Por Carlos Páez de la Torre H
23 Noviembre 2012
AMADEO JACQUES. Rostro del sabio en su juventud, según un daguerrotipo que se supone obtenido por él mismo. LA GACETA / ARCHIVO
Es conocido que el sabio Amadeo Jacques (1813-1865) dirigió el Colegio San Miguel, en Tucumán, desde 1858 a 1862. Tiene interés la carta que publicó el 22 de enero de 1860 en el periódico local "El Eco del Norte", sobre la inclusión de la Filosofía en el programa del Colegio. No ha sido reproducida, entendemos, desde entonces.
Jacques recordaba que, en los programas, Filosofía iba en primer término. Quería modificar la costumbre y ponerla al último. "Su verdadera colocación es arriba de todos los conocimientos teoréticos: ella ocupa la cima del saber humano. Luego, en el orden de los estudios, debe venir la última; pues, para ascender a la cima, es preciso trepar todos los escalones que conducen a ella", argumentaba.
"La Filosofía no tiene objeto circunscripto; todo lo abraza, por los principios; su oficio es remontar a las fuentes de las otras ciencias; de las ciencias morales así como de las ciencias exactas, y no solamente de las ciencias, sino también de las bellas artes y letras, eso para explicarlas, juzgarlas, darles leyes y métodos".
Entonces, le parecía evidente que "para estudiar la 'ciencia de las ciencias', es preciso poseer ya las 'ciencias'; no digo todas en su extensión, pero al menos las principales en sus fundamentos". Porque "proceder de otro modo, es cuestionar de los colores siendo ciego, o de los sonidos siendo sordo".
Así, "los hechos y las cosas, primeramente; después, y si se puede, las ideas y los principios; lo concreto antes de lo abstracto, es la marcha de la naturaleza y es siempre la misma. En la enseñanza de la juventud es que uno se debe atener más estrechamente a ella".
Jacques recordaba que, en los programas, Filosofía iba en primer término. Quería modificar la costumbre y ponerla al último. "Su verdadera colocación es arriba de todos los conocimientos teoréticos: ella ocupa la cima del saber humano. Luego, en el orden de los estudios, debe venir la última; pues, para ascender a la cima, es preciso trepar todos los escalones que conducen a ella", argumentaba.
"La Filosofía no tiene objeto circunscripto; todo lo abraza, por los principios; su oficio es remontar a las fuentes de las otras ciencias; de las ciencias morales así como de las ciencias exactas, y no solamente de las ciencias, sino también de las bellas artes y letras, eso para explicarlas, juzgarlas, darles leyes y métodos".
Entonces, le parecía evidente que "para estudiar la 'ciencia de las ciencias', es preciso poseer ya las 'ciencias'; no digo todas en su extensión, pero al menos las principales en sus fundamentos". Porque "proceder de otro modo, es cuestionar de los colores siendo ciego, o de los sonidos siendo sordo".
Así, "los hechos y las cosas, primeramente; después, y si se puede, las ideas y los principios; lo concreto antes de lo abstracto, es la marcha de la naturaleza y es siempre la misma. En la enseñanza de la juventud es que uno se debe atener más estrechamente a ella".
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