“El Instituto Nacional de Teatro pedía a gritos transparencia y eficacia”

“El Instituto Nacional de Teatro pedía a gritos transparencia y eficacia”

Lo afirma su director ejecutivo, Marcelo Allasino. “El año pasado ejecutamos el presupuesto más alto de la historia”, subrayó.

EN TIERRA CUYANA. Allasino habló de la endogamia y de los vicios que entorpecían el funcionamiento del INT. foto interatro EN TIERRA CUYANA. Allasino habló de la endogamia y de los vicios que entorpecían el funcionamiento del INT. foto interatro

Marcelo Allasino está cada día más convencido de que su responsabilidad al frente del Instituto Nacional de Teatro (INT) como director ejecutivo implica dar una vuelta de tuerca al organismo y cambiar de raíz formas, modelos, decisiones y hasta nombres propios que lo marcaron en sus dos décadas de existencia. Y lo dice con claridad en una entrevista con LA GACETA realizada en Mendoza, donde transcurre la Fiesta Nacional de Teatro, que organiza el ente a su mando.

“Lo saludable es la rotación de personas y de miradas, con renovaciones en las personas que tienen espacios de gestión del INT. Brego por eso, porque hasta ahora hubo bastante endogamia y varios vicios que garantizaron la permanencia de las mismas personas en distintos cargos durante mucho tiempo. El organismo pedía a gritos transparencia y eficiencia, pero nuestro compromiso es más grande y no podemos quitarle el cuerpo a las necesidades urgentes”, sostiene.

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Sus palabras encierran el distanciamiento que tiene, desde años atrás, con el santafesino Miguel Ángel Palma, el secretario ejecutivo designado por los representantes regionales del INT, de larga trayectoria en diferentes espacios dentro del organismo nacional. Pero si hace falta explicitarlo, lo concreta: “nosotros ya tenemos una relación de 20 años, porque lo conozco desde que estaba yo en Rafaela; no hay una construcción nueva en nuestro vínculo. Para mí, él representa lo hecho por el organismo todo este tiempo, con una impronta y un enfoque, liderando distintos espacios, ocupando diferentes funciones. Tengo mucho respeto por algunos aspectos de su tarea y soy muy crítico de otros, como se lo dije cara a cara”.

- ¿Se van a poder poner de acuerdo en los ejes centrales del INT?

- Yo me tengo que poner de acuerdo con las 12 personas que integran el Consejo de Dirección, no con él, todos tenemos la misma responsabilidad de voto. No tengo nada que acordar personalmente con nadie, tenemos responsabilidades y funciones distintas. Cada tema se debate y analiza y se aprueba con el voto de cada uno. No soy amigo de las mesas chicas para hacer acuerdos sino de los espacios amplios y plurales, que invitan a que todos le pongamos la misma responsabilidad.

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- Hay actores nuevos en la vida institucional del INT en las provincias, con nuevos delegados.

- Afortunadamente hubo un recambio importante en varias provincias. Una de las cuestiones que observamos al comenzar la gestión era esta estructura casi endogámica, que no abría demasiado las puertas. El año pasado, para los concursos de representantes generamos espacios de capacitación y de acercamiento institucional que dieron muy buenos resultados: tuvimos un incremento importante en la cantidad de inscriptos y en su diversidad. Los designados han demostrado entusiasmo y buena predisposición, con el enfoque que el organismo desea. Fue muy fuerte en el NOA, donde hubo cambios en Catamarca, en Salta y en Tucumán, donde está ahora Roberto Toledo en vez de José Ramayo. Los tres nuevos son hacedores muy inquietos, y Toledo en particular está muy comprometido. No creo que esa misma renovación se haya dado en el Consejo de Dirección, al contrario.

- ¿Qué perfil tienen los representantes provinciales?

- No son de los colectivos teatrales de cada lugar. No los elige la comunidad teatral, sino que son los ganadores de un concurso público de antecedentes y oposición, y son funcionarios nacionales. Nos interesa que tengan vínculo, llegada y destacada trayectoria en su sitio, pero pertenecen al Estado nacional. Apostamos por lo federal y por los espacios de construcción colectiva. Los representantes del INT en las provincias son nuestro brazo ejecutor en cada territorio, no son los delegados de la comunidad teatral local. Quienes toman las decisiones políticas son los miembros del Consejo.

- La Ley Nacional del Teatro, por la cual se creó el INT, cumple 20 años. ¿Estás pensando en proponer una modificación?

