La pasión a toda prueba

La pasión a toda prueba

Decenas de simpatizantes "Santos" llegaron hasta Tandil pero la policía les impidió ingresar a la cancha.

DESDIBUJADO. Becica ingresó a los 58’ pero no pudo cambiar la historia. DESDIBUJADO. Becica ingresó a los 58’ pero no pudo cambiar la historia.
01 Abril 2014
TANDIL (Por Marcelo Androetto, especial para LG Deportiva) - Unos pocos de espíritu aventurero se animaron a desafiar la prohibición de público visitante en las canchas y desandaron los más de 1.500 kilómetros que separan San Miguel de Tucumán de Tandil. Claro que la excursión no tuvo final feliz: la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en cumplimiento de las disposiciones vigentes, les negó el acceso al estadio, por no tratarse de dirigentes.

Desde el mediodía se podían observar camisetas albirrojas surcando la apacible plaza principal de la ciudad turística. Entre los orgullosos hinchas “santos” que llegaron con el objetivo de presenciar in situ la primera vez de San Martín en casa de Santamarina se encontraba José Antonio, quien hizo escala en Buenos Aires. Otros llegaron en auto o en Trafic directamente desde el “Jardín de la República”. “Me reuní con hinchas de la filial en la capital. En el barrio de Almagro hicimos la previa y después nos vinimos hacia acá”, narra el fanático.

De profesión cartero, trata de no perderse ningún partido a domicilio del “santo”. Así, desde hace años atrás. Cuenta que estuvo en La Bombonera en dos momentos clave: el 6-1 histórico del campeonato 1987/88 y el sospechado 1-1 de 1992 que sirvió para la consagración de Boca, el día que se recuerda el gesto de Ricardo Solbes, autor de un gol que por un rato enmudeció a La Ribera.

Hoy los tiempos que corren son otros y San Martín saca fuerza de la flaqueza para tratar de recorrer el camino que lo lleve de regreso a Primera División, con obligada escala en el Nacional B. Como otros miles de hinchas “cirujas”, José Antonio y sus tres compañeros de viaje desde Buenos Aires -incluido un niño de nombre sugerente, Enzo- sabe que su equipo no la tiene fácil, pero se ilusiona con la obtención de un par de resultados positivos y hace cuentas gracias al empate agónico que Brown de Madryn consiguió ante la CAI. “Si ganamos aquí y el fin de semana en nuestra cancha, otra vez estaremos dando pelea”, afirmaba antes del partido mientras besaba el escudo de su camiseta. La posterior derrota, que no estaba en sus planes, obligará a replantear los números que por ahora no cierran.

Muy a su pesar, tanto él como sus congéneres se quedaron con las ganas de alentar al “santo” desde las gradas: se tuvieron que conformar con seguirlo por radio, sentados en un bar a pocas cuadras del estadio. Desde allí, se unieron en un abrazo imaginario con esos otros cientos que en La Ciudadela le hicieron el “aguante” por pantalla gigante, con una pasión a toda prueba.

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