El Demonio, la Suerte, el Amor y la Necesidad

El Demonio, la Suerte, el Amor y la Necesidad

En las Saturnales, Macrobio atribuye a los egipcios la creencia de que “… cuatro dioses asisten como garantes del nacimiento de un hombre: el Demonio (Daimon), la Suerte (Tyche), el Amor (Eros) y la Necesidad (Ananke)… El Sol, del que provienen el espíritu, el calor y la luz, es padre y custodio de la vida humana y por ello se lo considera Demonio, es decir dios, de lo que nace. Mientras que Tyche es la luna porque se encarga de los cuerpos que están sujetos a cambios fortuitos. El Amor está simbolizado por el beso. La Necesidad, por un nudo”.

Completa el erudito Giorgio Agamben en La aventura que, en esa concepción, la vida de cada hombre debe pagarles un tributo a estas divinidades, sin engaños ni elusiones. “A Daimon, porque le debe su propio carácter y su propia naturaleza. A Eros, porque de él dependen la fecundidad y el conocimiento. A Tyche y Ananke, porque el arte de vivir también consiste en someterse en la justa medida a lo que no se puede evitar de ninguna manera. El modo en el que cada uno se mantiene en contacto con estas potencias -advierte- define su ética”.

La política comarcana, práctica a menudo devenida culto pagano, invita a ser explorada desde esa clave premonoteísta. Sobre todo ahora cuando, tardíamente, Cambiemos comienza a alumbrar en Tucumán su oferta para los comicios que se celebrarán en 85 días.

La oferta naciente, por primera vez en una década, no tendrá a José Cano a la cabeza de ese espacio que reúne a radicales, peronistas y el PRO. El diputado fue, en estos 10 años, el “santito” de la oposición para enfrentar al alperovichismo. Lo desgastaron el Gobierno nacional que integra, la falta de victorias en Tucumán, el Plan Belgrano que no fue el fondo de reparación histórica del Norte Grande y el enojo de muchos radicales y peronistas que lo acompañaron en 2015 y que reclaman que nunca volvió a verlos. Pero eso no obsta que su decisión de dar un paso al costado conjuró una fractura de Cambiemos. Sobre todo porque las encuestas lo mostraban arriba de sus competidores. En Córdoba, ni el intendente Ramón Mestre ni el diputado Mario Negri cedieron terreno. Y todo estalló por los aires.

Ahora que el lugar de Cano será ocupado por la senadora Silvia Elías de Pérez el 9 de junio, el nacimiento de este nuevo esquema, y sus tres meses de vida, estarán signados por la concurrencia de demonios, suertes, amores y necesidades.

Demonio

Ayer, en la presentación en sociedad de Elías de Pérez como candidata a gobernadora (avisada la semana pasada por LA GACETA y confirmada el miércoles en la entrevista en la que Cano hizo público que declinaba su precandidatura en favor de la de ella), Daimon reclamó su tributo. El anuncio iba a ser formalizado por los cuatro precandidatos que se blanquearon en febrero. Sin embargo, el ex ministro de Hacienda de la Nación, Alfonso Prat-Gay, faltó a la cita.

Él ya había anticipado su faltazo el jueves, durante la reunión a puertas cerradas en el Sheraton de Tucumán. Se quejó de “la manera” en que se definió la fórmula. Es verdad que Prat-Gay apenas si fue un turista de paso en los últimos meses. Pero no menos cierto es que la falta de virtuosas grandezas, y la abundancia de endemoniadas mezquindades, llevó a que en Cambiemos “acordaran” que sería una encuesta (y no gente grande con responsabilidades públicas) la que determinaría cómo integrar la fórmula esta semana. (Mañana, el lanzamiento de Juan Manzur y Osvaldo Jaldo por la reelección, en el acto del 17 de octubre, cumple cinco meses) Al final, no se esperó la encuesta y el economista pegó el portazo.

Pero hubo ayer un tributo más a la discordia. En el amayismo esperaban un guiño a la cada vez más firme postulación como diputado, para octubre, del ex intendente. La postulación de Elías de Pérez pudo anunciarse porque también Amaya ha depuesto su intención de conformar la fórmula, para que ella pueda elegir su compañero. Cano, hombre cercano al jefe de Gabinete Marcos Peña, es uno de los que mejor habla en las cumbres de la Casa Rosada del “Colorado”, funcionario del ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Es decir, música para los oídos de la interna federal. Pero parece que en el acto se olvidaron de darle un gesto de apoyo.

El fracaso de la estrategia para que Cano, Amaya y Prat-Gay encabezaran listas de legisladores en las tres secciones electorales tucumanas se explica, temprano nomás, por sí mismo.

Suerte

La potencia de Tyche concurre al nacimiento de la propuesta de Cambiemos con la división del peronismo tucumano. Un escenario prometedor que podría haber sido explotado por el macrismo local de no haberse demorado casi medio año en decidir una candidatura.

Es que si el cauce del peronismo se ha dividido en dos cursos, esa Mesopotamia preelectoral es cada vez menos pareja. Ayer, a tres meses de los comicios, el senador José Alperovich consideró oportuno ratificar que no se baja de los comicios. En su espacio afirman que fue una respuesta a “operaciones” que lo daban en retirada. Y, de paso, un reposicionamiento para conjurar una polarización entre el PJ y Cambiemos. No menos cierto es, sin embargo, que tuvo que aclarar lo que no debiera necesitar reafirmaciones. “Poco valor tiene que tener lo que necesita ser demostrado”, lapidó Friedritch Nietzsche en su Ocaso de los ídolos.

