En Atlético, Acosta le tomó el gusto al puesto

En Atlético, Acosta le tomó el gusto al puesto

Poderoso el chiquitín que se sumó a la línea de defensores.

“UN CUATRO DISTINTO”. Así se considera Guillermo Acosta, el goleador que dejó de ser una amenaza para los defensores y pasó a formar parte de la última línea de Atlético. Por ahora, seguirá en esa posición. la gaceta / foto de antonio ferroni (archivo) “UN CUATRO DISTINTO”. Así se considera Guillermo Acosta, el goleador que dejó de ser una amenaza para los defensores y pasó a formar parte de la última línea de Atlético. Por ahora, seguirá en esa posición. la gaceta / foto de antonio ferroni (archivo)
04 Junio 2015
Mientras un futbolista se encuentre dentro de los parámetros de su hábitat natural, moverse de un costado a otro, adelantarse en el diagrama o tirarse unos metros atrás, no es un problema. Pero si el terreno en el mapa es otro, la situación puede complicarse. Guillermo Acosta entiende del asunto. El hombre, volante ofensivo por naturaleza con vocación de delantero, retrocedió varios escalones en la escalera táctica de Atlético.

Por necesidad del grupo, “BB” sacrificó el arte de la gambeta por la fricción de la marca en el lateral derecho. Pasaron tres partidos, Gimnasia de Jujuy, Lanús y Estudiantes de San Luis, y pese a que este mundo es prácticamente nuevo para él, el chiquitín surgido en Atlético Concepción aprobó.

“No soy cuatro (lateral derecho), pero creo que estoy cumpliendo. A priori, se me complica, aunque a la vez me siento bien. Si el técnico me pone ahí, voy a jugar”, comentó Acosta con el dejo de satisfacción de saber que siendo un novato en el tema supo cerrar su banda en los tres compromisos en los que estuvo, independientemente del resultado final.

No es lo mismo encarar que marcar. “No, pero el técnico también nos pide que ataquemos los del fondo. El tema es que hay que volver después”, sonríe en silencio Acosta. Es la forma de marcar el sacrificio que conlleva la posición del lateral. Igual, asegura que no le hace falta una moto para regresar a tiempo. “No, no, ja. Estoy muy bien físicamente”, jura quien sobre el margen superior de su labio derecho tiene un tajo en plena sanación. Los gajes del oficio.

“Esto me dejó (Oliver) Benítez, de Lanús, el miércoles por la Copa”, cuenta quien de apoco le va tomando el punto a la pierna fuerte en la marcación. “Nunca pegué, pero ahora hay que ser fuerte, y si tengo que pegar, pegaré”, avisa “BB” cuando habla de la marca al contrario. Pegar no significa patear. Significa pegarse al rival y hacerle sentir que superarlo no será una tarea sencilla ni mucho menos agradable.

Acosta pasó de ser un “golpeado” en la cancha a aspirante a “golpeador”. “Ja, ja, ja. Sé que hay que marcarle la cancha al rival, pero no soy de ir fuerte. El ‘Gringo’ (Sbuttoni) y Bruno (Bianchi) me van orientando en la cuestión”, confía “bebé”, que se niega a que lo llamen rústico. “Noooooo, poné que soy un cuatro con juego, un distinto, ja, ja”.


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