El fenómeno Soda Stereo

El grupo se ganó un lugar destacado en la cultura de nuestro país. A diez años de su último concierto, hoy tiene una vigencia sorprendente a través de espectáculos como el de Cirque du soleil. Distintos libros, recientemente editados, analizan el fenómeno que cautiva a tres generaciones

16 Abril 2017

Por Alejandra Duchini - Para LA GACETA - Buenos Aires

“Todo comenzó en julio de 2013”, recuerda Marcelo Fernández Bitar en las últimas páginas de su libro Soda Stereo - la biografía total (Sudamericana). En esas líneas cuenta cómo surgió la idea de llevar las canciones de uno de los grupos más importantes de nuestro país al espectáculo internacional del Cirque du soleil, que bajo el nombre Séptimo día se presenta en el Luna Park, en Buenos Aires. El año pasado las entradas a la venta se agotaron en horas. Se agregaron funciones. La puesta en escena continuará en otros países y posiblemente regresará a la Argentina el próximo año. ¿Por qué una década después del último concierto, en 2007, la banda sigue generando tanto? ¿Cómo es que ya son tres las generaciones de argentinos fans del grupo de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti? La industria editorial se despachó con libros periodísticos que permiten acceder a la historia de este fenómeno y de sus integrantes.

Es que además de Fernández Bittar, Zeta Bosio, el bajista, publicó un libro titulado, con razón, Yo conozco ese lugar (Planeta). El periodista Juan Morris resaltó la vida de su integrante más icónico, Gustavo Cerati, en una biografía publicada en 2015, a poco de su muerte. Conversaciones íntimas (Planeta) es otro: se compone de entrevistas que le realizó el periodista Gustavo Bove. Tienen la particularidad de ser publicados de a uno por año desde 2014. Pero antes, la periodista Maitena Aboitiz había publicado Cerati en primera persona.

Estos materiales sirven también para reflejar la explosión del rock nacional desde los tiempos de la guerra de Malvinas. Se entenderá, con sus lecturas, por qué los productores decidieron apostar por la música de tres desconocidos que además se destacaban con su imagen súper renovada y una música innovadora en el mercado.

“Quizás era sencillo imaginar que la banda iba a alcanzar dos generaciones, es decir aquella de comienzos de los años 80 y la del final de la década del 90. Pero nadie podía imaginar, ni siquiera ellos mismos, que en el 2007 se sumaría otra generación. Y tal vez ahora otra más”, me dice Fernández Bitar cuando le pregunto por qué cree que es posible la “sodamanía” aún cuando la banda hizo sus últimos shows hace diez años. Explicar el fenómeno le llevó tres décadas. Recién ahora pudo plasmarlo en su Soda Stereo - La biografía total. “Suena raro, pero de alguna manera es cierto, porque si arrancamos con aquel show de 1984, las coberturas y reportajes abarcan casi tres décadas. Escribir la versión final fue bastante rápido porque en 2007 iba a sacar una actualización de la biografía del 87, pero eso quedó en la nada y esos textos quedaron a la espera de un mejor momento. Como este”, agrega Fernández Bitar, de larga trayectoria en el periodismo de rock.

Aquellos años 80

“Comencé a escribir en 1984 y una de mis primeras notas fue la crítica de un recital en Marabú donde tocó Soda. Desde entonces, debido a mi tarea en revistas de rock, diarios y producción de programas de rock en TV, siempre estuve cerca de Soda. Los entrevisté cada vez que sacaban un disco y cuando hacían shows importantes, además de las críticas de shows y álbums. Ahora me doy cuenta de que seguramente somos muy pocos los periodistas que fuimos testigos de toda la carrera de Soda Stereo, y no solo parcialmente. Quizás Sergio Marchi, Mario Pergolini, Alfredo Rosso, Claudio Kleiman y poco más. A ese material de archivo le agregué una investigación que hice en 1987 para una biografía de Soda que nunca volvió a editarse, donde entrevisté especialmente a la banda y a su entorno, incluso gente que ya no está, como Federico Moura, el productor discográfico Horacio Martinez, Alfredo Lois y hasta uno de sus primeros jefes de prensa, Roberto Cirigliano. Finalmente, utilicé también material del libro Diario de gira, donde escribí sobre la reunión de 2007, y algunos reportajes hechos especialmente para las reediciones de sus discos en una colección del diario La Nación”, explica.

