La vida de Pelli: de la teoría a la práctica

La vida de Pelli: de la teoría a la práctica

Pelli saltó de la universidad a la profesión con el finlandés Saarinen.

21 Julio 2019

“Se aprende a hacer arquitectura cuando uno trabaja al lado de alguien que sabe más. Esa persona fue, para mí, Eero Saarinen”, afirmaba Pelli. Esta nueva etapa implicó mudarse a Bloomfield Hills, Michigan. Trabajaría, primero como principiante y luego como director de proyectos, durante siete años y, muerto Saarinen en 1961, tres años más en su estudio. El arquitecto finlandés murió prematuramente, poco después de cumplir los 50, siendo uno de los arquitectos más influyentes pero también más criticados en los Estados Unidos. Su pluralidad de estilos y la adaptación de las obras a las demandas de sus clientes, dos características que heredaría su discípulo, no eran perdonados por buena parte del mundo de la arquitectura.

La primera gran obra en la que participó Pelli fue la ampliación de la terminal de la TWA, en el aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York.

En 1960 regresó brevemente a Tucumán, como profesor de la Facultad de Arquitectura, y vivió en las residencias universitarias de Horco Molle, casas sobrevivientes del gran proyecto inconcluso de Descole.

En 1964 fue designado director de diseño en el estudio DMJM (Daniel, Mann, Johnson, & Mendenhall), en Los Angeles. Era una gran empresa de ingeniería con 700 empleados pero con solo cuatro diseñadores. Con clientes más interesados por los costos y los tiempos que por la estética, aprendió a equilibrar la inspiración con la economía, a ajustar su trabajo a presupuestos horarios rígidos. Su primer diseño fue parte de un proyecto de planeamiento urbano –un complejo de 1.500 viviendas- en un valle de Santa Mónica, California. El proyecto no se concretó pero fue distinguido por la revista Progressive Arquitecture.

En 1966, diseñó el centro médico Century City, en Los Angeles, el primer edificio que se construyó como un prisma puro de vidrio continuo, construcción que se transformó en modelo para muchos de sus colegas.

Pelli asociaba el trabajo de esa época con la de los atletas que se entrenan corriendo con el agua de la playa hasta las rodillas y que, cuando compiten en una pista, tienen mucha más reacción y potencia.

Dos años después se unió a Gruen Associates, en la misma ciudad, y paralelamente ejerció la docencia como profesor visitante de la Universidad de California. En la nueva firma lideró a un grupo de arquitectos con los que trabajó, ad honorem y fuera de los horarios laborales, en la elaboración de un proyecto que enviaron a un concurso abierto para la construcción de la sede de las Naciones Unidas en Viena. El proyecto ganó el primer premio pero la obra fue encomendada a otro grupo de arquitectos. No obstante, y a raíz de los resultados del concurso, Pelli y sus compañeros fueron convocados por el Departamento de Estado norteamericano para diseñar la Embajada de los Estados Unidos en Tokio. En 1976 se inauguraba este edificio de 20.000 toneladas de cemento; la primera gran obra de Pelli y la puerta de entrada a Japón, país en el que se multiplicarían las ofertas para diseñar.

Otros trabajos destacados y ganadores de concursos en esa época fueron el diseño del City Hall de San Bernardino, California; y, en Los Angeles, el Pacific Design Center, el proyecto más largo de su vida. Al primero lo consideraba uno de sus diseños más logrados desde el punto de vista teórico pero también uno de los más errados, en la práctica, por su desconexión con la ciudad en el que se emplazó el edificio.

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