Un tucumano que deja su huella en Nueva York

Un tucumano que deja su huella en Nueva York

Hace más de una década que Mariano Ortiz trabaja en Nueva York para el estudio de arquitectura Gensler, de dimensión internacional. Esta vez, le tocó uno de los proyectos más significativos de esa ciudad: la ampliación del Museo de Arte Moderno. Reflexiones sobre la vida neoyorquina y una mirada a su Yerba Buena natal.

NUEVA YORK A SUS ESPALDAS. Mariano Ortiz es miembro del equipo que rediseña el museo neoyorkino. NUEVA YORK A SUS ESPALDAS. Mariano Ortiz es miembro del equipo que rediseña el museo neoyorkino.

Son las siete y la tarde ha caído. Una taza de café humea junto a una computadora. La ventana que está enfrente muestra la esquina de la Séptima Avenida y la Calle 53, de Nueva York. Afuera hay poco tránsito: una furgoneta de FedEx, un taxi amarillo y unos autos. En cambio, se ve gente que camina por unas veredas anchas y prolijas, o por unas sendas peatonales igual de cuidadas. Mariano Ortiz Ratkovic hace un sorbo. Cierra los ojos. Y viaja a unos 7.500 kilómetros de allí. Ahora está en la calle Maciel, cerca de la avenida Aconquija, en Yerba Buena. Han desaparecido la oficina del segundo piso y la esquina estadounidense. Hay una casa con jardín, árboles y calles de tierra y sin veredas. Respira y se le arremolina el ayer... (”mi infancia... mis amigos del colegio... las tardes de fútbol... los veranos de piletas”)... De repente, le tocan el hombro. Abre los ojos. Y está otra vez en la oficina. Con sus 42 años a cuestas, el café y un colega que le alcanza un plano del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA, por sus siglas en inglés).

El año pasado, la institución neoyorkina anunció su proyecto de expansión para acomodar las obras de más artistas. La tarea ejecutiva le fue encomendada al estudio de arquitectura Gensler, el de mayor dimensión internacional según la revista Fortune y el responsable de la Shanghai Tower, la segunda más alta del mundo después de la Burj Khalifa, de Dubai. Desde hace 11 años, el tucumano trabaja para esta firma de 600 empleados sólo en Manhattan (y unos 6.000 distribuidos en las 46 oficinas del mundo). Esta vez, le ha tocado ser parte del equipo a cargo de esa ampliación. Entonces, con el dibujo del MoMA entre sus manos, la nostalgia se escabulle y se le oye decir cosas como estas: “Nueva York te inspira y te energiza de manera permanente. También te obliga a estar siempre enchufado. El trabajo es intenso”.

Su ayer se apiña en aquella casa de la calle Maciel. Creció junto a los hermanos, al padre y a la madre. A los 17 años había terminado el secundario y su vocación lo condujo a la arquitectura. Se graduó y en agosto de 2005 partió discretamente con una beca para Texas. Los primeros meses fueron difíciles, recuerda. “Era un lugar conservador. La barrera idiomática y cultural se sentía”. Hoy, trece años después de aquel arribo, vive junto a su esposa Constanza Fuentes, también tucumana, y a sus hijos Lorenzo y Alejo, de siete y cinco años, en un departamento en Forest Hills, un barrio a 30 minutos en subte de Manhattan. “En Nueva York, en cambio, todo el mundo tiene un acento. Muy pocos son realmente de acá”, dice.

EN FAMILIA. Mariano vive junto a su esposa, Constanza Fuentes, y a sus hijos Lorenzo y Alejo.- EN FAMILIA. Mariano vive junto a su esposa, Constanza Fuentes, y a sus hijos Lorenzo y Alejo.-

- ¿Qué siente al ser parte del rediseño del MoMA?

- Es una sensación especial. No importa a quién se lo comente: todo el mundo sabe qué es el MoMA.

- ¿Cómo será la ampliación?

- Básicamente, se agregarán más galerías para exposiciones. El museo tiene muchísimas obras de arte guardadas, porque no cuenta con lugar para exhibirlas. Cuando terminemos con la expansión, habremos ganado un 35 % más de espacio para ese fin. También estamos interviniendo el lobby. El MoMA recibe un promedio de 10.000 visitantes por día. Se duplicará la superficie de la recepción y se extenderá un nivel hacia abajo. Eso generará una doble altura. Además, se está trabajando en un nuevo edificio de 10 pisos y dos subsuelos. Este sector se encuentra adyacente al original. Habrá galerías, baños, salas mecánicas y un lounge.

