Un empate que invita a creer

Un empate que invita a creer

Tsonga y Mónaco festejaron triunfos

Y SE LE DIO NOMÁS. Juan Mónaco no venía bien en la temporada, pero se redimió ayer frente a Gilles Simon. Y SE LE DIO NOMÁS. Juan Mónaco no venía bien en la temporada, pero se redimió ayer frente a Gilles Simon.
Ya conocemos la realidad. El viernes termina 1-1. Francia ganó su punto imprescindible desde la diferencia de jerarquía que Jo-Wilfried Tsonga tiene sobre Carlos Berlocq. Nada que sorprenda, el argentino fue un himno al esfuerzo y la entrega. Con eso como piso, su nivel en el primer set fue superlativo y le sirvió para estirar un desarrollo que en los dos sets siguientes le fue inapelablemente adverso. El cuarto recorría el mismo camino hasta que, apretado por los números, "Charly" le pidió algo más a su corazón y, en sus piernas, encontró las respuestas para llegar al quinto. Eso fue todo. El tramo decisivo careció de incógnita alguna desde el tempranero quiebre con el que el 8 del mundo marcó distancia. Telón entonces para el 4-6, 6-2, 6-3, 5-7 y 6-2 para el visitante.

Entonces fue el tiempo de Juan Mónaco. Con sus dudas sobre los hombros. Con la racha de cinco derrotas seguidas en torneos 2013. Agarrándose de sus solitarios triunfos de la Copa Davis contra Alemania para no perder toda la confianza. Así enfrentó un partido tácticamente complejo frente a Gilles Simon, un jugador que es capaz de engañar con una velocidad media de juego que no dice mucho pero que, siempre, es la antesala de su mágico cambio de ritmo. Mónaco sufrió, más allá de que un triunfo en sets corridos sugiera lo contrario. El marcador: 7-6 (7-2), 6-2 y 6-4.

Mañana, él lo sabe mejor que cualquiera, lo espera su día más complejo en la serie, frente a Tsonga. De cara a ese juego, sería prudente considerar que las lágrimas que explotaron del abrazo con su preparador físico sean la primera muestra de una confianza dispuesta a regresar.

Hoy es turno del partido de dobles, el punto que dejará la serie 2-1 o 1-2. Ni juego de palabas, ni de números. Michael Llodra-Julien Benneteau no son solo dos nombres juntos. Son una dupla que se conoce, que se entiende, que ha pasado numerosos exámenes. Y que, desde los antecedentes, representa por un lado una altísima vara de exigencia para David Nalbandian-Horacio Zeballos. Y por el otro, la chance que tiene el cordobés de dejar, una vez más, su profunda huella en una serie de Copa Davis.

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