El día en que el Martín Fierro descubrió la cumbia

El día en que el Martín Fierro descubrió la cumbia

Oscar Fariña, autor de “El guacho Martín Fierro” participa en el Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT). En el MUNT, hasta el domingo. Homenaje “tumbero” a José Hernández.

ESCUELA Y RAP. Fariña señala que el “Guacho Martín Fierro” plantea nuevos registros de la obra  canónica. foto de Christian Galeano ESCUELA Y RAP. Fariña señala que el “Guacho Martín Fierro” plantea nuevos registros de la obra canónica. foto de Christian Galeano

“Acá me pongo a cantar/al compás de la villera, que el guacho que lo desvela/ una pena estrordinaria, cual camuca solitaria/ con la kumbia se consuela”, arranca el “Guacho Martín Fierro”, esa versión del clásico de José Hernández al que Oscar Fariña (nacido en Paraguay, porteño por adopción) le ha dado “el giro tumbero”. Autor de “Pintó el arrebato” y “El negro Atari”, entre otros títulos, Fariña, que por estos días participa en el Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT), afirma que esta versión irredenta del Martín Fierro es un homenaje “que se les planta barderamente a las lecturas de amancebamiento institucional que se lo apropiaron durante todo el siglo XX”.

- Cómo surge el “Guacho Martín Fierro”?

-Yo había publicado en el 2008 un libro de poemas - “Pintó el arrebato”- donde me copaba con un lenguaje barriobajero y marginal, festivo y ocurrente. Algunos lectores generosos me comentaron en su momento que durante la lectura de ese conjunto habían sentido un lejano rumor a gauchesca. Me encantó la referencia, pues me declaro fan de todos esos limados que enfrentaron hechos tan atroces con unos cantos así de delirantes y barderos. La picardía en el tratamiento, eso me copa. Y un tiempo después estaba yo quejándome por el fracaso de un proyecto, en el que pretendía reversionar un texto clásico local infestándolo de zombis, y para el cual ya tenía el título de “Don Segundo Zombi” asignado, cuando, por casualidad, me topé con una edición del Martín Fierro y tuve una revelación. ¿Y si podía trabajar más a conciencia la supuesta relación entre un texto de aires tumberos y otro gauchesco? Tomé esa edición, un lápiz y un papel, y procedí a copiar al gaucho sobre el caballo encabritado de la tapa: pero en vez de animal le puse una moto haciendo willy, y en vez de fusta al aire, una cartera. A partir de ese motochorro resultante ya tenía el tono y el método compositivo. Encontrar el título fue facilísimo, lo que se tarda en cambiar de lugar la “u” en “Gaucho”.

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- Cómo definís a esta “reversión” del clásico gauchesco de Hernández?

- Es un homenaje bardero, con una salvedad. Seguro algún purista considerará una falta de respeto hacia el libro el degradar así a su protagonista, de gaucho proto-santo a negro cabeza, pero lectores más avezados entenderán que en realidad el respeto se le está faltando a esos seres de luz que son tan fanáticos del libro que ni siquiera precisan fatigar sus páginas. Y sí, alguno habrá que pose una y otra vez los ojos sobre un algún pasaje puntual que recuerde, y el agrado lo confirmará en su identidad de orgulloso argentino, pero aún así no leerá al libro de veras. Sus prejuicios ya están instalados con una eficiencia tal que no son reconocibles. Entonces, mi versión es un homenaje al texto de Hernández publicado en 1872. Y se le planta barderamente a las lecturas de amancebamiento institucional que se lo apropiaron durante todo el siglo XX.

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- ¿Circula la obra en las escuelas?

- Me cuentan que muchos profesores dan El Guacho Martín Fierro como un modo de interesar a los jóvenes en la lectura (obligatoria) del clásico mayor de nuestras letras. Me pone muy contento, y me maravilla que a veces la propuesta de trabajar mi texto deba hacerse de modo clandestino, porque su naturaleza un poco díscola podría traerles problemas a los profesores con las autoridades. Por supuesto, algunos alumnos no se copan con el texto, pero por lo menos propicia la discusión sobre una multitud de temas relevantes. Muchos lo ligan con el freestyle tan de boga en diversas plazas del país. A lo mejor sucede que dentro de unos cuantos años la cultura del rap crezca tanto que mi copia termine por suplantar al original de referencia, como en una oscura historia de ciencia ficción.

