Un callejón sin salida
La violencia en el fútbol existió siempre, aunque en ocasiones los actos se suceden con mayor frecuencia y entonces se enciende la alarma. Se probaron diferentes recetas, aunque nadie encontró el remedio. Lo que está claro es que la realidad del fútbol liguista es diferente a la de otros niveles nacionales. No hay dinero por venta de entradas ni beneficios por organizar viajes. El problema es otro. Aquí, las limitaciones económicas de los clubes asusta. Nadie pelea por sacar réditos personales. Es lógico que los dirigentes se preocupen por las agresiones que sufren los árbitros y los futbolistas. Pero está claro que el precio a pagar por el traslado de los planteles del sur a la capital pondrá en jaque a las instituciones. Cuando se dividió la competencia en grupos tomando en cuenta la situación geográfica de los participantes, fue justamente para reducir costos evitando viajes. Hoy se entró en un callejón que será difícil salir. Hay que parar la violencia sin poner en riesgo a los clubes. De lo contrario, habrá que ir pensando en reestructurar las competencias.

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