- Describa su estilo arquitectónico.

- No me considero poseedor de un estilo. Me gusta la arquitectura inteligente y que responde a las necesidades del cliente y del contexto. En resumen, que mejora la calidad de vida del usuario, en particular, y de los ciudadanos, en general. En ese sentido, Gensler es un estudio que alienta el crecimiento y el desarrollo profesional.

- ¿Qué le atrae de su trabajo?

- En la rutina diaria, uno pierde la conciencia de dónde está. A veces, te toca trabajar en obras muy vanguardistas. Y no te das cuenta hasta que son publicadas y la gente habla de eso que hiciste vos. Gensler tiene proyectos en todo el mundo, y eso hace que la escala sea diferente. En Argentina, el arquitecto es una especie de hombre orquesta. Aquí, se trabaja siempre en grupo.

- ¿Cómo debe ser un buen arquitecto?

- Hay que cumplir con varios requisitos. Para mí, el más importante es la capacidad de visualizar un proyecto en todas sus dimensiones, desde la ubicación del edificio en el terreno hasta un detalle constructivo. Ese zoom mental, ese ida y vuelta desde lo singular hacia lo general, y viceversa, es la clave.

- ¿Hay diferencias entre la formación de los arquitectos tucumanos y la de los estadounidenses?

- La formación académica que ofrece la UNT es completa. Siempre lo rescato. A pesar de los pocos medios con los que cuenta, forma buenos arquitectos que hacen cosas interesantes en el mundo. Aquí también trabaja una colega de Salta, que egresó de la UNT.

- ¿Cómo tiene que ser una ciudad?

- Debe ser transitable. Debe tener y promover el uso de medios de transporte públicos. Debe organizar la distribución de los espacios verdes. Y debe ser limpia, sustentable y eficiente.

- ¿Qué se considera un estorbo?

- El automóvil estorba en varias ciudades que no supieron controlar su crecimiento. Los Ángeles o México DF se encuentran invadidas de autos.

- ¿Cómo está creciendo Yerba Buena?

- Desordenada. Y muy dependiente del automóvil, justamente.

- ¿Dónde ve ese desorden?

- Creo que siempre ha tenido un crecimiento caótico. Pero hoy, ese caos ha quedado en evidencia. Yerba Buena nunca supo ni pudo regular el uso de su suelo. El municipio se extendió demasiado y no hubo una red de infraestructura que acompañe esa expansión: el transporte público, por ejemplo, en el sentido norte sur, es limitado. La gente recorre distancias cada vez más largas en autos. Tampoco se ha logrado organizar el tráfico vehicular. La jerarquía de las calles no está clara. Algunas son demasiado angostas para los edificios. Las cuadras no tienen veredas, en su mayoría. Y faltan espacios públicos. Todo eso ha ido convirtiéndola en una ciudad difusa.

- ¿Es posible revertir esto?

- Hay recetas que han servido en otras partes, como aumentar la centralización y la densidad. Si se construyen viviendas de más pisos juntas, se evita destruir las zonas rurales para poner casas aisladas. También es imprescindible que se promueva un transporte público eficiente y accesible. Eso mejorará la calidad de vida de los yerbabuenenses. Y disminuirá el impacto en el medio ambiente.

- ¿Podría comparar los espacios públicos de Nueva York con los de las ciudades tucumanas?

- Se trata de ciudades con escalas y recursos diferentes. La comparación se hace injusta. No obstante, la mayor diferencia radica en la infraestructura y en el mantenimiento. En las principales urbes del mundo, los espacios públicos son piezas importantes porque les permiten a sus habitantes que interactúen. Se destinan muchos recursos a los parques y plazas. En Manhattan, entre los edificios hay mesas y sillas distribuidas para que la gente almuerce o descanse.

- ¿Los estadounidenses son estrictos con sus códigos de edificación?

- Sí. Mucho más estrictos que en Tucumán. Se deben cumplir demasiados requerimientos.

- ¿Piensa en volver?

- Quizás... más adelante. En estos momentos nos sentimos bien. Nuestros hijos van a una buena escuela pública. Tienen sus actividades y amigos. Y mi mujer y yo trabajamos en proyectos interesantes, que nos permiten crecer. Le dije que Nueva York es una ciudad intensa, ¿no? Es difícil aburrirse aquí.

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