Ganar y perder empatando

Ganar y perder empatando

El pronóstico que anticipaba clima de fin de ciclo se cumplió. Que un triunfo opositor deje de ser una fantasía descabellada impactó en la Casa de Gobierno.

¿José Alperovich ganó o perdió? Es curioso que esa pregunta surja después de unas elecciones. Sin embargo, es comprensible. A los efectos de la representación parlamentaria, el gobernador salió derrotado: su espacio renovaba tres bancas, pero sólo se quedó con dos. Pero si se trata de contar votos, ganó: el Frente para la Victoria sumó 100.000 votos más que el Acuerdo Cívico y Social. Aunque si del reparto de bancas se trata, empató: fue 2 a 2.

Pareciera que hay respuestas para todos los gustos. Pero lo que sucedió es que, en realidad, Alperovich dejó de imponerse. El pronóstico que anticipaba clima de fin de ciclo se cumplió.

100.000 es 50.000

Es que la matemática del poder sí es intrincada. Aunque algunos tunantes oficialistas griten a quien les preste un oído que con una diferencia de 100.000 votos a favor habría que convocar cuanto antes a una reforma constitucional para habilitar más reelecciones, en los despachos pensantes de la Casa de Gobierno saben que, en realidad, la distancia es igual a la mitad. Si la oposición le restara 50.000 votos al oficialismo y los sumara para sí, la victoria de los adversarios se haría realidad.

Que un triunfo opositor deje de ser una fantasía descabellada para convertirse en una posibilidad estadística (algo inédito en esta década) impactó en Casa de Gobierno. Visiblemente. Y la reacción aconteció antes de lo esperado. Es que Juan Manzur lanzó el domingo pasado su precandidatura a gobernador con un traspié. Que el Gobierno deba explicar que ganó es casi un oprobio para el unicato. La claridad es la promesa de la demagogia. Para el unicato populista y clientelar, poco valor tiene lo que necesita ser demostrado.

José suma José

En las horas siguientes a los comicios, la estrella del oficialismo no fue el ministro de Salud de la Nación, sino un funcionario de menor rango. Un secretario. El de Obras Públicas. La especie que recorre los pasillos palaciegos es que José López acaba de anotarse para 2015. Con aspiraciones a un lugar preponderante. Y con aval oficial. Alperovich, de hecho, lo mostró como un gran "hacedor" para la provincia.

Sin embargo, hasta los más grandilocuentes anuncios terminan exhibiendo la empequeñecida rutilancia a la que Tucumán ha sido relegada durante el alperovichismo. En primer lugar, la promesa de grandes obras atadas a la financiación que eventualmente se consiga en un viaje impreciso a Oriente tienen, por más buenas intenciones que alberguen, un inevitable tufo a cuento chino.

En segundo término, aunque se hiciera realidad, todo lo anunciado sólo es relativamente tucumano. De concretarse, la obra de Potrero del Clavillo traerá grandes beneficios para los comprovincianos. Pero el dique se construirá en suelo catamarqueño: será un activo patrimonial de Catamarca.

La autopista entre Tucumán y Las Termas será un bien compartido con los santiagueños. Es indudablemente bienvenida: Tucumán merece un acceso de esas características. Pero se promete ahora sólo porque el crecimiento de la ciudad santiagueña (a la cual la industria tucumana contamina año tras año) lo amerita.

La parte del triple anuncio que sí es enteramente tucumana es, tan sólo, el microestadio. Esa es la exacta magnitud de los estadistas que nos tocaron en suerte.

Esposa por esposa

Para mayores complicaciones alperovichistas, acaba de comenzar a rodarse en Santiago del Estero la telenovela soñada por Beatriz Rojkés: "Esposos y Esposas Para Todos y Todas". La serie original, rodada por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, ahora tendrá una remake con adaptaciones regionales en la vecina provincia, hermanada con Tucumán en materia de institucionalidad arrasada.

Las elecciones a gobernador y vice fueron suspendidas por la Corte nacional, contra los vergonzantes artilugios judiciales que le permitían a Gerardo Zamora aspirar a una tercera gobernación consecutiva, prohibida por la Constitución santiagueña. Aunque el presidente del superior tribunal puede dictar la cautelar por sí solo, Ricardo Lorenzetti la firmó junto con Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda y Enrique Petracchi: cuatro de los siete jueces supremos. Zamora no esperó el pronunciamiento de fondo: él y su vice desde 2009, Ángel Niccolai, renunciaron a ser candidatos el 1 de diciembre. Para suceder al gobernante radical y kirchnerista se postulará su esposa, la abogada Claudia Ledesma Abdala.

Ese hecho rejuvenece el proyecto de la primera dama tucumana de ser la candidata a gobernadora. Y por partida doble. Por un lado, la lectura que puede hacer la senadora es que, con independencia de los porcentajes (las candidatos del santiagueño obtuvieron más del 70% de los votos y los del tucumano menos del 50%), ambos oficialismos fueron los proyectos políticos que más votos sacaron. Entonces, ¿por qué la mujer de Zamora sí puede aspirar a suceder a su marido y la de Alperovich no, si al fin y al cabo los dos son feudos y de transferencia conyugal?

