La influencia rusa en elecciones extranjeras

La influencia rusa en elecciones extranjeras

04 Octubre 2017

Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
Emilio J. Cárdenas - Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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Ya no cabe duda de que la Federación Rusa procuró activamente influenciar sobre los resultados de la última elección nacional norteamericana. Lo hizo a través de las redes sociales. Especialmente, las de Twitter y Facebook, con cuentas y personas falsas o sutilmente disfrazadas.

Como era de suponer, actuó con disimulo difundiendo toda suerte de mentiras y atacando fundamentalmente a la candidata que, creía, era la que menos le convenía que terminara siendo la ganadora: Hillary Clinton. Porque la acusan de estar detrás de algunas campañas en favor de la democracia que han desembocado en las protestas que han tenido lugar en las calles de algunas de las ciudades rusas.

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Las notorias debilidades personales de la señora Clinton y, especialmente, su conocida falta de credibilidad, probablemente magnificaron el impacto de ese esfuerzo.

Hoy la cuestión está siendo investigada directamente por los Comités de Inteligencia de las dos Cámaras del Congreso de los Estados Unidos, que pronto convocarán a audiencias públicas sobre este tema. Ya se ha invitado a Twitter, Facebook y Google a participar en ellas, lo que está previsto ocurrirá el próximo 1º de noviembre.

Mientras tanto, desde Rusia, la difusión a través de las redes sociales de mensajes falsos con impacto en la sociedad norteamericana sigue estando muy activa. El objetivo es claro y siempre el mismo: dividir y confundir a la sociedad norteamericana. Así como el de sembrar y alimentar el “antiamericanismo”.

El principal disfraz utilizado es reiterado: el de ser pretendidos “activistas” norteamericanos. Para las maniobras en general se mantienen cuentas anestesiadas por un rato, a las que de pronto se despierta y pone en funcionamiento, con objetivos diferentes. Prueba de esto es que con una de ellas, hoy se difunde y defiende la idea de separar a Texas del resto de la Unión.

Recordemos que Twitter, a diferencia de Facebook, no exige conocer el nombre de los titulares de sus cuentas. Esto es casi un aliciente para sembrar opacidad. Además, la recurrencia a prestanombres es siempre una posibilidad. Lo que alimenta la falta de transparencia desde la que se actúa en los esfuerzos por distorsionar la verdad o simplemente crear los ahora llamados “hechos alternativos”, esto es las falsedades.

Twitter se ha mantenido hasta ahora en silencio sobre esta delicada cuestión. Facebook, no. Primero negó que hubiera habido maniobra alguna por parte de la Federación Rusa, para luego cambiar de posición. Acaba de entregar al Congreso norteamericano nada menos que un listado de 3.000 cuentas con vínculos comprobados con la difusión de mensajes políticos originados en la Federación Rusa. Con ellas se materializaron las campañas de división y desprestigio.

Por el momento son los múltiples actores de las propias redes los que tienen en sus manos la tarea de identificar las falsedades, alertar a los usuarios sobre ellas, difundir la verdad y hasta refutarlas, si es posible.

No siempre es fácil, ni posible, identificar las mentiras y denunciar a sus autores. Quizás, lo único que se pueda hacer, al menos por el momento y mientras las distintas facetas del problema se analizan, sea estar alertas y no ceder espacios cuando de pronto se advierte que existe alguna insistencia en los intentos por confundir o dañar. Participar, entonces.

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