Un algoritmo convierte los retratos en obras de grandes artistas

Un algoritmo convierte los retratos en obras de grandes artistas

El debate sobre las nuevas tecnologías, la manipulación de imágenes y las selfies. El puente entre la realidad y la irrealidad de las fotos.

CONTUNDENTE PRUEBA. El presidente Donald Trump y el pintor Van Gogh luego de la transformación. CONTUNDENTE PRUEBA. El presidente Donald Trump y el pintor Van Gogh luego de la transformación.

De la FaceApp a la Ai Portraits, o cómo transformarse ya de “en modo” anciano a una obra de arte.

La aplicación fue estudiada por investigadores de los laboratorios de inteligencia artificial del MIT e IBM: el algoritmo de AI Portraits fue entrenado con 45.000 pinturas clásicas de artistas tan reconocidos como Vincent Van Gogh, Rembrandt o Tiziano. En otras palabras: a través de los sistemas de inteligencia artificial se reproducen retratos artísticos de humanos, con diferentes estilos y niveles de abstracción, explicaron sus creadores Mauro Martino, Luca Stornauiolo, Emanuele Del Sozzo, Owen Cornec y Liza Gazeeva.

Se trabaja con una base de datos desde donde representar una fotografía como si fuera un cuadro renacentista o barroco.

El algoritmo en cuestión generó gran polémica entre los historiadores y críticos de arte y los mismos artistas. El crítico inglés Ossian Ward, autor del libro “Volver a mirar. Cómo aproximarse a los artistas clásicos”, le aseguró a Télam: “La necesidad de tomarse una selfie con una obra de arte ensombrece a la obra en sí”.

“Enemigo público”

Aunque poco difundido a nivel internacional y nacional, en Tucumán Alejandro Gómez Tolosa recordó su exposición de libro de artista (realizada en 2001) que en formato DVD contaba ficticiamente a través de fotos la vida del “Enemigo público”, con su propio retrato envejecido 50 años. “Hoy cuando algunos amigos ven esa imagen me dicen que estoy muy parecido a mi papá, y la verdad es que también me veo así”, le contó a LA GACETA.

El artista también expuso su “Proyecto Doppelgänger” (2015-2016), en el que en cada cuadro duplica al personaje retratado. A partir de conceptos como el doble fantasmagórico, el clon y la asimetría, el fotógrafo formula una propuesta en la que intenta, a través del uso de las tecnologías digitales, descubrir o patentizar la existencia de un doble en cada uno de las personas. En ese “doble siniestro” parecían dos iguales pero no lo eran, ni siquiera era la fotografía original. “No eran, pero eran”, indicó.

“El autorretrato no es nuevo. pero sí los dispositivos. Por ejemplo, no importa mucho ver un lugar, un espacio, sino verse uno en ese lugar. Eso es la selfie actual”, aportó Gómez Tolosa.

En definitiva se trata de pensar la imagen, de buscar sus sentidos y direcciones no para establecerlos, sino para reflexionar sobre ellos. Como lo hace el arte contemporáneo.

Entonces, la fotografía transita entre la realidad e irrealidad cada día más. Ai Portraits, es un sitio que permite entonces, transformar cada selfie en una obra de arte; a tono con las tendencias contemporáneos.

Volver a mirar

John Berger, uno de los principales teóricos, se lamentaba por la incapacidad para dedicar tiempo a la observación del entorno a la velocidad actual. En su libro “Panorámicas” realiza distintos ensayos al respecto. Ante esa situación, Ward propone “volver a a mirar”, pero a través de conceptos como la paradoja, la belleza o el horror. “Hay que salir del pánico cultural y reducir la ansiedad”, sostiene.

Scott Reyburn, otro crítico inglés, dijo que la experiencia de fotografiar a la Mona Lisa se volvió más importante que apreciarla. “Creo que lo que otros posteen en Instagram o den ‘me gusta’ será seguido por el público... Pero una vez que estén allí, confío en que experimentarán algo por sí mismos”, aprecia Ward.

Redes neuronales

Los científicos del MIT aclaran que a diferencia de otros métodos de inteligencia artificial que han permitido desarrollar retratos a partir de ese desarrollo, el algoritmo no solamente se dedica a “pintar” una cara con un nuevo estilo.

La herramienta se compone de dos redes neuronales. Una de ellas, conocida como “discriminador”, está diseñada para aprender a reconocer retratos de personas, mientras que la segunda, “generador”, evoluciona para poder recrearlas.

Está claro pues, que las nuevas tecnologías han modificado la posibilidad de ver, pero fundamentalmente de mirar. No solo influye en el arte sino que directamente lo transforma, al igual que nuestra percepción.

Desde este punto de vista la ciencia y el arte asumen un camino común, lejos de la oposición en la que el racionalismo las ubicó desde hace siglos.

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