“Un libro como éste es una satisfacción enorme porque refleja una carrera extensa como periodista especializado en una música que escucho y estudio con pasión de fan, coleccionista e historiador. Cuando me di cuenta que realmente había hecho notas con Soda a lo largo de su carrera, y que podía construir un libro con material de primera mano, ¡no lo podía creer! A veces uno pierde perspectiva con el trabajo del día a día…”, explica además.

Algo para destacar en el libro de Fernández Bitar es que no cayó en el lugar común de basarse casi exclusivamente en la figura de Cerati. Por el contrario, lo puso en el mismo plano que a Bosio y Alberti. Sobre cómo lo logró, dice: “Tenía en claro que no quería incluir la carrera solista de Gustavo, aunque obviamente se menciona de manera tangencial para entender mejor la carrera de Soda. Gustavo, Zeta y Charly están omnipresentes en todo el texto porque son los protagonistas de esta historia, pero no es una biografía detallada de ninguno de ellos en particular. No fue más sencillo ni más complicado hacerlo así, ¡pero contribuyó a que fueran menos páginas!”.

Desde adentro

Yo conozco ese lugar (Planeta) se titula el libro que escribió el bajista Zeta Bosio y publicó el año pasado. Es su biografía personal. Va desde su infancia hasta el presente y pasa tanto por Soda Stereo como por su propia historia. Tanto él como el baterista Charly Alberti fueron tal vez eclipsados por la figura de Gustavo Cerati. Pero también es cierto que sin los tres no estaríamos hablando de Soda Stereo. Bosio hace hincapié en las diferencias que se acentuaron, con el tiempo, entre ellos. El de los derechos de autor de las canciones, que implicaba que sólo Cerati percibiera regalías, fue uno de los principales motivos de las rispideces. Bosio cuenta que si no hacían recitales, él y Alberti no cobraban. Aún en los mejores tiempos de Soda Stereo. También habla de cómo lidiaban con el creciente e ilimitado ego de Cerati, su malhumor y el inicio en las drogas. Hay más en 350 páginas. Uno de los momentos más duros de la lectura es cuando Zeta relata con detalles la muerte de su hijo menor, Tobías, en un accidente automovilístico. Habla también de las amistades, de los allegados fallecidos y cuenta una anécdota graciosa relacionada con Julio Iglesias. Recuerda además al diseñador tucumano Alejandro Ros, quien se incorporó al equipo de trabajo de Soda. También está su separación matrimonial, sus sesiones de terapia para intentar superar la muerte de su pequeño y sus vaivenes laborales. Sobre el final destaca que fue víctima del corralito, primero, y de un hombre de su confianza, después, que le hizo perder dinero en uno de sus proyectos laborales.

No deja de ser asombrosa la narración que hace Bosio sobre la “división de bienes” con sus ex compañeros musicales. Discos de platino, equipos y hasta un galpón que, “irónicamente, aunque cueste creerlo, se lo vendimos a alguien cuyo apellido era Sodano”.

Zeta deja la misma sensación que aquellos futbolistas a los que les cuesta asumir su retiro profesional. “Yo siempre había extrañado a Soda”, se lee en las últimas páginas, cuando refiere al regreso de la banda en 2007.

El cantante

Cerati - Conversaciones íntimas (Planeta, 2014) se titula el de Gustavo Bove. Son tres entrevistas que el autor hizo al cantante en diferentes momentos de su carrera solista. Sin embargo, dedica un breve capítulo a Soda Stereo. Es imposible en esta historia hablar de una parte sin la otra.

Este es un buen libro para conocer sobre todo a Cerati. “No soy una persona soberbia”, dice sobre sí mismo, aunque cree que muchos lo ven así.

