Alegato sobre la hipocresía de la sociedad

Alegato sobre la hipocresía de la sociedad

Rolo Andrada dirige a sus alumnos del taller de teatro de la Unsta en “Esperando la carroza”

10 Agosto 2018

DEBUTAN HOY

• A las 22 en Patio Lorca (avenida Alem 222).

Uno de los grandes éxitos de la comedia de los últimos 50 años vuelve a los escenarios tucumanos. “Esperando la carroza”, la obra del uruguayo Jacobo Langsner estrenada a principios de los años 60 en Montevideo, estará desde esta noche en cartel en Patio Lorca, con una puesta especial de elencos rotativos del grupo de Teatro Universitario de la Unsta (Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino), todos coordinados bajo la dirección de Rolo Andrada.

Las funciones estarán a cargo de Luciana Vega, Agustín Lagoria, Berta Farhat, Grace Hassán, Fernando Valeros, Carla Correa, Viviana Bilotti, Teresita Castro, Guadalupe Correa, Mirta Monge, Juan José Genisans, Azucena Suárez, Inés Trápani, Tito Gerez, Florencia Lobo, Gisella Rudzynski, Neri Arjona, Victoria Suárez, Lito Loberza, Bruno Arce, Andrea Rivas, Teresa Mirabella y Elsa Pace.

Andrada le confiesa a LA GACETA que decidió mantener el texto sin alteraciones pese al tiempo transcurrido, pero que la actualizó para “ubicar la escena en el hoy, aquí y ahora”. Es una comedia negra centrada en la figura de una abuela que nadie quiere tener consigo pero que, cuando se pierde, toda la familia se sorprende por su ausencia y comienzan disparatadas situaciones protagonizadas por los muy diferentes cuatro hijos de la octogenaria Mama Cora.

“Es un calidoscopio humano visto desde el humor, el histrionismo y el absurdo. Hay frenéticas discusiones, peleas y agresiones de todos contra todos”, señala el director.

- ¿Por qué esta obra mantiene su vigencia?

- Porque desde hace 70 años la realidad política, económica y social prácticamente no ha cambiado: la caída en picada de la clase media, la corrupción y la hipocresía esta igual o peor que hace varias décadas. Y reflejar eso en un escenario provoca una casi instantánea identificación en el espectador.

- ¿Qué te atrajo especialmente para montarla en este momento?

- Esa realidad a la que me refería esta mucho más exacerbada y las conductas grotescas que se asumen aún mucho más.

- ¿Es un desafío especial que haya sido tan vista y sea tan conocida?

- No, al contrario. Es una obra que tiene cartel y prestigio propio, como se suele decir, y eso trae la gente al teatro. Hay personas que ya la vieron más de 10 veces en sus diferentes versiones.

- ¿Cómo es trabajar con tres elencos a la vez?

- Naturalmente implica más trabajo, pero a la vez es un buen ejercicio para los actores al jugar su papel con distintos compañeros en cada ensayo. Eso los afianza y desarrolla la espontaneidad.

- La definís como un grotesco criollo, ¿tiene además elementos del sainete rioplatense?

- Sí, en algunos personajes. Pero en general, en la puesta los voy llevando a un grotesco exacerbado.

- ¿Seguimos abandonando a los viejos como cuando se estrenó la obra?

- Quizás más ahora que antes. Hoy, con la aparición de los geriátricos, muchos integrantes de una familia ponen un poco de plata cada uno, los internan y así se lavan las manos.


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