Biografía de un hombre excepcional

Biografía de un hombre excepcional

Lucas Córdoba fue un hombre de su tiempo, sujeto a los avatares de una época conflictiva y de una provincia que, en la segunda mitad del siglo XIX, comenzaba a trazar su destino. Pero además fue “un hombre múltiple”, como lo llamó Juan B. Terán, que cautivaba a sus contemporáneos y que también impactó sobre las generaciones que siguieron

18 Mayo 2014
Por Roberto DelgadoPara LA GACETA - Tucumán

Un hombre notable es retratado con pasión, minuciosidad y rigor histórico por Pedro León Cornet y Carlos Páez de la Torre (h) en Lucas Córdoba (Ediciones de la Veinticuatro - Tucumán). Los autores extraen de archivos documentales y familiares, cartas, estudios históricos, publicaciones periodísticas y fragmentos de textos, como el diario personal de Juan B. Terán, los datos precisos para mostrar a un prócer genuinamente tucumano fuera del pedestal, de la estatua en el parque 9 de Julio o de la alusión a la poltrona gubernamental de nuestra provincia. Lo muestran en su humanidad, en sus afectos y en sus acciones, y en la herencia en obras que dejó, así como el legado singular de una personalidad atractiva y apreciada.

El relato es cronológico y ameno. Los primeros Córdoba en América, la figura de don Nabor Córdoba, su padre, tan chispeante y observador como él, llamado “El Quevedo argentino”, que “era citado como autoridad para juzgar a los hombres públicos, ya que a todos les conocía el lado bueno y el lado malo”. Padre e hijo “tenían el mismo espíritu ocurrente y chacotón, el mismo mágico don de observadores de la vida y las costumbres del pueblo”. Luego, la figura del Lucas estudiante en el Colegio Concepción del Uruguay (donde se formarían los líderes de la generación que influyó en el destino del país en la segunda mitad del siglo XIX). Allí ya se destaca por su simpatía, su buen humor y su espiritualidad. En su vida adulta lo caracterizarán el buen trato, su cultura y su conversación amena, su capacidad para adaptarse y sentirse cómodo en cualquier ambiente. 

De físico enjuto  -“nunca engordó en su vida”-, piernas largas, enérgico e incansable, fue singular por su rechazo constante a dádivas y a beneficios del poder, pese a la significación fundamental de sus tareas públicas. Ya cercano a la tercera edad le tocó ser funcionario provincial en distintas áreas (gerente de banco, jefe de policía, ministro) y también congresista nacional y gobernador de la provincia en dos ocasiones, en las cuales dejó la impronta del Tucumán moderno. La Ley Machete dio cuenta de los problemas de la zafra azucarera; se encargó de los conflictos del agua para riego y para beber, puso la piedra basal del embalse El Cadillal y sembró escuelas por doquier.

De joven, viviendo en una provincia que “para variar, estaba envuelta en estrépitos de guerra”, fue militar. 

Pero también fue minero, docente, lúcido narrador de una de las primeras descripciones del valle de Tafí, cronista de la conquista del desierto, hombre influyente en los hechos fundamentales, junto a Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Julio Argentino Roca.

Vida de novela

Cornet y Páez de la Torre (h), que ya elaboraron a dúo una minuciosa y amena historia de Tafí del Valle, aprovechan el vasto material que hay para retratar a don Lucas. Su relato, presentado a la manera de las narraciones orientales y españolas, con un atractivo sumario que anticipa el contenido de cada capítulo, tiene el rigor del historiador que ha sabido desentrañar el dato significativo para pintar a una persona y su vínculo con su sociedad, así como la guía para juzgar la importancia de ese dato y el afecto frente a un personaje que les resulta entrañable y al que, pese a todo, incluso analizan críticamente.

Es un trabajo de eruditos, pero lejos de ser un texto denso, la narración corre fluida y amena, salpicada aquí y allá con un dato curioso, con una anécdota pintoresca o dramática, que muestran al hombre y su sentir. Por ejemplo, la conmovedora carta que Roca le envía a don Nabor Córdoba, a propósito de la muerte de su hijo de igual nombre en la guerra del Paraguay.

Hay en esta biografía un recorrido que da luz a varios acontecimientos del pasado tucumano y un rescate emotivo de una vida que parece de novela. Lucas Córdoba participó en circunstancias determinantes de cambios sociales; son destacadas sus gestiones en Buenos Aires en defensa del azúcar, así como resultan sumamente llamativas sus argumentaciones para justificar la necesidad del servicio militar al inicio del siglo XX, al describir cómo los países poderosos actuaban en el mundo según la ley del más fuerte, devorándose a los más pobres.

Mención especial tiene la recopilación de anécdotas que caracterizaron al Lucas Córdoba dicharachero, fresco, con cuentos al caso en la punta de la lengua.

También se destaca el fuerte impacto que causó en nuestra provincia el deceso del viejo hombre público, que ha quedado como un ícono de la identidad tucumana.

Este libro nos habla de eso, de don Lucas y de su generación, y de los profundos lazos que su paso ha dejado en nosotros.

© LA GACETA


Roberto Delgado - Secretario de Redacción de LA GACETA. Profesor de Metodología de la Investigación Periodística en la Unsta.

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