Donato Grima: el arte debe desnudar por dentro al espectador

Donato Grima: el arte debe desnudar por dentro al espectador

El pintor tucumano trabaja arduamente en un ambicioso homenaje a Goya que será presentado en Buenos Aires.

Ceguera borgeana que sueña quizás majas ausentes. Una mujer en la pecera ofrenda su voluptuosa desnudez. San Jorge ejercita su lanza desbrozando la estupidez. Un espermatozoide navega en la nada. Eros libra batallas en una cama. Torsos que hablan. Burla que se sienta a la mesa de la última cenadora. Chelistas dibujan la sensualidad en los arcos. Una urgencia de llamas arde en el alma de Notre-Dame. Los desbordes alucinados de Dionisos. En esos rostros desencajados por la injusticia, la condición humana duele. El dolor del mundo recorre un Cristo de espaldas. La imaginación y el insomnio reverberan en esa pasión de colores que brota en la mirada de Donato Grima. Los premios y halagos obtenidos a lo largo de casi medio siglo no han cruzado de brazos los pinceles de este artista tucumano que ha visitado hace unas semanas Fuendetodos, ese villorrio de Aragón, donde Francisco de Goya y Lucientes vio la luz. Una ambiciosa exposición que presentará en diciembre en Buenos Aires y que promete cruzar el Atlántico, le rendirá homenaje al autor de las Pinturas Negras.

- ¿Cómo se gestó el primer contacto con el dibujo? ¿Influyó el ambiente familiar o la escuela?

- No podría hablar de influencia familiar porque no había referentes artísticos en la familia, y en la escuela tampoco, pero mis padres vieron mi inclinación hacia las bellas artes y me estimulaban

- ¿Qué aprendiste de tus maestros?

- El inventario nunca es caudaloso; el verdadero maestro no necesariamente es el que te enseña una técnica, sino el que te enseña a pensar; el que te moviliza la capacidad de observación. Todos hacen aportes valiosos a tu formación, pero el verdadero aprendizaje del artista se da en su investigación personal, es ahí donde se decodifican las señales enviadas por el maestro.

- ¿Aurelio Salas te mostró un camino?

- Aurelio representaba en Tucumán la “tiranía del dibujo” por el rigor de su oficio y lo difícil que es esa disciplina. Ahí no hay buenos o malos dibujantes. Se es o no se es dibujante. Recuerdo que una vez le pregunté sobre qué era la línea y Aurelio citó a Kandinski: “La línea es el punto que se fue de paseo”. Esa bella metáfora sintetizaba el dibujo. Aurelio Salas era eso, un referente a superar, ahí radicaba su condición de maestro.

- En los años 70 te fuiste a Venezuela, ¿por qué te atrajo ese país? ¿Ahí descubrís el expresionismo y la obra de Spilimbergo?

- Me fui a Venezuela como pude haberme ido a cualquier otro lugar. Llegué a Caracas un 25 de mayo de 1975; éramos miles de argentinos. Tenía 25 años. Caracas era una ciudad fantástica, le decían “La Tokio del Caribe“. Para mí fue determinante; viví allí hasta 1984. Trabajé como ilustrador y director de arte en estudios de diseño y editoriales. Luego llevé a mi familia. Realicé varias exposiciones y en una de ellas, en 1977 me tocó compartir con Antonio Berni la Galería Ocre, cada uno en una sala distinta. Berni exponía sus monstruos de metal y yo, en la sala contigua la serie Los Idiotas. En Caracas se respiraba creatividad. Allí descubrí la obra de Francis Bacon y entendí la profunda influencia que había ejercido en el arte argentino, sobre todo en La Nueva Figuración. También conocí la obra del pintor expresionista alemán Max Beckmann, del cual Spilimbergo tenía mucha influencia, sobre todo en su pintura. Ahí terminé de entender la obra del gran maestro. Caracas era una ciudad inspiradora, una gran escuela, vivían artistas y diseñadores de todo el mundo. Cuando quise regresar de visita hace algunos años, un querido amigo empresario italiano que sigue viviendo en Caracas, me dijo en Venecia: “Donato, no vuelvas, deja en tu memoria el paraíso que conociste”. Con eso me dijo todo.

- El diseño gráfico también estuvo entre tus intereses, ¿qué representó para vos, qué relación tiene con tu producción plástica?

- El diseño gráfico me sirvió para ganar dinero, era la salida laboral segura de los artistas plásticos. Sin computadoras, los artistas eran los únicos capacitados para hacer ese trabajo. Hoy se debate si el diseño es o no un arte, pero si antes era un oficio reservado a los artistas, entonces sí era un arte. Tema largo para debatir. En cuanto qué aporte hizo a mi producción plástica, muchísima. Pero al margen de lo que significa en mi obra, mi mayor satisfacción fue cuando fundé el Centro de Arte Diseño. Muchos jóvenes que pasaron por ahí pueden vivir hoy de lo que aprendieron.