Refiere a la supuesta rivalidad con Los redonditos de ricota y habla de sus miradas sobre el arte y el artista, entre varios temas. Con Cerati, cuenta Bove, se conocen desde mediados de los 80. Eran los tiempos de las discotecas Airport, New York City y Freedom. También del Zero bar y La esquina del sol, donde Soda hacía sus primeras armas. Todo estaba por hacerse.
Sobre esos tiempos también escribe Juan Morris en Cerati - La biografía (Sudamericana, 2015). El comienzo es contundente. Cuenta el momento en el que Gustavo Cerati sufrió el ACV, en Caracas, el 15 de mayo de 2010, que derivaría en su muerte, cuatro años después. Habla de cómo era su entorno y cómo vivía aquel momento el vocalista. Morris viaja luego a su infancia, habla de las diferencias y enemistades entre los integrantes del grupo y se mete en detalles personales que escasean en los demás libros. Hay mucho sobre sus idas y vueltas con las mujeres, sus enamoramientos a primera vista, las infidelidades y hasta su elección, casual o no, de ponerse en pareja con las ex de su socio Charly Alberti, lo que generaba rispideces internas. Por lo que se cuenta, estar dentro del caos de Soda Stereo, con sus giras y todo lo que eso provocaba, parecía más un infierno que un trabajo entre quienes se reconocían amigos. Bosio deja la misma sensación. Morris señala la incidencia del padre -Juan José- sobre Gustavo (y en un momento también en el grupo), su creciente malhumor, sus caprichos y su ego. Un gran momento del libro es cuando describe el encuentro entre Cerati y Spinetta, a quien le hace escuchar su versión de Bajan, uno de los temas más destacados entre los que escribió el Flaco.
A esta lista se suma Cerati en primera persona (2013), de la periodista Maitena Aboitiz, compuesto por declaraciones del músico desde 1992 a 2010. 
Esta cantidad de títulos ratifican la importancia cultural de Soda Stereo, una banda cuya música acompañó a la Argentina de las últimas cuatro décadas y que escuchan ya tres generaciones. Hay periodistas que supieron contar esa historia en buenos libros.
© LA GACETA
Refiere a la supuesta rivalidad con Los redonditos de ricota y habla de sus miradas sobre el arte y el artista, entre varios temas. Con Cerati, cuenta Bove, se conocen desde mediados de los 80. Eran los tiempos de las discotecas Airport, New York City y Freedom. También del Zero bar y La esquina del sol, donde Soda hacía sus primeras armas. Todo estaba por hacerse.
Sobre esos tiempos también escribe Juan Morris en Cerati - La biografía (Sudamericana, 2015). El comienzo es contundente. Cuenta el momento en el que Gustavo Cerati sufrió el ACV, en Caracas, el 15 de mayo de 2010, que derivaría en su muerte, cuatro años después. Habla de cómo era su entorno y cómo vivía aquel momento el vocalista. Morris viaja luego a su infancia, habla de las diferencias y enemistades entre los integrantes del grupo y se mete en detalles personales que escasean en los demás libros. Hay mucho sobre sus idas y vueltas con las mujeres, sus enamoramientos a primera vista, las infidelidades y hasta su elección, casual o no, de ponerse en pareja con las ex de su socio Charly Alberti, lo que generaba rispideces internas. Por lo que se cuenta, estar dentro del caos de Soda Stereo, con sus giras y todo lo que eso provocaba, parecía más un infierno que un trabajo entre quienes se reconocían amigos. Bosio deja la misma sensación. Morris señala la incidencia del padre -Juan José- sobre Gustavo (y en un momento también en el grupo), su creciente malhumor, sus caprichos y su ego. Un gran momento del libro es cuando describe el encuentro entre Cerati y Spinetta, a quien le hace escuchar su versión de Bajan, uno de los temas más destacados entre los que escribió el Flaco.
A esta lista se suma Cerati en primera persona (2013), de la periodista Maitena Aboitiz, compuesto por declaraciones del músico desde 1992 a 2010. 
Esta cantidad de títulos ratifican la importancia cultural de Soda Stereo, una banda cuya música acompañó a la Argentina de las últimas cuatro décadas y que escuchan ya tres generaciones. Hay periodistas que supieron contar esa historia en buenos libros.
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