- También has publicado “El negro Atari”, donde se cuela el mundo de los videojuegos. ¿Es otra forma de mostrar que la poesía sigue presente en el siglo XXI?

- Yo no quiero demostrar nada, sólo trabajo con las herramientas que tengo a mano y me interpelan, con las palabras y el imaginario que conforman mi mundo. Hay una idea ingenua instaurada hace décadas, que casi nadie revisa, a menos que tenga cierta sensibilidad y lea bastante, que asimila por defecto a la poesía con el registro lírico. Pero este es justamente uno solo de los muchos registros en los que puede manifestarse lo poético. Hay un mundo ahí afuera, amigo lector, que no se detuvo hace 100 años.

-¿Cómo conjugar la ecuación videojuego - poesía?

- Los videojuegos son lo opuesto a la poesía, en tanto invitan a recorrer con pericia ciertos itinerarios fijos. La poesía debería abrir huecos hacia lo desconocido. No sin excluir cierta pericia a su vez, por cierto. En mi caso, tomo ese mundo para declarar la caducidad de una experiencia histórica, para narrar esa nostalgia, esa tragedia de sentir cómo uno ya no participa del avance ciego de la tecnología. Por eso la inclusión del significante “Atari” en el título de mi libro El negro Atari, por eso mis sonetos dedicados al Super Mario Bros, al Pacman, al Tetris. Sí, estamos hablando de videojuegos, algo supuestamente moderno, pero en realidad estamos rememorando su prehistoria. Un mundo pasado y pisoteado que nos modeló afectivamente a toda una generación, y que ya no existe. Si ahí no hay poesía, yo ya no sé dónde buscarla.

La agenda para hoy
el FILT, en el MUNT, sAN MARTÍN 1545, y en sarmiento 941
A las 16, Priscilla Hill,Valentín Monroy, Gabriela Olivé y Julián Miana debaten acerca de la “literatura tucumana sub30”. Modera Ignacio Jurao. A las 16.30, Rocío Ruiz, Pablo Donzelli, Tomás Elsinger y Javier Soria Vázquez debaten sobre Narrativa. A las 17, Marcelo Britos, Juan Cabaleiro y Oscar Fariña eligen tres libros de sus bibliotecas. A las 17.30, espacio de poesía, con Natalia Zanotta, Natalia Mamaní, Sofía Landsman, Lautaro Medina y Maximiliano Castro. A las 18, Diego Erlan,Mariano Quirós, Leticia Martin y Fabricio Jiménez Osorio cuentan cómo arman sus textos. A las 18.30, poesía, con Simona Sinatajos, Gabriela Peiró, Diego Alba, Gustavo Martínez Figueroa y Julián Luna Pastore. A las 20, Christian Monti presenta “Blancas y Plateadas”, de Sofía de la Vega. 
 
A las 19.- Conferencia de Claudia Piñeiro sobre “El oficio del escritor”. 
A las 23, en Charco Espacio Experimental, Sarmiento 941, maratón de lectura, y música, con “Caballo tranquilo”.

> La agenda para hoy
El FILT, en el MUNT, San Martín 1545, y en Sarmiento 941

A las 16, Priscilla Hill,Valentín Monroy, Gabriela Olivé y Julián Miana debaten acerca de la “Literatura tucumana sub30”. Modera Ignacio Jurao.

A las 16.30, Rocío Ruiz, Pablo Donzelli, Tomás Elsinger y Javier Soria Vázquez debaten sobre Narrativa.

A las 17, Marcelo Britos, Juan Cabaleiro y Oscar Fariña eligen tres libros de sus bibliotecas.

A las 17.30, espacio de poesía, con Natalia Zanotta, Natalia Mamaní, Sofía Landsman, Lautaro Medina y Maximiliano Castro.

A las 18, Diego Erlan,Mariano Quirós, Leticia Martin y Fabricio Jiménez Osorio cuentan cómo arman sus textos. A las 18.30, poesía, con Simona Sinatajos, Gabriela Peiró, Diego Alba, Gustavo Martínez Figueroa y Julián Luna Pastore.

A las 19.- Conferencia de Claudia Piñeiro sobre “El oficio del escritor”. 

A las 20, Christian Monti presenta “Blancas y Plateadas”, de Sofía de la Vega. 
 
A las 23, en Charco Espacio Experimental, Sarmiento 941, maratón de lectura, y música, con “Caballo tranquilo”.

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