Hay que trabajar con los agresores para evitar el peor desenlace

Verónica Figueroa - Psicóloga del Observatorio de la Mujer

La violencia de género no sólo se origina por conflictos en la pareja, sino porque las familias atraviesan otros problemas -económicos o de salud- por los que responsabilizan a las mujeres.

Hay una doble lectura de la situación. Se incrementaron las denuncias, pero sigue existiendo un margen de víctimas que no se animan a hablar y son esos casos los que terminan en tragedia. Muchas veces están aisladas socialmente y desprotegidas por sus propias familias.

Para evitar estos desenlaces, es importante trabajar también con los agresores. En el Observatorio de la Mujer estamos incluyendo de a poco a algunas parejas de las consultantes y a hombres que se reconocen a sí mismos como agresores y manifiestan que quieren cambiar. Es imprescindible trabajar con ellos porque a veces se separan de las víctimas, pero después forman otras parejas y tienden a repetir la historia.

La tipificación del femicidio es un gran avance a nivel legal, porque de esta manera se puede aspirar a la pena máxima. Pero, como muchos agresores se matan, a veces no hay condena social ni de la Justicia. No hablamos de crímenes pasionales, sino de homicidios calificados en función del género, crímenes que son consecuencia del machismo y el patriarcado, y que se gestan porque las mujeres no han podido plantear esa problemática a tiempo. Los agresores son capaces de hacer lo que sea para demostrar que ellos tienen el control.