Por otro lado, está la moraleja santiagueña. Niccolai, el vicegobernador, sí estaba en condiciones de ser candidato a gobernador. ¿Por qué no lo es? Porque el peronismo santiagueño le responde al actual mandatario en persona, no a sus referentes. Y, en consecuencia, si no es Zamora, los "compañeros" también quieren proponer sucesores. La única excepción es de índole matrimonial.

En Tucumán pasa otro tanto: al vicegobernador le tocó encabezar el primer empate de bancas parlamentarias de la historia del alperovichismo. Luego, no es lo mismo ser un hombre del gobernador que la mujer del mandatario. Pero aquí el asunto no es tan simple como en Santiago del Estero. Porque si bien la primera dama local ya tiene un currículum electoral sustancial (fue diputada, ganó en internas la conducción del PJ y hoy es la presidenta provisional del Senado), no menos cierto es que acumula la más alta imagen negativa de la dirigencia provincial (según la encuesta de LA GACETA encargada a Poliarquía). Y no sólo entre los tucumanos, sino dentro del mismísmo alperovichismo (según los diarios e informales sondeos en los despachos del Ejecutivo).

Sensación menos sensación


Alperovich pierde nitidez. Cuanto más se acerca 2015, más difuso es el contorno de su poder. Otra vez, en la Justicia se notificó de que su autoridad se desdibuja. Antes de los comicios, el gobernador mostró que aunque sentó tres de los cinco vocales, no consigue alinearlos. Ninguno de ellos preside hoy el superior tribunal. Después de la votación, camaristas y empleados, jueces y fiscales, protagonizaron un hecho inédito en la década alperovichista: se reunieron y declararon en emergencia de seguridad al fuero penal provincial. O sea, ahora se animan. Y lo que enseñan es inquietante: hasta los magistrados de esta manifiestan no estar seguros ni siquiera en sus lugares de trabajo. ¿Y el resto de los tucumanos?

La inseguridad no es una sensación: es una realidad criminal. Sensación es, por ejemplo, la vaga noción de que sí existiría un área del Estado llamada Ministerio de Seguridad Ciudadana.

Argumento sin argumento

Alperovich pidió 30.000 votos más después de las primarias, y le dieron casi el doble. La lista que encabezaron Manzur y el ministro del Interior, Osvaldo Jaldo, pasó de los 360.000 sufragios de agosto a los más de 410.000 del fin de semana pasado. Léase, el peronismo no le pasó factura al gobernador en estos comicios. Y eso dejó sin argumentos al entorno del gobernador, cuyos voceros abundan en contradicciones en su desesperada búsqueda por encontrar alguien o algo a quien echarle la culpa por este empate que publicitan como triunfo pero sabe a derrota.

Entonces, los alperovichistas responsabilizaron al cepo cambiario, aunque ellos jamás lo padecieron para viajar a Dubai, Europa o Israel. Después le apuntaron al sistema electoral D'Hondt, del que nunca se quejaron cuando las victorias eran tan victoriosas que no había que convencerse de ellas.

Por lo bajo señalan a Cristina, pero a Zamora y al chaqueño Jorge Capitanich les fue muy bien en las urnas pidiendo votos para ungir parlamentarios leales a ella. Y por señas le apuntan a Domingo Amaya, aunque a su sector lo marginaron de la lista, razón por la que en julio los propios alperovichistas ya lo presentaban como el perdedor de octubre: el intendente -decían- iba a mirar por TV cómo los legisladores y ediles que comían asados en terrazas de edificios céntricos iban a ganar los comicios sin él...

Debe ser duro hacer tanto esfuerzo proscriptivo para que, al final, el intendente siga siendo firme precandidato a gobernador, mientras el vice tambalea tras su primer reto como cabeza de lista.

En las elecciones del domingo, el peronismo puso su cuota parte. Pero los votos que el alperovichismo aportaba a esa sociedad política, y que le dieron triunfos históricos, faltaron. Pero no desaparecieron: figuraron en la cuenta del Acuerdo Cívico y Social. Por primera vez, un espacio opositor logró 300.000 sufragios. Y el senador José Cano, que perdió por 100.000 votos y empató en bancas con el Gobierno, se erigió como un ganador. Como si no bastase, Fuerza Republicana repitió las mismas 70.000 intenciones de agosto en octubre: Alperovich ya ni siquiera puede repetir ante Cristina la cantinela que recitaba ante Néstor, acerca de que el bussismo estaba casi extinto.

Lo que queda de los comicios es una provincia donde una primera minoría acompañó los logros del Gobierno, mientras otro sector también multitudinario se organizó para convertir su descontento en escarmiento. Lo de dividir a la oposición funcionó durante nueve años, pero en el décimo ya no. Los delitos de compra, venta y acarreo de electores continuarán impunes; sin embargo, el bolsón sustenta pero no alimenta: quienes lo reciben supieron que pueden aceptar la mercadería y no votar al mercader. Y el mandatario ya no digita las candidaturas. Ni en el oficialismo ni en la oposición.

En la disputa por el poder, que se juega en 2015, ganará el que sepa jugar ese juego que es la política. Con ser el dueño de la pelota -o el aparato-, ya está visto, no va a alcanzar...

Comentarios