Un astronauta en la lente de Aldo Sessa

Un astronauta en la lente de Aldo Sessa

BUSCANDO LA LUNA. Buzz Aldrin en Nueva York y luciendo el reloj Omega con el que bajó a la Luna. A la derecha, Ray Bradbury, también fotografiado por Aldo Sessa. copyright ALDO SESSA BUSCANDO LA LUNA. Buzz Aldrin en Nueva York y luciendo el reloj Omega con el que bajó a la Luna. A la derecha, Ray Bradbury, también fotografiado por Aldo Sessa. copyright ALDO SESSA
20 Julio 2019

En febrero de 2014, el fotógrafo Aldo Sessa consiguió una imagen histórica: la del astronauta Buzz Aldrin en el corazón de Manhattan, señalando hacia el cielo una hipotética Luna diurna que se negaba a mostrar su rostro.

La fotografía, que destila originalidad, tiene por detrás una historia singular. Singular y azarosa, según cuenta el mismo Sessa. “Cada vez que viajo a Nueva York me hospedo en el mismo hotel. Siempre viajo en febrero y me quedo casi un mes, porque aprovecho para hacer fotografías, entre otros trabajos. Ese año, mientras subía a desayunar al último piso del hotel, me encontré en el ascensor con un señor bien vestido. Le pregunté a qué piso iba, pero nunca me contestó. A mi me pareció raro, porque los americanos suelen ser amables. Yo no sabía quién era. Al otro día lo volví a cruzar en el ascensor y lo saludé, pero él ni siquiera me contestó. Asombrado, le pregunté al camarero si sabía de quién se trataba y me dijo que no, que era un señor muy extraño. Al tercer día lo volví a cruzar y esta vez el empleado del hotel me advirtió que se trataba de Buzz Aldrin”, reveló Sessa.

Asombrado por semejante circunstancia, el fotógrafo decidió pedirle -así, sin mediar presentación- que posara para una foto. El problema era que Aldrin, según explicó el empleado, ya estaba dejando el hotel y había subido a su habitación para preparar las valijas. Sessa no lo dudó mucho y subió. “Después de una breve charla le conté que yo había publicado un libro con Ray Bradbury que justamente tenía a la Luna como imagen central. Y como él era admirador de Bradbury, finalmente accedió a hacer la foto”, recuerda.

Ahí se presentó otro problema. Aldrin no tenía mucho tiempo para posar. Un taxi ya lo estaba esperando para llevarlo al aeropuerto, de manera que la toma debía realizarse en la misma habitación, que estaba en el piso 20. El tema es que el balcón daba a la calle y el sol pegaba de frente. De manera que Sessa tuvo que ingeniárselas para concretar una foto original, distinta. “Yo sabía que, teniendo el sol de frente y edificios de fondo, debía buscar una estrategia para mostrar algo más que eso. Fue ahí que se me ocurrió pedirle a Aldrin que mirara al cielo y buscara esa Luna en la que había descendido y que, a esa hora, apenas se distinguía. Él, por supuesto, me dijo que no estaba, que no se la veía. Entonces yo le levanté la mano y le coloqué el dedo en un punto del cielo diciéndole: ‘ahí está... ¿acaso no la puede ver?’ Y de inmediato, disparé”, agrega Sessa.

El resultado es una reveladora foto de Aldrin, a sus 84 años, en blanco y negro en la que la Luna, a pesar de estar ausente, sigue sonriéndole a ese hombre que la visitó hace ya 50 años. Y, además, puede verse una curiosidad: el reloj que tiene en el brazo izquierdo es el Omega con el cual bajó en la Luna. “Aldrin vestía un sobrio traje claro con una corbata que tenía el emblema de la NASA. Además lucía varios relojes. Pero el que aparece en la foto es, justamente, con el que bajó a la Luna”, relata Sessa.

Pero también hay otra extraordinaria coincidencia. La madre de Aldrin se llamaba Marion Moon (Luna en inglés). Por eso, en las entrevistas que le hicieron, ella siempre decía: “mi hijo Buzz es doblemente lunático”.

Y respecto de Bradbury, también hay otra coincidencia: en 1971 los astronautas de la misión Apolo 15 nombraron un cráter de la Luna como Dandelion, en honor a la famosa novela del escritor, “Dandelion wine”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios