Los amantes que se convierten en odiantes

Los amantes que se convierten en odiantes

UNA PAREJA DETERIORADA. Indio Armanini y Huerto Rojas Paz viven en un clima de rencor y violencia. Prensa UNA PAREJA DETERIORADA. Indio Armanini y Huerto Rojas Paz viven en un clima de rencor y violencia. Prensa
04 Agosto 2018

PRIMERA FUNCIÓN

• A las 22 en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265).

Hace 25 años que Carlos y Alicia se casaron. Viven su rutina cotidiana en una base militar, donde el capitán y su esposa, ex cantante de ópera, sienten día a día cómo el amor que se tuvieron está mutando en un rencor profundo y violento. En ese clima es que llega Walter, que se transformará en el eje de una historia de odio, resentimiento y venganza.

Es el argumento de “Danza macabra”, la obra de August Strindberg que Jorge de Lassaletta estrenará esta noche en el Centro Cultural Virla, en la sala que lleva el nombre de su padre, el arquitecto Jorge Antonio Claudio y Régulo de Lassaletta, responsable de la remodelación del edificio universitario. El trío actoral está integrado por Indio Armanini, Pablo Vera y Huerto Rojas Paz.

“Propongo la antítesis de un idilio, donde los amantes se han convertido en odiantes”, plantea el director, que trata a sus personajes como si hubiesen sido “asaltados por patologías como las del doctor Jekyll y mister Hyde; hay una situación de extrañeza y una sensación de amenaza tras la apariencia de realidad”. “Los lugares y acontecimientos son previsibles salvo algunas extrañezas oníricas”, agrega.

El año pasado, De Lassaletta montó otro clásico que analiza las relaciones vinculares de modo crítico, “Casa de muñecas”. “Esa obra y la actual las conocí en mi juventud y las produje en mi madurez. Entre ambas constituyen una continuidad conceptual y estética, con el espacio y la indumentaria caracterizados por estar desnudos de estética y con la función de apoyar el cuerpo y la acción del actor, que es el centro y el gestor del relato escénico. La concepción del rol no va por la vía de unidad psicológica del personaje, sino por sus cambios de máscaras, como si cambiaran de piel”, precisa.

Sin embargo, aclara que no entiende “‘Danza macabra’ como una crítica a la institución matrimonial, aunque haya una actitud desenmascaradora de esa institución y de la burguesía; sino como una mítica subjetiva, donde el autor juega con sus propias pulsiones y crea personajes cobayos que motorizan sus paroxismos y los coloca en una frontera ambigua entre la vida y la muerte”. Destaca además que Strindberg aportó a la ruptura teatral del siglo XIX con personajes antirrealistas y de carácter revulsivo.

“La lógica de los enamorados se ha transformado en una táctica de guerra sexual. En este punto llega el tercero a la casa, y como nexo, canalizará la disputa. Hay un ansia de experimentar más allá de los límites impuestos por una moral colectiva, que impulsa al individuo a arriesgarse a lo desconocido para ampliar las perspectivas de la visión humana. El espectador siempre está atraído a percibir lo que está vedado a su conducta en sociedad”, añade.

Rojas Paz viene de trabajar con De Lassaletta en “Mariposas después de la lluvia”, con la que ganó el premio Artea a la actuación femenina el año pasado. Su Alicia actual no tiene puntos de contacto con la Angelita de 2017. “Todos tenemos una parte oscura en las relaciones humanas, que es lo que toca el texto de este dramaturgo sueco y es lo que está puesto sobre la mesa. Hay cosas que queremos ocultar para poder seguir viviendo en sociedad, aunque en el vínculo en este matrimonio surge el hartazgo, al que lo sobrelleva de una forma terrible. Es una situación insostenible, que queda expuesta”, describe.

La actriz reconoce: “la exigencia más grande que me impuso el director fue mentir sobre la mentira, poner una capa sobre otra en la construcción de mi personaje; al mismo tiempo, tuve la flexibilidad de aportar mis ideas, en un ida y vuelta interesante que te hace sentir cómodo, querido y respetado”.

Vera compone a quien arriba “al universo viciado de esta pareja, y el esposo le echa la culpa de haberlos casado; llego para ser la presa que tiene que ser devorada por estos dos caníbales, me entrelazo en sus historias cotidianas y se revelan muchas verdades y muchas mentiras”.

“Tuvimos tres meses de ensayos diarios, de entre tres y cuatro horas cada vez, en un proceso muy intenso que me sacó de mi contexto de comodidad y me permitió descubrir otras facetas como actor, sin máscaras ni una composición externa”, describe Vera sobre el proceso creativo.

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