Durante la semana, el intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, pintó de un trazo al ex gobernador. “Alperovich está en la más absoluta soledad”, lo describió. Casi una fatwa. En Concepción, su candidato a intendente no es Osvaldo Morelli. En Banda del Río Salí no lo es Zacarías Khoder. Por el contrario, uno y otro conforman la lista oficial de legisladores por el oeste y por el este. Como también Sergio Mansilla, en Aguilares. Ayer, además, el oficialismo le puso el moño al acople del Partido de los Trabajadores, de Roberto Palina, que llevará a Javier Pucharras y a Alberto Olea como candidatos a intendentes de Tafí Viejo (Noguera va por Acción Regional) y de Monteros (Francisco Serra va por la lista oficial). El sembradío de postulantes a jefes municipales por partida doble se extiende por Famaillá (Patricia Lizárraga en la lista oficial y José Orellana con su propio acople), Lules (Carlos Galia va por la reelección y César “Kelo” Dip por Acción Regional) y Las Talitas (Carlos Nájar buscará un segundo mandato y Luis Morghestein por Acción Regional). El oficialismo, por las buenas, bendice esta competencia porque todos llevarán “Manzur–Jaldo” en la boleta. Por las malas, ante la menor sospecha de coqueteos con Alperovich, volcará toda su estructura en contra del “infiel”.

Al senador sólo le van quedando posiciones de francotirador. Por caso, visita seguido Alberdi, aún sin hacer pie firme, porque hasta el momento es el único municipio de segunda categoría del oeste que no tiene un referente en un lugar expectable de la lista oficial.

Amor

La fecundidad y el conocimiento de Eros serán determinantes a la hora de definir al candidato a vicegobernador de Cambiemos. Los tucumanos que concurren a la Casa Rosada han llevado el nombre del legislador Alberto Colombres Garmendia, como un pionero del PRO. Quienes concurren al Senado han vuelto con la figura de José Manuel Paz, un empresario en sintonía con el macrismo, pero sin anteperonismos: fue ministro de la Producción del mirandismo.

Pero hay un tercer nombre, solapado durante las últimas semanas: el de la diputada Beatriz Ávila. El amor del intendente Germán Alfaro significaría, por un lado, apostar a la novedad de una fórmula netamente femenina (como la que Cambiemos ensaya ahora mismo en Río Negro). Y, por otro, comprometer al jefe municipal para que “juegue” en toda la provincia. Eso sí: como ya se avisó, ni ella ni él pedirán ese lugar. Si la necesitan como candidata, la Nación deberá endeudarse con un favor político hacia el Partido por la Justicia Social.

Donde Eros no encontró tributo ha sido dentro del radicalismo. Allí jamás se exploró el afecto societatis del consenso. Nunca se intentó un acuerdo, por ejemplo, para lograr una lista única que tuviera un presidente “neutro” con una junta de gobierno donde todas las corrientes tuvieran representación equilibrada. Entonces, todo va de mal en peor. En 2018, un escándalo de irregularidades en los padrones (reconocidas por la Justicia Federal) imposibilitó elegir autoridades. Ahora, un papelón de la mayoría de la junta electoral, que alega su propia ignorancia para la interpretación de textos (en este caso de la carta orgánica), anula las primarias del próximo 31. Si no le tienen amor a los 128 años de historia de ese partido, por lo menos debieran tenerle un poquito de respeto.

Hay una apuesta a pleno por la intervención del distrito, pero para ello se necesitan los dos tercios del comité nacional radical, que se partió al medio respecto de la crisis de Córdoba. El resultado: la UCR nacional nada pudo hacer. No es imposible conseguir que se intervenga el radicalismo tucumano, pero tampoco es sencillo: la Lista Roja, que exige ir a las urnas desde septiembre, no es un espacio unipersonal, sino que lo componen una diputada nacional (Teresita Villavicencio), tres legisladores (Fernando Valdez, Raúl Albarracín y Ariel García, a la sazón quinta autoridad de la provincia) y un intendente (Sebastián Salazar, de Bella Vista). Quedan 12 días para que el radicalismo tucumano tenga una autoridad que lo incorpore a Cambiemos. O para quedarse afuera.

La falta de amor por el diálogo no sólo genera despechos, sino rupturas. Quiebres que, contra toda la suerte coyuntural de Cambiemos, puede implicar la división del voto radical.

Necesidad

Ananke tiene un sinónimo mundano en esta coyuntura de Cambiemos: “acoples”. La unidad que no se ha conseguido antes, con el diálogo, sólo se puede celebrar en el contrato electoral. El único consenso en el que todos pueden ganar (las líneas radicales que sobrevivan la crisis interna, los personalismos que orbitan alrededor del alfarismo y los partidos menores que se asocien al frente) es que cada quien se juegue su propia suerte en las urnas.

Allí reside el desafío para el espacio de Elías de Pérez. En la necesidad de sumar músculo electoral, deberá abrir el juego también a quienes no son afines. Incluso, aunque sean dirigentes con más estructura que los que sí le son cercanos. Ananke tiene cara de hereje.

El camino contrario (cerrarse en un esquema de listas únicas que privilegien a los “leales”, desairando a legiones de dirigentes), es una apuesta muy arriesgada. Tucumán no es bipartidista. Los antiperonistas que se desencantan con los radicales tienen una tercera opción: Fuerza Republicana, que esta semana presentó sus candidatos y oficializó su acecho.

Más que la encrucijada de la estrategia, ese es el nudo que representa y ciñe a la necesidad.

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