Carlos Alcalde: una mágica travesía por el color y la forma

Carlos Alcalde: una mágica travesía por el color y la forma

El artista plástico tucumano cautiva con sus obras en una muestra retrospectiva de singular belleza y carácter lúdico.

LA GACETA/ FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA/ FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO
Puede que, por estos días, no sea nada fácil poder salir del Museo Provincial Timoteo Navarro. Si uno va desprevenido e ingresa a la sala principal como quien no quiere la cosa, descubrirá que allí el mundo real empieza a desfigurarse. De entrada, una pared pintada de rojo capta la atención e invita a un viaje mágico por el color y la forma. Una travesía que no puede explicarse con palabras; sino sólo con imágenes y texturas. Como le pasaba a Alicia cuando caía por el hueco del árbol hacia el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Y esto es precisamente lo que propone Carlos Alcalde con su muestra: un fascinante paso hacia paisajes y mundos maravillosos.

Uno da vueltas, recorre el perímetro de la sala, mira y de golpe se detiene frente a un barco fantasmal poblado de casas, rostros y lunas en cuarto menguante; lo acecha con los ojos mientras camina delante de él y observa, maravillado, cómo su enigma golpea el espíritu; invita a volar, a reflexionar, a soñar... Después, da otra vuelta general, buscando algo más; se para en otro sector de la sala, toma distancia o se acerca, según sea el caso... Y, mientras tanto, el tiempo pasa, como aquella metáfora de Heráclito. Hasta que de pronto, uno se descubre observando fijamente otra vez ese barco que había contemplado minutos antes. No porque esa obra se imponga sobre las otras, sino porque su magnetismo obliga una y otra vez a volver la vista sobre ese quimérico barco sin mar.

Lo mismo sucede con las otras 99 obras que integran la retrospectiva "El rojo me sienta bien", un subyugante laberinto que atrapa y asombra. Por eso es tan difícil abandonar la sala. "Esta muestra me permitió tomar distancia de aquellas obras que concebí hace décadas. Ahora las miro como si en realidad no hubieran sido hechas por mi mano", cuenta el artista. Y es que en esta retrospectiva, Alcalde resume tres etapas muy definidas de su carrera plástica. La primera, que abarca los años 80, es la más compleja. En ella avanza hacia esa tercera dimensión que luego será casi una constante en su obra. "Eran los años en los que buscábamos una pintura latinoamericana, un poco influenciados por Ezequiel Linares y la neofiguración", cuenta el artista. Pero después sobrevino un período en el que el pincel le cedió espacio al cincel. "En los 90 estuve peleado con la pintura y entonces surgieron esas esculturas en cerámica que se pueden ver ahí", agrega mientras señala el sector -casi en el medio del salón- donde fueron colocados los misteriosos barcos repletos de antiguos espíritus. La tercera etapa, la de los últimos 13 años, es ya intimista y con una paleta de colores bastante saturada; exigida casi al máximo. "Ahora me interesa mucho más el tema que la forma; y entonces concibo obras más personales. En estos trabajos, el presente se mezcla con los recuerdos de mi infancia, aunque no con nostalgia sino con una visión más bien crítica", dice.

Neurosis no resuelta
Pero el arte no es un fin en sí mismo, sino un camino. Por eso Alcalde reconoce que aun tiene algunas cosas no resueltas. Por ejemplo, no sabe si quedarse con la pintura o con la escultura. "Es una neurosis que no alcanzo a superar", acota. Y eso se refleja en sus trabajos: la mayoría de sus cuadros tienen varios campos y lenguajes. Hay pinturas que tienen incorporadas madera, metal, fibras textiles o cartapesta; y esculturas que combinan el bronce, con la cerámica, las telas o la masilla epoxi. En muchos de esos trabajos, incluso, los temas se salen del marco del cuadro, como si se proyectaran hacia un espacio y un tiempo que ya no son los del artista. O como si no pudieran encontrar una contención dentro de los límites convencionales. "Siempre tuve esa característica de romper con el campo; de salirme hacia afuera. Porque creo que el arte va mucho más allá del mero hecho de contar un tema. A veces la forma, es decir, la manera en que se cuenta, es más importante que el tema mismo", agrega.

Quizás sea como dice la curadora Cecilia Quinteros Macció en el catálogo: "el carácter lúdico de la producción de Alcalde traspasa a la obra misma para convertirse en un pilar fundamental de su lenguaje. Nos demuestra que somos más que seres de razón". Y es verdad: el arte es una acción del alma, no del intelecto.

Las misteriosas naves sin mar
Tal vez lo más prodigioso de las esculturas de Carlos Alcalde sea ese halo de misterio que las acompaña. En el grupo de barcos realizados durante la década del 90, el artista combina la cerámica con otros materiales como madera, hierro, bronce y fibras textiles. Hay incluso algunos que tienen viejos engranajes de relojería que aportan aún más intriga a la obra.

Habitantes de los sueños
En varios cuadros -sobre todo aquellos de gran tamaño- Carlos Alcalde nos revela parte de sus sueños. No sólo a través de elaborados y complejos paisajes oníricos, sino también por medio de personajes que parecen salidos del mundo de la historieta y que puestos ya en la obra adquieren vida propia. Así, en "Senderos de siembra (homenaje a Van Gogh)", realizado con acrílicos sobre madera, estos habitantes de los sueños están ensamblados casi a la manera de marionetas.

HASTA EL 27 DE ABRIL
Una muestra para no perderse

Se la puede visitar de martes a viernes, de 9 a 13 y de 16 a 20. Sábados y domingos, de 16 a 20. Lunes cerrado. Entrada general $3. Domingos entrada libre y gratuita.

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