“Hirobamashima”, la fórmula del perdón

“Hirobamashima”, la fórmula del perdón

Carlos Duguech, columnist invitado.

“Hirobamashima”, la fórmula del perdón
27 Mayo 2016
Ya pocos sostienen aquella disfrazada enunciación de las mentirosas razones de Truman, justificando el crimen: que un 6 de agosto y tres días después, el 9, se derramara sobre Hiroshima y Nagasaki el caldero con todo el fuego del infierno multipolar: calor volcánico de lava derretida, vientos huracanados de ida y vuelta, radiaciones malsanas, persistentes, imposibles de eludir con ningún escondite.

Baste sólo tomar en cuenta el ultimátum al gobierno de Japón, casi vencido del todo, diezmado con bombardeos de los B29 lanzando bombas incendiarias sobre poblados y ciudades. Sobre la gente y sus bienes. Ciudades donde las casas en su mayoría eran de madera y con una aplicación amplia del papel en ellas, fácilmente combustibles. Una cifra, escalofriante: cerca de 280, sí, doscientos ochenta superfortalezas cuatrimotores (los famosos bombarderos B29) lanzaron sobre Tokio -en marzo de 1945- casi 2.000 toneladas de bombas incendiarias. La cuarta parte de la ciudad, arrasada. Mucha muerte, mucha destrucción. En total los B29 hicieron 20.000 vuelos y lanzaron más de 100.000 toneladas de bombas en más de 60 ciudades japonesas. Neutralizaron su navegación por destrucción de casi toda la flota japonesa. El caos de los efectos de la guerra total se cernió sobre todo el territorio japonés generando el éxodo masivo de más de 8 millones de habitantes a las zonas alejadas de las ciudades. En ese escenario trágico, violento, de aplastamiento, el emperador Hirohito imaginaba acuerdos de paz, que los emprendió con su ministro Susuki, dialogando con la URSS que todavía no había entrado en guerra contra Japón. Hiroshima-Nagasaki tienen su hora cero en Potsdam, la Conferencia que reunió a Truman, Stalin y Churchill. El 26 de julio de 1945, sólo diez días después del exitoso ensayo de la primera explosión atómica de la historia en Álamogordo, desierto de Nevada, en EEUU del que ya estaba informado en clave Truman, se suscribe el ultimátum a Japón. Vale transcribir el primero y el último punto de esa pieza fundamental que dividió, por sus consecuencias deseadas, la historia de la Humanidad: “1. Nosotros, Presidente de los Estados Unidos de América, Presidente del Gobierno Nacional de la República de China y Primer Ministro de la Gran Bretaña, representando a centenares de millones de nuestros compatriotas, conferenciamos y convinimos que debe darse una ocasión al Japón para poner término a la presente guerra” … “13. Intimamos al Gobierno japonés a ofrecer desde ahora la rendición incondicional de todas las fuerzas armadas japonesas y a dar en tal contingencia garantías apropiadas y adecuadas de buena fe”.

Palabra llave: “No” o “Sí”

Para cerrar o para abrir. Abrir las posibilidades de un “Sí” (aceptar el ultimátum desde Potsdam) por parte del gobierno nipón. Ello hubiera trastrocado los planes de Truman del proyecto “Manhattan”, de tan abultadísimo presupuesto, necesitados como se mostraban de tener éxito los científicos, los militares y el propio gobierno estadounidense, involucrados como estaban en semejante empresa (liberar la energía atómica como arma de destrucción masiva). Sólo tres bombas se fabricaron: la que experimentaron en el desierto de Nevada (Álamogordo) y las dos que arrojaron en suelo japonés. Anoticiado Truman mientras participaba de la Conferencia de Potsdam (cerca de Berlín) por mensaje cifrado del éxito de la prueba de laboratorio de sólo diez días antes (16 de julio) en el desierto de Nevada (EEUU) suscribe el ultimátum dirigido al gobierno japonés. De los 13 puntos vale destacar el primero y el último: “1. Nosotros, Presidente de los Estados Unidos de América, Presidente del Gobierno Nacional de la República de China y Primer Ministro de la Gran Bretaña, re presentando a centenares de millones de nuestros compatriotas, conferenciamos y convinimos que debe darse una ocasión al Japón para poner término a la presente guerra” y “13. Intimamos al Gobierno japonés a ofrecer desde ahora la rendición incondicional de todas las fuerzas armadas japonesas y a dar en tal contingencia garantías apropiadas y adecuadas de buena fe”. ¿Y la URSS no lo suscribió? El tratado de neutralidad que habían suscrito con Japón en abril de 1941 por cinco años le inhibía de actuar junto a los firmantes del ultimátum. Aunque existía el compromiso con los aliados que 90 días después de la rendición alemana actuarían sobre el frente japonés. Razón por la cual cumplido ese plazo le declaró la guerra a Japón el 8 de agosto de 1945. Entre Hiroshima, el 6 de ese mes y Nagasaki, el 9.

