La nevada mortal empezó a caer hace 56 años

La nevada mortal empezó a caer hace 56 años

La primera edición de El Eternauta cumple años la semana entrante. El cómic es un vehículo excelente para iniciar a los chicos en la lectura

27 Agosto 2013
La próxima semana -el 4 de septiembre- se celebra en nuestro país el Día de la Historieta. Es la fecha en la que se editó por primera vez El Eternauta, coincidentemente con la salida a la calle de la revista Hora Cero. La creación de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López cumple 56 años sin rivales a la vista: es la más importante obra del cómic nacional. Y eso que el género ha entregado joyas, porque la Argentina es inagotable cuna de talentosos guionistas y dibujantes.

El Eternauta es una formidable puerta para que los chicos (y no tan chicos) se zambullan en el universo de la lectura. Hay muchísimas ediciones que forman parte del stock de las librerías y se lo consigue con facilidad en la web. Mercado Libre, por ejemplo, propone precios para todos los bolsillos, de acuerdo con la calidad, el tamaño y la antigüedad de los ejemplares. En Amazon la historia se repite. Y está además la posibilidad de la descarga gratuita de la historieta, a la que muchos accedieron en Tucumán por medio de las publicaciones diarias de LA GACETA.

"He vuelto a leer El Eternauta varias veces y no ha dejado de conmoverme y asombrarme -apuntó el escritor Rodrigo Fresán-. No tengo dudas en cuanto a que se trata de una de las contadas Grandes Novelas Argentinas de la clase media (Mafalda es la otra) y que nos cuenta y nos retrata y nos define mejor que muchos, demasiados, libros de historia. Aquí está, ya, la épica de la derrota que supimos conseguir y que, todo parece indicarlo, es todavía más eterna que los contados laureles que alguna vez ganamos (...). Aquí los héroes juran con gloria morir. Y más que morir, los matan".

Repleto de metáforas que no perdieron ni un soplo de actualidad, el devenir de El Eternauta se entiende desde el contexto histórico mundial (la bipolaridad, la guerra fría, la amenaza nuclear) y nacional (había caído el peronismo y el país atravesaba zozobras, el germen de una crisis identitaria que subsiste hasta hoy). El decodificador de esta realidad era Oesterheld, prolífico autor y entusiasta editor -fue el padre de las revistas Hora Cero y Frontera-, apuntalado por el extraordinario Solano López. Hugo Pratt y Alberto Breccia dibujaron también los guiones de Oesterheld. Fue una época fundacional de la historieta argentina, marcada por estos geniales cruces en máquinas de escribir y en tableros.

La de El Eternauta es la trágica historia de una invasión extraterrestre, precedida de una nevada mortal y contada por Juan Salvo, sobreviviente de la desesperada lucha que hermana a la raza humana. Trágica, heroica y triste, como opina Fresán, la historieta refleja y desnuda los miedos de la clase media, a la que pertenecen los protagonistas.

"La guerra de los mundos" y "La máquina del tiempo", novelas de H.G. Wells, aparecen como claras influencias en la pluma de Oesterheld, aunque está claro que no son las únicas. El abanico de lecturas del autor y las tensiones históricas se replican en El Eternauta II, también con dibujos de Solano López y ambientado en un futuro postapocalíptico.

La secuela se editó en 1976, en pleno proceso militar. Oesterheld militaba en Montoneros y trabajaba en la clandestinidad. Su Juan Salvo adquiere un perfil netamente político, en sintonía con las convicciones de su creador. Un año después, el 27 de abril de 1977, Oesterheld fue secuestrado en La Plata. Permanece desaparecido.

Los manos
Son los perversos alienígenas que conducen a los Gurbos, los Cascarudos y los Hombres-robots, máquinas destructoras al servicio de la invasión. Pero detrás de los Manos están los Ellos...

La revista
El número uno de Hora Cero se publicó el 4 de septiembre de 1957. Incluía tres historietas de Oesterheld: El Eternauta, Ernie Pike (con dibujos de Hugo Pratt) y Randall "The Killer" (dibujada por Pérez del Castillo).

Emblemáticas viñetas
Si Buenos Aires era el campo de batalla, Oesterheld se ocupó de que los escenarios formaran parte de la cotidianidad de los porteños. Además de la cancha de River, hay pasajes en Plaza Italia (Palermo), las Barrancas de Belgrano y la avenida General Paz, entre otros. La historia se inicia en La Lucila, en el norte del Gran Buenos Aires.

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