El delicado arte de hacer una crítica sin lastimar la autoestima de los demás

El delicado arte de hacer una crítica sin lastimar la autoestima de los demás

Cuando alguien te dice que te va a hacer una “crítica constructiva”, ¿te pasa que te ponés a la defensiva inmediatamente? Es lo que le ocurre a la mayoría de las personas. Un coach profesional explica cómo dar y recibir opiniones sin ofender ni sentirse ofendido

Una crítica, aun la hecha con mejores intenciones, puede demoler la autoestima del destinatario. Y en vez de contribuir a que mejore en su desarrollo personal podría causar el efecto contrario. ¿Cómo ayudar, entonces, a ese amigo o familiar que tiene el potencial para hacer las cosas mejor que lo que está haciendo sin herirlo sino motivándolo?

Sobre esto reflexiona el docente y coach profesional Héctor Olmos Arévalo. “Cuando alguien nos dice ‘¿puedo hacerte una crítica constructiva?’, la mayoría de las personas ya activó su barrera emocional de defensa al escuchar la palabra crítica y por lo tanto la palabra constructiva ya perdió su valor. Para facilitar la escucha y la apertura del otro, particularmente recomiendo hablar de ‘opinión’ y no de crítica, y de alguna manera hacerle saber a la otra persona que es nuestra manera particular de entender la situación, no la verdad de la situación”, explica Olmos Arévalo.

“Cuando expresamos nuestras opiniones como ‘verdades absolutas’ estamos excluyendo a la persona destinataria de nuestra crítica; la expulsamos de nuestro mundo, de lo que evaluamos como bueno. Y no hay nada que cause más dolor a las personas que sentirse excluidas. Entonces, como nuestro cerebro está preparado para sobrevivir, si evalúa que existe una amenaza, reacciona a la defensiva, quiere preservarse y nos pone en posición de lucha. Para eso, activa emociones vinculadas al miedo y al enojo. Cuando ello ocurre, no hay espacio para el pensamiento o el razonamiento. En otras palabras nos cerramos, no estamos dispuestos a escuchar ni a entrar en razones”, añade el coach.

Interpretaciones

Según el profesional, si una crítica es constructiva o no depende de quién la escucha y no de quién la expresa. Advierte que una crítica es una valoración que hace alguien sobre el comportamiento de otro, para lo cual se basa en su interpretación. Pero esta está influenciada por su atención (los detalles en que se enfocó), sus valores (los principios sobre lo que es importante en la vida) y sus creencias (cultura, experiencia, modelos, etcétera). Lo que determina que esa opinión sea constructiva es la interpretación que realiza quién la recibe, solo esa persona puede decidir si tal opinión lo ayudará o no a lograr mejores resultados. Porque también esa persona estará haciendo una interpretación de lo que le dicen basada en sus particulares valores, creencias y foco de atención.

Si con nuestra opinión pretendemos lograr en el otro un cambio que lo beneficie, es fundamental -afirma Olmos Arévalo- que la crítica se encuentre fundamentada en hechos. Esos hechos deben permitir que la persona que recibe la observación entienda el razonamiento y la lógica que existen detrás de esta. Y de ese modo podrá identificar las consecuencias positivas y negativas de su comportamiento. Y a partir de ahí podrá evaluar alternativas u opciones más convenientes.

A la inversa

Ahora bien, ¿qué pasa cuándo soy yo el blanco de la crítica? El coach advierte: “Nosotros podemos aplicar todo lo anterior, depende de nosotros hacerlo; ahora no depende de nosotros que el otro haga lo mismo. Entonces nos podemos encontrar con personas que no tengan la preparación para entregarnos críticas de un modo cuidadoso, y sería útil estar preparados para ello”.

Desarrollar la habilidad de recibir críticas de otros pasa por reconocer que esa persona está hablando sobre un comportamiento mío y no de todo mi ser. “A partir de esta conciencia puedo darme la posibilidad de escuchar con curiosidad y de hacer preguntas. Preguntas que me lleven a encontrar cuáles fueron los hechos o ejemplos que lo llevaron a pensar de esa manera. El conocer los hechos o ejemplos permitirán que yo identifique con mayor claridad los comportamientos. Puede ser fácil para mí cambiar comportamientos, porque es muy difícil cambiarme mi forma de ser de un día para el otro. También las preguntas me ayudarán a entender cuál fue el razonamiento que lo llevaron a la conclusión que me está entregando. De esta manera también comprenderé si hay un mal entendido, puesto que quizás mi conducta tuvo otra intención de mi parte y entonces puedo mostrarle mi razonamiento y desde ahí buscar puntos en común”, destaca el coach.

“Esto me ayudará a ver lo que me entrega con perspectivas y quizás entonces encuentre una nueva manera de hacer. Y es importante, aun cuando no comparta lo que el otro me trae, aceptar y respetar la diferencia, agradeciéndole que me lo haya contado o regalado, porque me dio la oportunidad de aprender otra manera y por lo tanto de crecer. Y agradecerle porque, sobre todo, me dio la oportunidad de saber lo que siente y de contarle mi intención para no crear resentimientos”, finaliza.

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