28 Agosto 2014
REUTERS
Ser artista o ser una celebridad. Ese el dilema que plantea el mexicano Alejandro González Iñárritu, que ayer se ganó a la audiencia del Festival de Venecia con su primer drama cómico “Birdman or (The True Virtue of Ignorance)”, la primera película de la muestra y por la cual se llevó un cerrado aplauso en su carrera por el León de Oro.
“Ha sido una película experimental y yo estaba aterrorizado, me veía totalmente expuesto, pero si no haces algo que te aterra, estás muerto”, señaló el realizador.
“Birdman” traslada al espectador hasta los escenarios de Broadway, los míticos teatros de Nueva York. Allí, un ex héroe de acción (un apabullante Michael Keaton, sin miedo a mostrar sus arrugas en pantalla) con ciertos poderes mágicos intenta reflotar su carrera dirigiendo, adaptando e interpretando una obra de Raymond Carver. El deslumbrante Edward Norton personifica a un talentoso y cínico actor que se suma cuestionando a Keaton. También le desafía su hija (Emma Stone deja entrever su potencial), una muchacha insegura, que a pesar de su juventud ya tiene a sus espaldas una rehabilitación por consumo de drogas y que le recuerda a su padre lo que ella entiende por fama: contar con millones de seguidores en Facebook o convertirse en fenómeno viral. La siempre eficiente Naomi Watts cierra el reparto central de esta cinta.
No es la primera vez que Gonzáez Iñárritu asiste a Venecia, donde hace 11 años su protagonista de “21 gramos”, Sean Penn, alzó la Copa Volpi como mejor actor.
En la platea quedaron sólo dos sillas vacías: simbólicamente están reservadas para la actriz y directora iraní Mahnaz Mohammadi y para el ucraniano Oleg Sentzov. Ninguno está presente porque fueron detenidos por los Gobiernos de Irán y de Rusia. El director artístico del Festival, Alberto Barbera, en su discurso de presentación de los jurados del certamen, recordó a dos cineastas presos y acusó a esos regímenes de cometer “actos terroristas contra ciudadanos que luchan por derechos y libertades”.
“Ha sido una película experimental y yo estaba aterrorizado, me veía totalmente expuesto, pero si no haces algo que te aterra, estás muerto”, señaló el realizador.
“Birdman” traslada al espectador hasta los escenarios de Broadway, los míticos teatros de Nueva York. Allí, un ex héroe de acción (un apabullante Michael Keaton, sin miedo a mostrar sus arrugas en pantalla) con ciertos poderes mágicos intenta reflotar su carrera dirigiendo, adaptando e interpretando una obra de Raymond Carver. El deslumbrante Edward Norton personifica a un talentoso y cínico actor que se suma cuestionando a Keaton. También le desafía su hija (Emma Stone deja entrever su potencial), una muchacha insegura, que a pesar de su juventud ya tiene a sus espaldas una rehabilitación por consumo de drogas y que le recuerda a su padre lo que ella entiende por fama: contar con millones de seguidores en Facebook o convertirse en fenómeno viral. La siempre eficiente Naomi Watts cierra el reparto central de esta cinta.
No es la primera vez que Gonzáez Iñárritu asiste a Venecia, donde hace 11 años su protagonista de “21 gramos”, Sean Penn, alzó la Copa Volpi como mejor actor.
En la platea quedaron sólo dos sillas vacías: simbólicamente están reservadas para la actriz y directora iraní Mahnaz Mohammadi y para el ucraniano Oleg Sentzov. Ninguno está presente porque fueron detenidos por los Gobiernos de Irán y de Rusia. El director artístico del Festival, Alberto Barbera, en su discurso de presentación de los jurados del certamen, recordó a dos cineastas presos y acusó a esos regímenes de cometer “actos terroristas contra ciudadanos que luchan por derechos y libertades”.
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