Atlético le ganó a Estudiantes de San Luis y volvió a ser feliz

Atlético le ganó a Estudiantes de San Luis y volvió a ser feliz

Emanuel Molina convirtió para el "decano". Brasca, arquero de la visita, atajó casi todo.

EL MEJOR. Quiroga, ex Atlético, le cierra el paso a Rodríguez, el distinto de un equipo que a veces depende de él los 90’. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso EL MEJOR. Quiroga, ex Atlético, le cierra el paso a Rodríguez, el distinto de un equipo que a veces depende de él los 90’. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso
Si las dudas apuntaban a ver cómo iba reaccionar Atlético después de dos derrotas en menos de una semana, Estudiantes de San Luis fue el mejor testigo del asfixiante apriete por parte del “decano”. El local volvió a ganar y quedó la sensación de que si el arco le fuera un poco más grande y gentil a sus lanceros, en el Monumental los hinchas cantarían tres o cuatros canciones del libro sagrado por show.

Ayer no hubo una sinfonía bipolar de Atlético, pese a los resbalones tácticos al comienzo de un duelo cuando la visita intentó sorprender a base de pelotazos y pases largos por las bandas. El envión le duró a San Luis lo que una hormiga podría empujar un vagón de tren sin colaboración. O sea, nada. A partir de ahí el murmullo cambió por aliento y el dueño de casa recuperó la memoria en un primer tiempo bastante aburrido y chato.

La ocasiones de gol no llovieron, aunque hubo una pequeña tanda que dio que hablar. Fue la típica movida en la que el que más quiere ganar empuja hacia el arco rival con más empeño que lucidez. Atlético casi llega al gol con una bomba de “Pulguita” que reventó el travesaño. Y a los ponchazos, sin darles vida a los puntanos, Atlético no dejó morir el correlato del ¡bang! Franco Quiroga habilitó a Cristian Menéndez, quien buscó una segunda opinión y el “Mago” Emanuel Molina hizo lo que el apuro de la jugada pedía: una pausa antes de elaborar una delicia con rosca al segundo palo del increíble Valentín Brasca. Golazo.

Es fue el principio del fin para 10 de los 11 invitados foráneos en el Monumental. Todos sucumbieron ante la delicadeza de Molina, menos Brasca, un arquero de ocho manos y elástico, pero temerario cuando tuvo que salir a cortar pelotas. Perdió dos que podrían haber estirado el marcador; tapó ocho que también podrían haber adornado la marquesina.

Fue una buena victoria la de Atlético, corta en goles pero suficiente para sumar tres puntos. Seguirá pendiente el tema de la contundencia, pero mientras las situaciones fluyan como en la tarde de ayer, es un hecho que los goles caerán el algún momento como manzanas maduras y sabrosas del árbol prohibido.

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