- ¿En qué momento comenzás a interesarte por los temas sociales?

- Siempre me interesaron, de ahí esa observación del crítico español que me comparaba con Goya por la manera de pintar los vicios del poder. Mi primera exposición individual en 1971 se titulaba Entes y un testimonio. Todo el arte argentino de la década del 70 era contestatario. Creíamos en un mundo distinto y eso se reflejaba en las artes plásticas, la poesía, el teatro, en la música.

- ¿Un artista debe estar necesariamente comprometido con su tiempo o con el arte?

- El artista antes que nada debe ser libre, porque solo en libertad se puede crear. Cuando uno elige el arte como forma de vida, está eligiendo ser libre, y eso implica muchas renuncias. El artista primero debe estar comprometido con su arte, porque es el medio para comunicar una idea o un pensamiento, es lo que lo identifica como un ser pensante.

- El crítico de arte de un diario de Madrid te comparó con Goya por el modo de pintar los vicios del poder, ¿cómo tomaste esa observación? ¿Se te despertó entonces tu interés por su obra?

- En principio me pasó lo que le puede pasar a cualquier artista con semejante comparación, pero luego puse los pies en la tierra y entendí lo que quiso decir el crítico. Es ahí donde me nació la idea de investigar a fondo la obra de Goya. Pasaron casi 30 años para tomar la decisión de hacer algo con ese tema y me dije: “ahora es el momento”. Así que empecé a preparar un proyecto que titulé Los gestos de Goya. Para eso viajé a España donde estuve todo agosto visitando museos, ermitas, bibliotecas, y conversando con especialistas en la obra de Goya. Son cinco artistas que en el siglo 20 reinterpretaron la obra de este genio del arte universal entre los que están Dalí y Picasso. Mi propuesta es distinta, más global.

- ¿Cuál es tu concepción de arte actual, donde el dibujo, la pintura, concebida al modo tradicional, han sido desplazados por el “todo es válido”? ¿Todo es cuestión de moda y del mercado?

- En las artes como en todas las actividades que caen bajo la especulación de las modas y vanguardias se envejece pero también se nace de nuevo. Yo he visto en Europa y Nueva York arte contemporáneo muy bueno, pero contrasta con las aventuras estéticas que quieren imponer. Este hecho se traduce en el mito de lo nuevo que es pura manipulación comercial. El arte debe estremecer al espectador, desnudarlo por dentro. La verdadera obra de arte es expansiva, el artista quiere ensanchar y dilatar su mundo en un esforzado proceso creador. Busca, quiere y explora porque tiene sed de sensaciones y conocimiento, pero eso no veo en el arte actual, salvo raras excepciones. Creo que se perdió la mística del arte. Cuando todo es arte, nada es arte.

- Has expuesto y has vendido tu obra en Nueva York y en otras ciudades del mundo, ¿pensaste alguna vez que ibas a llegar tan lejos? ¿Cómo vivís la posibilidad de exponer en París?

- Llegar a esos lugares y armar un circuito para mi obra me llevo 45 años. Irme de Tucumán a los 25 años fue determinante. En el camino conocí a mucha gente y, sin darme cuenta se formó un abanico de relaciones. Esas vinculaciones me sirvieron para exponer y poder llegar con mi obra a Nueva York; Alemania, España, Colombia, Venezuela, México y otros lugares donde se dio casi de manera natural. Gozar de algunas mieles lleva una vida dedicada al arte.

- ¿Has concebido ya la que podrías considerar su obra magna?

- Si yo considerase haber realizado mi obra magna dejaría de trabajar, no tendría motivos para seguir, sería terrible. Si podría decir que tengo obras que me dieron mucha satisfacción por ejemplo la exposición Nadie mira que hice en el Museo de Bellas Artes en 2013. También podría citar Los idiotas, El Quinto jinete del Apocalipsis, El día que Dionisos descubre que es un mito o Esa humana condición, todas estas temáticas tienen obras que me dieron mucha satisfacción. En Alemania hay mucha obra mía que yo considero importante, también en España, Nueva York. En Venezuela y el Caribe quedaron obras de mi juventud que son muy importantes porque encierran una historia de vida. Son jirones del alma que fui va dejando en el camino. Por eso es difícil determinar cuál es la obra magna. Cada una es un microrrelato, tiene vida propia. Por supuesto, el artista sabe qué temperatura tiene cada obra,

- Si te quedaran pocas horas de vida, ¿qué pintarías?

- Intentaría pintar la eternidad.

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