No le tocaron el timbre al anfitrión

No le tocaron el timbre al anfitrión

El teléfono móvil ardía. No era una mañana cualquiera. En la Federación Económica de Tucumán (FET), el ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, exponía acerca de las obras que su cartera tiene previsto desarrollar en los próximos años en la provincia. La capitalización de los anuncios es el signo de estos tiempos. La Casa Rosada lo sabe y, tal vez por esa razón, no quiere dejar la ventana abierta para que otros referentes, de distinto signo, se lleven parte de los laureles. Empresarios e industriales locales se preguntaban por qué razón el gobernador Juan Manzur faltó a la cita en la sede empresarial. Su oficina estaba a menos de 100 metros de distancia, pero el mandatario ni se asomó por el viejo edificio de la FET. “No fui invitado”, contestó Manzur a cuanto hombre de la actividad privada le consultó acerca de la ausencia.

En la Casa de Gobierno había resquemores hasta minutos antes de la llegada del propio Dietrich al primer piso del edificio. “Hay cuestiones de respeto institucional que no pueden ser pasadas por alto”, comentó un funcionario provincial, mientras se aguardaba a uno de los funcionarios del presidente Mauricio Macri. A Manzur le irritó que no lo hayan convocado, por ejemplo, a recorrer las obras que se están ejecutando en el aeropuerto Benjamín Matienzo. “Puede traer a quien quiera, pero no se debe pasar por alto la investidura del anfitrión”, cuenta que reflexionó el gobernador tras la visita ministerial. De todas maneras, el gobernador ni gesticuló cuando lo tuvo enfrente a Dietrich. Cambiemos no está dispuesto a tocar el timbre de la Casa de Gobierno tucumana mientras se desarrolle la campaña electoral. El macrismo quiere restarle fuerza al justicialismo en una provincia que históricamente ha respondido a ese partido.

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Más allá de las cuestiones y lamentos institucionales, Manzur y la estructura oficial siguen trazando una línea divisoria entre aquellos que no reconocen la pertenencia al Partido Justicialista de otros que quieren sumarse a la causa provincial. Un claro ejemplo es la incorporación al Frente Justicialista por Tucumán de Pueblo Unido, una fuerza liderada por el radical Gumersindo Parajón. “Lo recibimos con los brazos abiertos”, afirma Manzur. Como pasó el lunes cuando, después de mucho tiempo, el senador José Alperovich volvió a la que fue su oficina durante 12 años. El abrazo entre el gobernador y su antecesor selló casi el acuerdo para la conformación de una lista de candidatos a diputados nacionales que, si bien tiene definido los dos primeros lugares (el secretario general de la Gobernación Pablo Yedlin y la legisladora Gladys Medina), aún están orejeando los nombres para los otros espacios.

Alperovich se sentó a sus anchas en el mismo sillón que ayer lo hizo Dietrich. Oficialmente se dice que el senador fue a la Casa de Gobierno para analizar junto con Manzur un proyecto de ley que se propiciará en la Cámara Alta para proteger las economías regionales y darle más competitividad. Pero, en el fondo, lo único que buscan es marcar la cancha y poner en evidencia por dónde pasa la conducción partidaria.

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Alperovich usa las redes sociales como un instrumento de posicionamiento político. A Manzur, que ayer se disgustó por el ninguneo de Dietrich, no le molestó que su padrino político capitalizara, por ejemplo, la postal con el ex embajador argentino en los Estados Unidos, Martín Lousteau. Y algo similar sucedió con la visita del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. Todo vale para el armado político de una estructura que quiere posicionarse en espacios nacionales de poder político partidario.

En esa estrategia por ganar protagonismo con vistas a 2019 no es descabellado pensar que, en los próximos dos meses, llegue a Tucumán otro gobernador, el de Santa Fe, el rosarino y socialista Miguel Lifschitz. Ese encuentro está pensado con el propósito de analizar cuestiones netamente económicas, como por ejemplo, la salida de la producción tucumana por los puertos del río Paraná. También para estudiar la posibilidad de disminuir el costo de los fletes que debe abonar un industrial o un empresario del NOA para el traslado de la producción. Más allá de esas cuestiones, también está el aspecto político. Una visita del socialista significaría otro paso más hacia la conformación de un frente de gobernadores no necesariamente alineados al PJ para enfrentar a Buenos Aires, que ha judicializado la coparticipación. A los mandatarios del interior los une el espanto fiscal. Si el principal distrito del país se lleva una mayor torta de los ingresos, impositivos el resto perderá no sólo terreno financiero, sino también político. Nadie cederá ni un peso.

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