Un “yutero” en 1904

Un “yutero” en 1904

Pablo Rojas Paz y la tabla de multiplicar.

PABLO ROJAS PAZ. A la izquierda, en una visita a LA GACETA, junto a don Alberto García Hamilton y Ricardo Chirre Danós PABLO ROJAS PAZ. A la izquierda, en una visita a LA GACETA, junto a don Alberto García Hamilton y Ricardo Chirre Danós

En su libro “El patio de la noche” (l940), el tucumano Pablo Rojas Paz (1896-1956) evocaba la primera vez que deliberadamente faltó a clase: cuando “hizo la yuta”, como se dice en Tucumán. Todo había empezado en el momento en que la maestra dijo “al que no sepa la tabla de multiplicar, le vale más no venir mañana”, con severa voz.

“Con esta amenaza nos despidió aquella tarde la señorita Escobar, fulminándonos a todos con una mirada de pólvora y relámpago. El terror apeñuscó el alma de los más, chicos tímidos que en ese momento hubieran querido huir despavoridos como las ovejas cuando oyen el trueno. Más de un corazón infantil apresuró su ritmo. Recíprocamente, nos preguntábamos qué haríamos”. Esa noche, el niño Rojas Paz se durmió muy tarde. Se sentía “Hamlet en el monólogo famoso: ¿qué hacer? ¿iré? ¿no iré?”.

De pronto, empezó a barajar la última posibilidad. “A la mañana siguiente, mi decisión estaba tomada. Descubrí que con la preocupación de la noche anterior, no había tenido tiempo de estudiar la tabla. No quedaba más remedio que faltar a clase. Como Cortés al quemar las naves, me senté en un banco de la plaza independencia a esperar que se hiciera tarde. Cuando el reloj de la Catedral marco las ocho, una extraña serenidad se apoderó de mí”.

“Me puse de pie dedicándome a discurrir por la plaza. La mañana era perfecta. Los azahares gigantescos de los naranjos amargos entregaban su aroma penetrante a la brisa sutil. No creía ser yo mismo; me sentía estar en una ciudad lejana. Experimentaba la emoción desconcertante de contemplar las cosas que me eran familiares y cotidianas, a la luz distinta de una hora insólita. Mientras estábamos en la escuela, la ciudad tenía una belleza para nosotros vedada...”

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