tenía otros dos socios perfectos en ambos laterales: Hugo Ibarra y Clemente Rodríguez. Es decir, Russo tuvo a Riquelme, claro, pero armó un equipo sólido alrededor de aquel, que sumaba no sólo el oficio de Martín Palermo, sino a un imparable Rodrigo Palacio, otro que, por algo, todavía sigue haciendo goles en Europa.

El equipo en manos del Riquelme dirigente y el otra vez posible arribo de Guerrero alimenta ilusiones.

Del otro lado, el responsable principal de las desgracias últimas de Boca, de la derrota electoral del largo ciclo macrista, Marcelo Gallardo, sigue disfrutando las mieles de su ciclo. Fue impresionante la recepción de los hinchas en San Martín de los Andes. Una especie de inyección revitalizadora para un equipo que viene de sufrir la derrota acaso más dura del ciclo -la final de Lima ante Flamengo-, pero que, aun así, nos avisa que sigue intacto. Está el sorprendente Argentinos de Diego Davobe en la punta. Y Lanús y Vélez en la discusión. Pero la lucha final de la Superliga tiene allí a Boca y a River -con un partido menos-, como actores centrales. El título de la Superliga será su primer duelo de 2020 para el capítulo siempre más explosivo que sigue siendo la Libertadores.

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