Con 20 años, “Tomy” Albornoz muestra el aplomo de los grandes

Con 20 años, “Tomy” Albornoz muestra el aplomo de los grandes

DISTINTO. Córdoba le cerró los caminos a Tucumán, pero no contaba con la astucia ni la audacia de Tomás Albornoz. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA DISTINTO. Córdoba le cerró los caminos a Tucumán, pero no contaba con la astucia ni la audacia de Tomás Albornoz. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
13 Noviembre 2017

Aunque a él le resulte incómoda, la verdad es una sola: Tucumán sigue en carrera por el título argentino, en gran parte gracias a un pibe de 20 años. Claro que Tomás Albornoz no es un pibe cualquiera: su lectura de juego se complementa con la desfachatez de los carasucias, esos que se animan a tirar un sombrerito hasta cuando las papas queman, pero no por cancherear, sino porque es precisamente lo que el rival no espera en tales circunstancias. Precisamente, era eso lo que necesitaba el seleccionado tucumano para destrabar el nudo que le había planteado Córdoba: que alguien tuviera la audacia y la precisión necesarias para salirse del libreto y descolocar la guardia de los “Dogos”. De eso se encargó “Tomy”, primero con un amague que le abrió el callejón por el que se filtró hacia el ingoal, y luego con un sombrero genial que dejó parada a la defensa y que le permitió asistir a Lucas Cartier en lo que fue el try del triunfo. “Lo del sombrerito fue una circunstancia del juego. Vi la posibilidad y me animé a hacerlo. El que no arriesga, no gana, ¿no?”, resume. Al joven apertura de Tucumán Rugby le gusta divertirse jugando y eso se nota. “Cuando veo la posibilidad de hacer ese tipo de cosas, me animo. Hay que soltarse más, porque el rugby no deja de ser un juego”, refresca Tomás un precepto que muchos (no sólo jugadores, sino también entrenadores, dirigentes y espectadores) parecen haber olvidado.

Con nadie en este mundo se entiende mejor que con su hermano Ignacio a la hora de jugar, pero al menos tiene a varios compañeros “verdinegros” en la línea de tres cuartos, como Cartier, Matías Frías Silva y Miguel Barrera. “Ayuda tener amigos del club con los que juego todo el año, porque los conocés más, desde la forma de jugar hasta para darles indicaciones, porque con ellos hay mayor confianza”, explica “Tomy”, que viene redondeando un gran año en lo personal: la rompió en el Nacional de Clubes, jugó su primer Mundial Juvenil con Los Pumitas y ahora se destaca con la “Naranja” mayor: “viene siendo un año increíble. Sólo me faltó ser campeón con el club. Lo viví en 2015 como hincha, pero sueño con vivirlo como jugador”.

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