La despedida de Roddick: se fue un héroe

La despedida de Roddick: se fue un héroe

El tenista eligió su tierra para decirle adiós al tenis profesional.

ADIOS ENTRE LAGRIMAS. Roddick se quebró mientras se despedía del público. REUTERS/AFP ADIOS ENTRE LAGRIMAS. Roddick se quebró mientras se despedía del público. REUTERS/AFP

Cuando la memoria ponga en escena a Andrew Stephen Roddick actuarán como protagonistas principales su hiperactividad reflejada en ese juego explosivo, en el que su cuerpo parecía desarmarse para impactar con la potencia de cada uno de sus músculos.

También los tics: acomodarse la gorra, subirse las mangas cortas de sus remeras transpiradas, como máximo a partir del segundo punto en juego, caminar rapidito y mantener la cabeza hacia el frente, pero los ojos en un frenético paneo del escenario de juego.

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Una actitud de "soy el mejor", casi chocante, cada vez que ganaba un punto, pero que quedaba tapaba porque si de espectacularidad se trataba, Roddick siempre fue dueño del show en ese sentido. Esa siempre fue su forma de ser: llevarse el mundo por delante estaba en su ADN.

Y aunque a algunos pudiera resultarnos irritable, especialmente cuando se enfrentaba a un tenista argentino, es lo que varios quizás necesiten para ser campeones. Tan naturalizada estaba esa actitud en el ex campeón del Us Open y ex número uno del mundo que, cuando en una madrugada de mayo en un lujoso hotel de la capital italiana, asumió un rol de ciencia ficción. Como un Capitán América socorrió gente durante un incendio, era un rescatista más.

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Según contaron los medios romanos, otros tenistas, que también estaban alojados allí esperando jugar el Master de Roma, se paralizaron por el miedo, con justos motivos, en un siniestro en el que murieron tres personas. Se retiró Roddick, un héroe dentro y fuera de la cancha, con un fuego interno particular y único que, seguramente, no está apagado y, porqué no, pensar que de alguna manera continuará brillando.

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