Palabra clave (tramposa)

“Incondicional”. El ultimátum, en el punto 13 intima la “rendición incondicional” a un sistema donde más allá del interés del país prevalecía el cuasi divino poder sempiterno del emperador. De Hirohito.

Nadie en el sistema gubernamental japonés hubiera osado en aceptar esos términos que rozaban la investidura esencial del emperador. El propio Hirohito ya había dispuesto que se hicieran contactos con la URSS parea alcanzar una paz negociada, frente a loa devastación que sufría su país con tantas y tantas ciudades arrasadas por las bombas incendiarias lanzadas por escuadrones de hasta 300 bombarderos de gran porte como eran los famosos B29. “La usamos para acortar la agonía de la guerra, para salvar las vidas de miles y miles de jóvenes estadounidenses” Palabras del presidente estadounidense Harry S. Truman tras el lanzamiento de una segunda bomba sobre la ciudad de Nagasaki. Una insostenible justificación, que escondía las verdaderas razones.

Conclusiones

1- Si el ultimátum no hubiese incluido la palabra incondicional, hubiera sobrevenido inmediatamente un acuerdo de paz parecido a la rendición, por la devastación que venía sufriendo Japón.

2- Si el gobierno japonés hubiese inmediatamente aceptado los términos de semejante ultimátum, Truman no habría hallado ninguna razón para disponer el bombardeo atómico. Los EEUU se habrían quedado sin esa “prueba de campo” necesaria para conocer la efectividad del arma nueva. ¿Sería recién en Vietnam o en Corea o en alguna guerra inventada, entonces, donde se haría la “prueba de campo”? Truman quería el No a semejante ultimátum. Finalmente la rendición se aceptó ¡preservando al emperador!

3- Si con la primera bomba (Hiroshima) se demostró el poderío del nuevo engendro bélico ¿para qué Nagasaki? Respuesta técnica de “prueba de campo”: probar las dos armas, la de uranio y la de plutonio, cada una a la vez.

4- Tanto se sabía que Japón, más temprano que tarde, en meses, se rendiría, bombardeado sistemáticamente y destruido como ya estaba. Lo dice el propio Churchill en sus memorias, y tantos otros, hasta el propio Eisenhower.

5- La carta de las Naciones Unidas firmada el 26 de junio de 1945, después de finalizada la guerra en Europa con la rendición alemana del 8 de mayo de ese año, en su Preámbulo expresa: “Nosotros los pueblos de las naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestras vidas ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”.- En tiempo pasado: ha infligido. Para la naciente ONU, la II GM había terminado. Japón, un apéndice menor, seguramente a rendirse en poco tiempo.

Disculpas de Obama

Ni hace falta. Su determinación de ir a Hiroshima es un signo potente que se suma a los términos de su discurso en Praga del 5 de abril de 2009, que, entre otras actitudes anunciadas, le valió el Nobel de la Paz. Se había referido a que su país aspiraba un mundo sin armas nucleares. Sólo habría que esperar que Obama no sólo proponga políticas para la “no proliferación nuclear” (el eje del tratado cuya sigla es TNP) que les permite a los cinco integrantes del club nuclear de la muerte (EEUU, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia) sino que se mire en el mejor espejo: El Tratado de Tlatelolco, de “proscripción de las armas nucleares”. Quien esto escribe ha tenido ocasión de hablar con uno de sus impulsores, el ahora fallecido Dr. Rafael García Robles, mexicano, Nobel de la Paz, por ese tratado. Señaló esa enorme diferencia sustancial entre esos dos tratados sobre armas nucleares.

Ojalá Obama se manifieste por la proscripción nuclear. Será la más eficiente y sensible manera de pedir perdón: a Japón. A la humanidad toda.

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