“Es fundamental que las escuelas apoyen a los alumnos con hijos para que sigan estudiando”

“Es fundamental que las escuelas apoyen a los alumnos con hijos para que sigan estudiando”

Lo afirmó Agustina Caorsi, alumna de la escuela Normal. Allí se inauguró una nueva sala maternal. Está destinada a los padres adolescentes.

LA SALA. Los padres que estudian en el colegio pueden dejar a sus hijos allí y visitarlos durante el recreo. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.- LA SALA. Los padres que estudian en el colegio pueden dejar a sus hijos allí y visitarlos durante el recreo. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.-

Al entrar a la escuela Normal Juan Bautista Alberdi (Muñecas 219) lo primero que llama la atención es la magnitud del edificio, con sus largos pasillos y el eterno laberinto de aulas. Cada espacio -atestado de mochilas y de conversaciones- tiene su encanto, pero hay una habitación en particular que capta todas las miradas. “Maternal Caricias”, describen unas pequeñas almohadas con dibujos animados. Los rastros de aquella referencia infantil también persisten en las paredes color manteca del salón, todas ellas recargadas con stickers de búhos, flores e imágenes de los “Ositos Cariñositos”.

“La sala está destinada a las madres y los padres adolescentes que vienen a la escuela y necesitan un espacio donde dejar a sus hijos mientras ellos asisten a clases. O a los estudiantes que deben cuidar a sus hermanos menores”, explica la rectora Noelí Alejandra Guerra mientras acomoda los peluches de las cunas.

Este es el caso de Ana Paula Tizano, estudiante de 5° año y madre de Agustín: un pequeño inquieto que aprendió a caminar en la alfombra didáctica (con coloridos números y figuras geométricas) que hoy decora el piso del aula.

El maternal comenzará a funcionar el martes y, además de Agustín, alojará a niños -desde los 45 días hasta los 2 años de edad- de nueve instituciones educativas cercanas. Entre ellas, la escuela Obispo José Agustín Molina, Comercio 1, Comercio 2 y Comercio 3. Por el momento, la habitación lúdica solo funcionará por la mañana -de 7.20 hasta las 14- pero se desea, a futuro, incluir un turno por la tarde.

PURO COLOR. Las maestras ultiman los detalles para recibir a los niños. PURO COLOR. Las maestras ultiman los detalles para recibir a los niños.

A la luz...

Al igual que con las salas de lactancia, la creación de lugares como este sirve de foco para que los propios jóvenes reflexionen sobre cuestiones como la educación sexual, la natalidad y los derechos de la mujer.

“El programa se ubica en Tucumán porque la provincia está por arriba de la media nacional en lo referido a embarazos adolescentes. Según un relevamiento de Unicef estamos entre los primeros puestos”, detalla Guerra.

Queda apenas una hora para que sexto año termine la jornada y es el propio grupo el que decidió aprovechar el tiempo para conocer la sala maternal. “Es fundamental que todas las escuelas apoyen a los alumnos que tienen hijos para que estos puedan terminar algo tan importante en sus vidas como son los estudios secundarios”, reflexiona la estudiante Agustina Caorsi.

“En clases también se les da permiso a las madres para que puedan ver a su bebé o lo amamanten. Esto es importante para quienes quieren seguir con sus vidas y terminar el colegio. A futuro les da mejores oportunidades laborales, lo que favorece a ellas y a sus hijos”, añade su compañera Antonella Mota.

Experiencias similares

El maternal “Caricias” forma parte del programa “Maternidad, Paternidad Adolescente. El Derecho a la Educación”, gestado por Unicef y el Ministerio de Educación tucumano. El proyecto está amparado por la Ley de Educación Nacional N° 26.206 y tiene por objetivo fomentar la finalización de los estudios secundarios.

En relación con la propuesta, las primeras salas se inauguraron en julio del año pasado en la escuela Maestro Arancibia y en el colegio Docencia Secundaria, de Las Talitas.

Además, en el ámbito universitario el primer jardín de este tipo fue “El Ladrillito”, creado hace 30 años en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT y que actualmente cuenta con un cupo de 30 niños.

“Nuestro jardín infanto-maternal surgió de la necesidad que tenían muchas docentes de poder seguir trabajando. Antes no era común que los alumnos traigan a sus hijos, pero ahora existe una mayor necesidad del servicio -comenta Daniel Anaya, coordinador del maternal-. La mayoría de los niños que hoy continúan en 'El Ladrillito' ya están acostumbrados porque vienen desde que son lactantes”.

Al espacio le continúa en el tiempo el jardín infantil “Mi Pequeña Huerta”, de la Facultad de Agronomía y Zootecnia.

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