04 Febrero 2016
“Los seres humanos somos un grupo de vertebrados que se ha especializado particularmente en el uso del cerebro, de la memoria, de la cultura, de todo lo que implica un aprendizaje, etcétera. Tenemos conciencia de que existimos y de que morimos. Además, nuestra subsistencia depende del aprendizaje y de la cultura que se va haciendo cada vez más compleja”.
Esta opinión que Jaime Eduardo Powell compartió en una entrevista con este diario en 2000, la llevó a la práctica, tanto en su vida profesional como privada, según confesaron aquellos que estuvieron a su lado. Powell, que murió el lunes a los 63 años, tuvo una prolífica y apasionante carrera en la paleontología. Nació el 13 de enero de 1953 en Córdoba, era divorciado y tenía cuatro hijos. Se recibió de geólogo y luego obtuvo un doctorado en Ciencias Geológicas de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue profesor asociado de Paleozoología II en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT e investigador del Conicet, y luego -durante sus últimos años de vida, fue profesor titular de la cátedra de Paleontología.
“Una de las cosas que muchos hemos recibido de él es la pasión que sentía por la paleontología, por los fósiles. Esa curiosidad... se fascinaba con algo que no todo el mundo disfruta. Eso nos transmitió, lo contagió, y será lo que más recordaremos”, reveló Daniel García López, que trabajó en la cátedra de Paleontología junto con Powell.
Sobre ese “contagioso entusiasmo por las ciencias”, Leila Abdala, presidenta de la Fundación Minka, contó una anécdota personal sobre el investigador y docente: “antes de formalizar un convenio con la Facultad de Ciencias Naturales, nos acercamos a ‘Jimmi’ porque un alumno de la Fundación era, y sigue siéndolo, un enamorado de los dinosaurios. Y desde el primer momento se formó un vínculo impresionante. Él puso cariño y disposición. No es fácil encontrar gente que logre esa empatía fácilmente. Quiso que nuestro alumno mejore su condición y se acerque al conocimiento científico. Un detalle para recordar: el joven alumno de los talleres de Artes le dibujó un dinosaurio, y Powell lo colgó en la Facultad”.
Entre los valiosos aportes que hizo Powell a su profesión, se encuentra el descubrimiento de restos fósiles en Río Negro, en 1987, de un alvarezsáurido, un dinosaurio carnívoro que vivió en la Patagonia hace 70 millones de años.
Esta opinión que Jaime Eduardo Powell compartió en una entrevista con este diario en 2000, la llevó a la práctica, tanto en su vida profesional como privada, según confesaron aquellos que estuvieron a su lado. Powell, que murió el lunes a los 63 años, tuvo una prolífica y apasionante carrera en la paleontología. Nació el 13 de enero de 1953 en Córdoba, era divorciado y tenía cuatro hijos. Se recibió de geólogo y luego obtuvo un doctorado en Ciencias Geológicas de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue profesor asociado de Paleozoología II en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT e investigador del Conicet, y luego -durante sus últimos años de vida, fue profesor titular de la cátedra de Paleontología.
“Una de las cosas que muchos hemos recibido de él es la pasión que sentía por la paleontología, por los fósiles. Esa curiosidad... se fascinaba con algo que no todo el mundo disfruta. Eso nos transmitió, lo contagió, y será lo que más recordaremos”, reveló Daniel García López, que trabajó en la cátedra de Paleontología junto con Powell.
Sobre ese “contagioso entusiasmo por las ciencias”, Leila Abdala, presidenta de la Fundación Minka, contó una anécdota personal sobre el investigador y docente: “antes de formalizar un convenio con la Facultad de Ciencias Naturales, nos acercamos a ‘Jimmi’ porque un alumno de la Fundación era, y sigue siéndolo, un enamorado de los dinosaurios. Y desde el primer momento se formó un vínculo impresionante. Él puso cariño y disposición. No es fácil encontrar gente que logre esa empatía fácilmente. Quiso que nuestro alumno mejore su condición y se acerque al conocimiento científico. Un detalle para recordar: el joven alumno de los talleres de Artes le dibujó un dinosaurio, y Powell lo colgó en la Facultad”.
Entre los valiosos aportes que hizo Powell a su profesión, se encuentra el descubrimiento de restos fósiles en Río Negro, en 1987, de un alvarezsáurido, un dinosaurio carnívoro que vivió en la Patagonia hace 70 millones de años.