Un final de manual
BUENOS AIRES.- “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista; cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío, y cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”. Así concluía su homilía el pastor Martín Niemöller, en 1946, en medio de una Dresden devastada por la Segunda Guerra Mundial. La parábola sirve también para la dirigencia empresaria argentina que durante los años del consumismo kirchnerista enrojecía sus palmas, aplaudiendo en la Casa Rosada.

Ahora, cuando el modelo languidece, los hombres de negocio reaccionan tarde frente al claro avasallamiento, de derechos y de garantías por parte del oficialismo. La falta de visión de los empresarios los llevó a mirar hacia otro lado cuando había sectores de la sociedad que padecían penurias a causa de las políticas oficiales.

La inflación no es un fenómeno nuevo, ya que la administración Kirchner utiliza el ajuste inflacionario desde 2007. Hubo silencio entonces desde el ámbito empresario. Tampoco alzaron la voz cuando los trabajadores fueron despojados brutalmente de sus ahorros previsionales en 2008, simplemente porque no les interesó.

La ley de Abastecimiento, tal como lo fue la 125, es un episodio más, de una seguidilla de atropellos, cometidos por los Kirchner en su larga estancia en el poder. Y las consecuencias de su torpe accionar, van a devenir en más inflación, despidos y más penurias para la sociedad.

El modelo económico está entrando en un desfiladero plagado de peligros, con un trasfondo de pérdida de reservas muy marcado. A esa pérdida de divisas, le sigue una notoria expansión de los recursos monetarios en pesos, en medio de una recesión galopante. Si el Gobierno sigue emitiendo dinero para financiar su déficit, y la demanda de pesos del sector privado va a la baja, la inflación encontrará en ello un nuevo combustible.

El esfuerzo del Banco Central por esterilizar los excedentes monetarios parece haber encontrado un techo. En la última licitación de Lebac se absorbieron $ 11.437 millones, pero a los actuales niveles de tasas de interés será difícil que pueda continuar con la expansión de títulos. El BCRA se verá obligado a subir las tasas de interés para aspirar más pesos y disuadir la compra de dólares, entonces la economía ingresará en la vieja puja entre el dólar y las tasas de interés.

Una huelga de los trabajadores aduaneros podría ocasionar una pérdida en sólo cuatro días en todo el país (puertos del sur bonaerense y los del Gran Rosario), estimada en casi U$S 250 millones, por la demora en el ingreso de divisas y por el costo de alquiler de los navíos. Pero la Casa Rosada miran para otro lado y sólo se focaliza en los pagos de la deuda. Los vencimientos a fin de mes y en los primeros días de octubre superan los U$S 500 millones. En total, contando las importaciones de energía, los vencimientos desde hoy hasta fin del mandato de Cristina Fernández rondan los U$S 20.000 millones, lo que dejaría al país al borde de la cesación de pagos, para el próximo gobierno. Mientras tanto, el modelo subsidia el dólar ahorro y el dólar turista, alimentando la sangría de divisas.

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