"Renacer" sigue honrando con amor a ese hijo que se fue

"Renacer" sigue honrando con amor a ese hijo que se fue

Aunque no hay experiencia más dura que la de haber perdido a un hijo, el grupo continúa dando lecciones de vida.

TRANSITAR EN COMUNIDAD. Los padres y madres de “Renacer” han apostado a no eternizarse en el dolor. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO. TRANSITAR EN COMUNIDAD. Los padres y madres de “Renacer” han apostado a no eternizarse en el dolor. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO.

Un día, sin ningún motivo verdaderamente justificado, Camila dejó de correr por el patio, de abrazar a sus muñecas y de alegrarles las mañanas a sus padres. Simplemente dejó de respirar. Camila vivió feliz hasta el último día, de los seis años que le tocó estar en este mundo, y partió. A José Chalfón le llevó varios años volver a disfrutar de las mañanas sin su hija. Pero lo hizo, con la ayuda de muchos, entre ellos, de otros padres que han pasado por lo mismo y que integran el Grupo Renacer Tucumán.

“No te estamos diciendo que será fácil, sino que valdrá la pena”, es la frase con la que reciben a los nuevos padres que llegan al grupo. Y es también el lema del Encuentro Internacional de Grupos Renacer que tendrá sede en el hotel Catalinas Park, mañana (sábado 15) y el domingo. Previamente, esta tarde, a las 19, los fundadores del grupo, el matrimonio cordobés de Alicia Schneider y Gustavo Berti presentarán su libro “Donde la palabra calla”. El acto cultural será en el Colegio de Graduados de Ciencias Económicas, 24 de Septiembre 776.

La historia

Cristian García, papá de Silvio; Charito de Viruel, mamá de Constanza y de Bernardo, y Silvana Brandán, mamá de Valentina, (así es como ellos se presentan en público) son los elegidos para contar que el Grupo Renacer Tucumán ha cumplido sus bodas de plata. Los pioneros fueron José Divizia y Aurora “Tatá” Pisarello, junto a otros padres. Desde hace 25 años se reúnen en el mismo lugar, el Colegio Suizo de Mendoza 149, los segundos y cuartos lunes de cada mes, a las 20.15. Los que quieren sumarse se presentan de manera espontánea.

A nivel nacional, el grupo fue creado en 1988 y desde entonces se extendió por todas las provincias y por 11 países. Mañana vendrán al encuentro padres de Chile, Ecuador y México, y de los 28 grupos del país.

El derrumbe del mundo

Cuando muere un hijo el mundo se derrumba. No hay palabras. “Fijate que cuando mueren los padres, uno dice que los chicos quedan huérfanos, y cuando muere uno de los esposos se dice que el otro ha quedado viudo. Pero cuando muere un hijo, no hay palabra para definir ese estado. Solo hay desolación”, hace notar Charito. ¿Y ahora cómo sigo viviendo? es la gran pregunta.

Nadie dice que sea fácil

Pero un día hay que empezar a vivir de nuevo. “El eje central de nuestra propuesta no es dejar atrás el dolor sobre la base del olvido”, aclara Cristian García. “Es volver a disfrutar de la vida y de su entorno social y laboral”. Aunque entiende que este “volver” es también “un desafío al tribunal social que puede llegar a condenar a una madre que se vista con un color vivo o que escuche música en la casa donde falta un hijo. Por eso decimos que Renacer apunta a la reinserción social de los padres”, explica. Sentir culpa, decir “si yo hubiera hecho esto, o lo otro”, es muy común cuando muere un hijo. Los sentimientos de odio y de enojo, también son normales. La pregunta “¿por qué le tocó a mi hijo si yo lo cuidaba tanto y no al de al lado que no le prestaba atención?” también son habituales. En Renacer los padres aprenden a transitar esas etapas de la mano de otros que le han precedido en esos dolores del alma.

Si bien el duelo es necesario “no se puede eternizar en el dolor”. La vida continúa y quedan otros hijos, otras responsabilidades. Por eso Charito invita a la reflexión: ¿nos quedamos con el dolor de la partida de un hijo y nos olvidamos de todo lo que fue su vida? ¿Nos detenemos en la tragedia, y transformamos a nuestro hijo en un villano que ha venido a arruinarnos la vida con su muerte? O aceptamos la alternativa que propone el grupo que es transformar a nuestro hijo en nuestro maestro, que con su partida prende un faro de nuestra vida”, dice con voz serena. Renacer propone “honrar a los hijos que se fueron no desde el dolor, sino desde el amor”.

“Nosotros aprendemos a resignificar todo, hasta las palabras”, señala Silvana Brandán. “Por eso hablamos de ‘renacer’, como una ‘oportunidad’ para tener una nueva vida. Aprendemos a vivir de forma incondicional, es decir que no atamos nuestro bienestar y armonía a que ocurran determinadas cosas. Aceptamos la vida tal como se nos presenta y no como quisiéramos que sea”, reconoce.

Silvana remarca “el falso concepto de lealtad ante la muerte de un hijo” que tienen algunos padres. “Se piensa que mostrando tristeza es la forma de homenajearlo. Y no... en realidad lo más dificil es ponerse de pie y entender que hay un nuevo concepto de felicidad que no teníamos antes. Una felicidad que se traduce en armonía y en paz espiritual, que consiste en aprovechar el instante, porque conocemos la finitud de nuestra existencia y aprendemos a valorar cada día”.

Desde algún lugar, Camila, Constanza y Bernardo, que tenían 6, 15 y 13 años cuando se fueron, y Valentina, que tenía seis meses, estarán felices de saber que sus vidas no ha pasado en vano.

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