Una campaña que no da respiro
13 Enero 2018

La campaña agrícola 2017/18 no da respiro. La escasez de lluvias en la zona pampeana vuelve a poner en foco a la sequía. No mucho tiempo atrás se hablaba de las inundaciones. La Bolsa de Comercio de Rosario estimó una reducción de 300.000 hectáreas de soja y un techo de 40 millones de toneladas para el maíz, cuando se esperaban 41,1 millones de toneladas. Por su parte, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires redujo la estimación de superficie sembrada de soja en 100.000 hectáreas y la calculó en 18 millones de hectáreas.

En términos económicos, como publicó La Nación esta semana, citando un informe del consultor Gustavo López, la merma podría alcanzar los 3200 millones de dólares en el escenario más pesimista. Eso significaría una baja de 11,7% respecto de la campaña 2016/17 en los ingresos por exportaciones del complejo granario.

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Aunque los pronósticos de precipitaciones para este fin de semana podrían aliviar el escenario, el riesgo se acrecienta. Como en cada alteración climática se vuelve a actualizar la necesidad de contar con coberturas más eficientes que la ley de emergencia agropecuaria, que apenas destina $500 millones de pesos anuales.

Muchos creen que la mejor política agropecuaria es dejar que el mercado haga todo por su cuenta. Hay otros países que tienen una visión diferente y, como mínimo, se podría analizar su experiencia. El lunes pasado, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció en la convención anual de la American Farm Bureau que mantendrá los fondos para los seguros agrícolas. En mayo pasado había deslizado la posibilidad de recortar la ayuda federal para asistir a los productores en caso de sequía o inundaciones. Más allá del clima, otra medida interesante para imitar que anunció fue la mejora del acceso a la conexión a Internet en la “América rural”. Instalarán más antenas y fomentarán la competencia entre empresas prestadoras.

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Aunque es el país donde nació el iPhone, Facebook, Google y Windows, la velocidad de Internet en las zonas rurales es un 30% más baja que en las áreas urbanas. En EE.UU. saben que la competitividad de sus exportaciones agrícolas está amenazada (por Rusia con el trigo y por Brasil con la soja) y necesitan apurar el paso en la revolución digital. El big data, la agricultura de precisión o la posibilidad de manejar las tareas del campo con un celular que impulsan las industrias de insumos sirven de poco si no hay una buena conexión. En esa carrera están los competidores de la Argentina.

Mientras tanto, aquí hay otras preocupaciones. La “recalibración” de las metas de inflación y la controversia alrededor de la decisión del Banco Central de impulsar una baja de las tasas de interés también es motivo de inquietud.

Al respecto, Coninagro expresó su apoyo a la decisión del Central de bajar 75 puntos básicos la tasa de referencia y dejarla en 28%, aunque pidió profundizar esa reducción. El presidente de la entidad, Carlos Iannizzotto, dijo que “las actuales tasas de interés superan las tasas de rentabilidad esperadas por la producción agropecuaria”. El cooperativista recordó que en el país, el crédito llega al 14% del PBI, mientras que en Brasil llega a 65%; en Chile, al 80%, y en Australia, al 140%. “De ese 14% solo 1,3% del PBI se destina a financiar al sector agropecuario”.

El Gobierno está haciendo un delicado equilibrio entre bajar la inflación, que no se dispare el dólar y asegurar el crecimiento económico. La “madre de todas las batallas” es el déficit fiscal, según coinciden los economistas de diferentes vertientes.

En el medio de las dificultades, hay pequeños pasos para seguir con atención. Uno de esos es el decreto que autoriza la circulación de bitrenes, camiones con dos acoplados de hasta 30 metros de largo que podrían transportar hasta 75 toneladas. La industria forestal fue la mayor impulsora de los bitrenes y solo la provincia de San Luis los autorizaba, pese a que el anterior gobierno también aprobó su uso. Podrán ser claves para bajar los costos logísticos, el talón de Aquiles de la producción argentina. Faltan reglamentaciones, capacitación de choferes y la adecuación de las instalaciones de acopios y puertos, pero ya se dio un primer paso. La industria forestal estimaba que los costos de transporte podían llegar a bajar un 30% si se autorizaba el uso de bitrenes. Si se cumplen los programas de mejora de infraestructura que el Gobierno está llevando adelante estos vehículos pueden servir a la producción.

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