A la Argentina le hace falta un plan económico

A la Argentina le hace falta un plan económico

24 Junio 2018

> ENFOQUE

DANIEL ABAD

DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DEL NOA (CESNOA)


Analizar la coyuntura aporta para la toma de decisiones en el corto plazo. Lo que interesa, es tratar de dilucidar cuál es el plan económico de cualquier gobierno. Se entiende por plan económico al conjunto de programas y proyectos públicos cuyo objetivo es alcanzar determinadas metas y objetivos económicos y sociales, en un determinado periodo de tiempo.

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En este plan actúan en forma coordinada todos los sectores económicos participantes, con el fin de alcanzar determinadas tasas de crecimiento en su producción, su consumo, su financiamiento y metas sociales de reducción de desigualdades sociales.

Por supuesto que no son guías indiscutibles; deben ser sometidos a constantes correcciones, con el fin de adecuarlo a las expectativas sociales y a las características de la evolución económica. La información es la piedra angular de todo plan, su evolución depende de ella. De manera que las estadísticas son de vital importancia al igual que los datos históricos.

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La idea de planes económicos perfectamente estructurados surgió en el primer Gobierno de Juan Domingo Perón con los famosos planes quinquenales. Luego, durante la presidencia de Arturo Frondizi se creó el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade), con el objetivo de que se ocupara del largo plazo. También en las Presidencias de Arturo Illia, Lanusse, Cámpora y nuevamente Perón hubo planes económicos. A mediados de los 70, la dictadura militar también diseñó su plan -recordar la emblemática tablita de cambio-; en los 80 Alfonsín con los famosos Austral y Primavera - y por último el tándem Menem-Cavallo con la Convertibilidad, aunque muchos sosteníamos que no era un plan económico.

Así, cada uno, venía con su plan a cuestas. Con la debacle del2001, devaluación mediante, nació una nueva forma de hacer política económica: enunciar una serie de medidas que, analizadas en conjunto, hacen las veces de un plan económico formal. Así, este modelo fue bautizado de varias maneras: sustitutivo de importaciones, de re industrialización, productivista y neo desarrollista.

En esencia, y cualquiera fuera su denominación, el modelo funcionó sobre algunos pilares fundamentales: protección al mercado interno a través de un dólar alto que a su vez vuelve más competitivas las exportaciones proveedoras de divisas; inversión pública con prudencia fiscal; ascenso salarial y jubilatorio que permitieron bajar los índices de desempleo, pobreza, indigencia y mejorar la desigualdad.

Así, bajó la desocupación de casi el 25 al 7,5%, creció fuertemente el PBI en alrededor de un 70%, bajo la pobreza del 50 hasta el 20%, lo mismo que la indigencia.

La discusión política se trasladó por entonces, a ver si la performance de la economía era gracias al viento de cola (las inmejorables condiciones externas de los precios de los productos de exportación) y a la alta desocupación y capacidad ociosa que dejó la crisis de principios de siglo. Otros, manifestaron que el modelo asentado sobre un tipo de cambio real competitivo y un prudente manejo fiscal fueron las causas del éxito. La discusión sigue abierta.

Ahora bien, hace tiempo se viene discutiendo tanto en ámbitos académicos como empresariales y políticos; por derecha o por izquierda que en la actualidad no existe un plan económico con un conductor (ministro de Economía). Sin embargo, se advierten las consecuencias de medidas “aisladas” como por ejemplo: con la suma de alta inflación, suba de tarifas y combustibles se produce una importante caída del salario real; por otro lado, aparece el crecimiento de la deuda pública; reducción de obra pública y disminución de transferencias a provincias. Algunos llaman a este combo “ajuste”; otros “desorden o crisis económica y/o financiera”. Nosotros lo atribuimos a la falta de un plan económico. Argentina desde que es país allá por el siglo XIX, se mueve en la paradoja que, cuando aumenta el tipo de cambio (dólar alto), favorece las exportaciones y la entrada de divisas necesarias, pero a su vez, perjudica al consumo y el salario (vía aumento de precios) debido a que lo que se exporta es lo que se vende y consume en el mercado interno. Persisten las dos argentinas. Cuando cae el salario y el consumo, la economía no crece porque las inversiones van donde hay consumo y rentabilidad. Con déficit de cuenta corriente como sucede ahora (contribuye la salida de divisas por el turismo) a la larga hay que devaluar por falta de dólares porque el endeudamiento no es infinito, como se ve ahora, recurriendo a las apuradas al FMI. Sin políticas de ingresos, fiscal, monetarias y cambiarias coordinadas en el marco de un plan económico que otorgue certidumbre, comprometa a los actores económicos y corrija los desvíos con el menor costo social posible no habrá salida posible. No creemos que el mercado sustituya al Estado en el diseño de un país.

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