- Tiene muchos aspectos débiles que podrían modificarse, como nuestro reglamento interno de funcionamiento, que se podría optimizar. El modo de elección del secretario general lo tienen los seis delegados regionales, no el conjunto de los miembros del Consejo. Se debería analizar su representatividad. Hemos puesto en discusión nuestros reglamentos desde enero del año pasado, sin mucho éxito. Con Federico Irazábal, que es el representante del Ministerio de Cultura de la Nación en el INT, creemos que debe haber cambios, pero hay mucha resistencia. Acerca de la Ley, es mucho más complejo aún, pero confío en que se avance en los foros regionales y en el nacional que vamos a instaurar este año se pueda analizar qué hicimos en estos 20 años, y definir colectivamente qué cambios está pidiendo. Yo creo que sí son necesarios y es nuestra responsabilidad hacernos cargo sin miedo.

- ¿Va a haber cambios en los fondos para el INT con la futura ley de medios de comunicación audiovisual?

- El año pasado fuimos convocados junto al Incaa (instituto del cine) y al Inamu (de la música) y en una audiencia pública explicamos para qué se usan los recursos asignados y lo importante que sería que se incrementaran los aportes que recibimos. No tenemos ninguna señal de recorte, al contrario. El año pasado ejecutamos el presupuesto más alto en la historia del organismo y llevamos adelante una cantidad de acciones que se pedían a gritos, con transparencia, conciencia y equidad, como subsidios para compras y para circulación de elencos. Pusimos en valor el trabajo de los cuerpos técnicos de evaluación y de los peritos, dando espacio a los mejores proyectos, estén donde estén, de Chubut a Jujuy.

- ¿Cómo encarás esta experiencia de la Fiesta mendocina?

- Es mi territorio, me encanta la gestión y me resulta muy gratificante desde el desafío especial en la articulación entre lo público y lo privado. Es mi tercera vez, contando como la primera cuando coordiné la Fiesta en mi ciudad, Rafaela, en 2004. Pero como funcionario, es la segunda. Es un lugar distinto, y con más exposición y responsabilidad. Pero ya hay algo que fluye naturalmente, con la historia de 31 encuentros anteriores, que están en el cuerpo y en la cabeza del equipo de trabajo. En su gestión política, siempre está el desafío de construir con los cogestores de cada año, que siempre son distintos. Sabemos los recursos materiales y humanos que debe aportar cada parte, pero cambian las precisiones y los modos.

- ¿Cuál es tu expectativa para la Fiesta de 2018?

- El principal desafío es optimizar las fiestas provinciales, de donde salen los elencos que van a la nacional. Hay criterios muy dispares en su realización, que derivan en resultados también dispares. Hay que ponerlo en discusión, porque el modelo no puede seguir siendo tan disperso. Los jurados nacionales de calificación de proyectos deberían integrar el comité de los evaluadores para unificar criterios, en vez de una designación discrecional. Queremos que haya una intervención administrativa directa del INT en las fiestas provinciales, que fue exitoso en las experiencias que tuvimos. El gran deseo es incidir en el estándar de calidad de los espectáculos que se presentan en la Fiesta, porque hay muy distinto nivel de rigurosidad en las diferentes regiones.

> Las dificultades en la puesta no deslucieron a "Un tonto en una caja"

El público despidió el domingo a “Un tonto en una caja” con aplausos y algunos bravos en la hermosa sala del complejo Julio Parc, donde se realizó una función con inconvenientes.

Dos fueron los problemas centrales que el autor y director Martín Giner reconoció acerca de la primera de las obras tucumanas en la Fiesta Nacional de Teatro: las dificultades técnicas, especialmente en la puesta de luces (debieron agregarse luminarias débiles de refuerzo desde mucha distancia que no cumplían el deseo de la puesta) y las humanas, con un Jorge García disminuido físicamente luego de varios días de intenso frío mendocino que le impidieron estar al cien por ciento.

Los inconvenientes impidieron que la función saliese con la precisión, ritmo y dinámica que se vio cuando subió a escena en el Centro Cultural Virla. Pero estas referencias no afectaron de modo determinante el resultado.

Los espectadores disfrutaron de esta efectiva obra de Giner, que mantiene su técnica de una historia bien contada con personajes atractivos, contradictorios entre sí y vueltas de tuerca que hace que, hasta último momento, no se sepa cómo se resolverá todo, lo cual es un mérito en el teatro actual. Todo tapizado por un humor de risa garantizada y sin asumir ningún riesgo por parte de Giner.

Las devoluciones marcaron elementos sobre la ironía y acerca de la erudición, los roles clasistas y el lugar de cada uno en la sociedad, sin avanzar sobre el giro último y sorpresivo. “Me propuse tener entretenido al público con lo básico”, explicó Giner en la ronda de debate. Las actuaciones de Sergio Domínguez Reynoso y Gabriel Carreras también fueron elogiadas.

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