El grito de desahogo

El grito de desahogo

Tres familias brasileñas que viven en Tucumán festejaron el primer triunfo

LOS DOCE PASOS. El penal anotado por Neymar en el segundo tiempo trajo alegría a estas tres familias brasileñas. LOS DOCE PASOS. El penal anotado por Neymar en el segundo tiempo trajo alegría a estas tres familias brasileñas.
Banderas, bombas de estruendo y una apetecible picada para animar el entretiempo. Un televisor clavado en la red O’ Globo. Maquillaje verde amarelo y una tremenda ansiedad que se disipa en expresiones de aliento. Es el primer partido y los nervios se apoderan de quienes están dentro y fuera de la cancha. Rueda la Brazuca. Comienza el juego. Cae el gol en contra de Marcelo. Nace la duda y estas tres familias de San Pablo que viven en Tucumán por razones de trabajo temen que Croacia les arruine la fiesta.

Los flashes de la cámara que los retrató en el momento justo en el que cayó el baldazo de agua fría del uno a cero comienzan a incomodar. Pero llega el redentor. Neymar vuelve a vestirse de héroe. “El gol de Marcelo dio miedo. Nadie imaginaba que eso iba a pasar, pero después de los primeros 15 minutos Brasil jugó más tranquilo”, analizaba ayer Fabio Barreto, mientras contaba que esta iba a ser la primera ocasión en la que tendría la posibilidad de vivir un Mundial. Pero que por esas cosas que tiene la vida, le tocó vivirlo con su familia en Argentina.

Más allá de ese sueño compartido de que nuestros equipos lleguen a la final, hay otros equivalentes que entrelazan nuestras culturas. Balances del calibre de “calma, calma. Ya va entrar”, “vamos, vamos” o “quebralo, quebralo”; frases que se escapan de nuestras lenguas a pesar de que no compartamos idioma. El fútbol es un juego hermoso y a los brasileros y a los argentinos nos gusta disfrutarlo por igual: la previa, el canto, el aliento en las tribunas. “Nos trajeron suerte. Si llegamos a la final, pueden venir a verla y traer su camiseta”, bromea Claudia Bastos, la anfitriona de la fiesta del 3 a 1. Aunque antes de que llegara el pitazo final, entre ellos se habían tranquilizado diciendo: “estamos dentro de los números. Vamos a ganar dos a uno”.

Como no puede ser de otra manera, en estas electrizantes fiestas de 90 minutos no pueden faltar los niños que, con sus sonrisas y con el picadito al término del primer tiempo, dan la pincelada final al cuadro de una familia futbolera. ¿Fue penal?. La polémica no escapó a estas tres familias cariocas apostadas en Tucumán. “Claro, el penal fue válido. Pero todavía nos faltan seis juegos y creo que Alemania puede ser un gran problema. Pero el primero está listo”, brindó, entre risas, Adolpho Bastos.

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