El joven manos de tijera: Majorel, el peluquero de los futbolistas

El joven manos de tijera: Majorel, el peluquero de los futbolistas

Andrés tiene 18 años y desde hace poco más de dos que es peluquero. Actualmente atiende a casi todos los futbolistas. Una historia “loca” que comenzó a alimentar su gran sueño.

BUENA ONDA, LA CLAVE. Majorel es una máquina de hacer bromas y reír; así pegó onda con los jugadores y comenzó a ser una fija en las concentraciones de San Martín, Atlético y varios equipos más. BUENA ONDA, LA CLAVE. Majorel es una máquina de hacer bromas y reír; así pegó onda con los jugadores y comenzó a ser una fija en las concentraciones de San Martín, Atlético y varios equipos más.

Hoy en día el futbolista es casi un rockstar. Cuida su imagen como pocos en esta tierra; se viste a la moda, toma sol para mantener un bronceado permanente durante todo el año y va a la peluquería periódicamente para mantener el estilo controlado.

En este último caso, aparece en escena Andrés Majorel, el curioso protagonista que saltó a la fama casi de casualidad y se transformó en el estilista oficial de los jugadores.

TOQUE. Una foto con Lucas Diarte decora su peluquería. TOQUE. Una foto con Lucas Diarte decora su peluquería.

Tiene 18 años y hace dos que se metió en el “arte” de las tijeras con el único objetivo de tomar contacto con el fútbol. “Era una idea fija”, le cuenta a LG Deportiva en su improvisada peluquería, que por ahora se trata sólo de una habitación de su casa ubicada en el barrio Congreso.

Todo comenzó por azar. Sabía lo que quería, pero no tenía claro cómo llevarlo a cabo. “Había ido a cortarme el pelo y no había quedado conforme con lo que me habían hecho. Llegué a mi casa e intenté arreglarme el corte. Terminé pelado”, confiesa entre risas, dejando en claro que ese paso en falso no le tiró el ánimo abajo. “Le pedí a mi mamá que me compre una máquina y comencé atendiendo a mis amigos. Iba a una peluquería céntrica a la que asistían los jugadores, con el objetivo de ver cómo cortaban los peluqueros y de poder encontrarme con algún futbolista. Cada vez que iba aprendía algo nuevo y lo ponía en práctica con mis amigos”, relata Andrés sobre sus comienzos.

Favio Álvarez  la gaceta / fotos de diego aráoz Favio Álvarez la gaceta / fotos de diego aráoz

Marcelo y José, dos de sus primeros clientes, fueron sus conejillos de india y así fue tomándole el ritmo a la situación. “Les cobraba sólo 30 pesos y por no pagar más en otra peluquería se dejaban cortar el pelo por mí... ja ja”, asegura.

Pasó el tiempo, pero la idea de meterse en el ambiente del fútbol era cada vez más firme. Hasta que llegó el día en que tomó coraje y decidió dar un paso más en busca de su sueño. “Conocía del barrio a Nicolás Peralta que juega en el Reserva de Atlético. Él fue el primer futbolista al que atendí. Parece que le gustó porque siguió viniendo y con el tiempo le pregunté si podría hacerme un ‘gancho’ con los jugadores de Primera. Él me presentó a Gervasio Núñez, el primero del plantel profesional y eso me facilitó la llegada al resto”, enumera los detalles del momento en el que su misión comenzó a tomar forma.

Matías García y Walter Busse Matías García y Walter Busse

El primer encuentro con “Yacaré” no fue del todo bueno. “Le estaba cortando el pelo y me pidió que le arregle la barba. Yo no tenía idea, pero tomé coraje y lo hice. Después pasaron algunas semanas y no tenía novedades; pensé que todo se había caído. Pero volvió y ahí quedamos en visitar la concentración de Atlético para atender a sus compañeros”.

Guillermo Acosta Guillermo Acosta

Núñez lo citó una noche en el hotel Hilton diciéndole que Cristian Lucchetti era quien solicitaba sus servicios. Los nervios le comían la cabeza. “Nunca había hecho un desmechado”, asegura. Pero no pensaba perder la oportunidad. “Fui al hotel, le corté a Alejandro Melo, a David Barbona y a varios más. Eran más de las 12 de la noche cuando apareció Gervasio y me dijo que ‘Laucha’ me estaba esperando. Hacía frío, pero yo transpiraba como loco por los nervios”, jura feliz, porque a la luz de los hechos todo salió tal cual soñaba.

Cristian Lucchetti Cristian Lucchetti

Y como si eso fuera poco, logró llegar a San Martín y concretó un viejo anhelo. Esteban Espíndola López había llegado a Tucumán y subió una historia de Instagram solicitando peluquero. Majorel le mandó un mensaje ofreciéndose pero todo quedó en la nada, aquel sábado frío de julio. Sin embargo, unos días después recibió un mensaje esperanzador. “Me dijo que estaba junto a Sebastián Prediger y a Diego Martínez y que querían que les corte el pelo a todos. Necesitaba que vaya a su casa justo en el día en el que estaba por arrancar un curso de peluquería. No sabía qué hacer. Si le decía que no podía, quizás perdía mi oportunidad. Pero sí iba, mi mamá, que era quien me pagaba el curso, me mataba”, realata poniéndole un poco de drama a su historia. Pero su sueño pudo más. Faltó al curso, bancándose el reto de mamá y fue al encuentro con los jugadores “santos”. “Para colmo, ‘Espi’ me había dicho que no sólo quería que le corte el pelo; pretendía que le haga un alisado. Yo no sabía hacerlo, pero le puse el pecho. Fui a un negocio donde venden productos capilares, pedí algo para alisar y pregunté cómo tenía que hacerlo. El vendedor me explicó y me advirtió que debía tener cuidado porque podía terminar quemándole el pelo y hasta produciéndole una caída. Por suerte no pasó nada malo”, ríe con ganas el coiffeur.

BUENA ONDA, LA CLAVE. Majorel es una máquina de hacer bromas y reír; así pegó onda con los jugadores y comenzó a ser una fija en las concentraciones de San Martín, Atlético y varios equipos más. BUENA ONDA, LA CLAVE. Majorel es una máquina de hacer bromas y reír; así pegó onda con los jugadores y comenzó a ser una fija en las concentraciones de San Martín, Atlético y varios equipos más.

Todo siguió su curso y así también forjó lazos con el resto de los jugadores de San Martín y logró llegar también a esa concentración. Pero a su historia feliz le faltaban algunos capítulos. A través de los jugadores que iba atendiendo, pudo tener contacto con los planteles que venían a visitar al “Santo” y al “Decano”. “‘TitoNoir me recomendó a sus amigos de Racing y así pude cortarle el pelo a Gustavo Bou, Ricardo Centurión y Eugenio Mena. Víctor Salazar habló con Fabián Bordagaray y a través de él pude llegar a la concentración de Defensa y Justicia. Luego estuve en los hoteles de Rosario Central, San Martín de San Juan y Colón. Es algo hermoso lo que me está pasado”, admite.

Pese a ser hincha de San Martín forjó una linda amistad con los jugadores de Atlético. “Me llevo muy bien. Ellos saben que soy de San Martín y hasta me cargaban antes del clásico. Favio Álvarez me decía que nos iban a meter varios goles. Todavía lo estoy esperando. No volvió a aparecer”, desafía.

Majorel está en su mejor momento, pero quiere más. “Hace unas semanas cumplí 18 años, ya soy mayor. Quiero juntar plata y poner una peluquería para atender a todos los jugadores”, concluye el joven manos de tijera, el encargado de dejar a los jugadores listos para la acción.

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