Yupanqui: vida, casa, canción y recuerdo

Yupanqui: vida, casa, canción y recuerdo

25 Enero 2013

La vida
Cantor de la tierra

Atahualpa Yupanqui nació en Juan de la Peña (Pergamino) el 31 de enero de 1908, pero su infancia transcurrió en Agustín Roca (Junín). Estudió violín con el cura del pueblo. Más tarde aprendió a tocar la guitarra. En 1917 se instaló en Tafí Viejo, donde vivió cuatro años. De joven, Yupanqui viajó mucho por el NOA y el altiplano, donde pudo estudiar la cultura indígena. Pero, debido a su inclinación comunista, fue censurado y detenido por el gobierno de Juan Domingo Perón en varias oportunidades. En 1949 partió a Europa, donde Edith Piaf lo invito a tocar en París y en otros países del continente. En 1952 volvió a Buenos Aires y se alejó del partido comunista, lo cual le facilitó conseguir contratos en las radios. El reconocimiento a su trabajo etnográfico no tardaría en llegar y, durante los años 60, artistas nuevos como Mercedes Sosa comenzaron a grabar sus composiciones, lo que lo volvió popular entre los jóvenes. Murió en Francia, en 1992, a los 84 años.

La casa
A pocos metros de la estación

Atahualpa Yupanqui vivió casi cuatro años en Tafí Viejo. Él mismo contó en una oportunidad que su casa estaba a metros de la estación, sobre la arteria principal del pueblo. Por lo tanto, se especula que la vivienda que habitó el compositor junto a su familia, estaba en la primera cuadra de la actual avenida Alem. Allí existen aún viejas casonas construidas a principios del siglo XX, en las que ahora funcionan varios comercios (foto). "A los 13 años, Atahualpa comenzó a escribir en un periódico de la escuela a la que concurría, aquí en Tafí Viejo. Fue en esos escritos cuando utilizó por primera vez el nombre Atahualpa, ya que él en realidad se llamaba Héctor Roberto Chavero Aramburu. Años después le agregó el Yupanqui", señaló el músico taficeño Carlos "Titi" Enrico. Y agregó: "algunos vecinos cuentan que ese periódico era de la vieja escuela Mitre (actualmente Fray Cayetano Rodríguez); pero no estoy seguro. De todas maneras, ese nombre que don 'Ata' usó por primera vez en este pueblo y que significa 'el que viene de lejanas tierras para decir algo', marcó de alguna manera el destino de este compositor primordial".

La canción
Camino del indio


Caminito del indio,

sendero coya sembra'o de piedras.

Caminito del indio

que junta el valle con las estrellas.

Caminito que anduvo

de sur a norte mi raza vieja,

antes que en la montaña

la Pachamama se ensombreciera.

Cantando en el cerro,

llorando en el río,

se agranda en la noche la pena del indio.

El sol y la luna y este canto mío

besaron tus piedras camino del indio.

En la noche serrana

llora la quena su honda nostalgia

y el caminito sabe

cual es la chola que el indio llama.

Se levanta en el cerro

la voz doliente de una baguala

y el camino lamenta

se el culpable de la distancia.

Atahualpa Yupanqui

1927.

El recuerdo
La inmortalidad de un personaje misterioso

En 1966, en pleno festejo por los 150 años de la declaración de la Independencia, Atahualpa Yupanqui vino a Tucumán para participar de un encuentro de poetas y compositores. En esa oportunidad, el creador del Festival del Limón, Hugo Assaf, compartió con Atahualpa una cena que se realizó en la llamada "tapera de la calle Uttinger", ubicada camino al cerro, en Tafí Viejo. "Fue una madrugada muy movida, porque nos habíamos juntado varios personajes de la ciudad con grandes compositores como Ariel Petrocelli y Jaime Dávalos. Allí, entre brindis y asado, Don 'Ata' me refirió la historia del indio. Incluso recuerdo clarito que me dijo: 'por esta calle pasaba hacia el cerro con mi hermano para robar naranjas'. Hoy, esa fonda ya no existe. En su lugar, hay una casa de familia, pero, en aquellos años, era una parada obligada", comentó Assaf. El ex dirigente del Club Villa Mitre, que tiene un programa en la radio de Tafí Viejo, intentó reconstruir el paso de Yupanqui por esa ciudad. "Se conocen pocos detalles, pero todo lo que se sabe lo contó el mismo Atahualpa en esas madrugadas compartidas con amigos. Y uno de los recuerdos imborrables que tenía era justamente el del indio Anselmo. Se desconoce donde estaba ubicado exactamente su rancho. Y su vida es prácticamente un misterio. Nadie conoce su historia y todos los que pudieron haberlo conocido ya no viven. Sin embargo, fíjese usted, ese hombre humilde quedó inmortalizado en esa primera canción de Atahualpa. Cosas del destino ¿no?", dijo.

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